Salud
¿Qué medicamentos no pueden mezclarse con alcohol?
Muchos fármacos interactúan con el alcohol de una forma muy negativa
Los efectos del alcohol van más allá de fomentar la desinhibición y de falsear la percepción de la realidad. También aumenta la presión sanguínea y produce la vasodilatación periférica, lo que deriva en la sensación de calor y enrojecimiento. Y a un nivel gastrointestinal, el alcohol puede provocar auténticos estragos en el largo plazo, especialmente en el hígado, que es el encargado demetabolizar el alcoholpara que pueda ser eliminado de nuestro organismo.
En el corto plazo, el peor escenario se produce cuando la ingesta sobrepasa los límites tolerables por nuestro organismo. Es lo que se conoce como intoxicación etílica; que en el peor de los casos puede derivar en un coma etílico e -incluso- en la muerte.
Pero claro, aquí hay que hacer un matiz: el veneno no está en la sustancia… sino en la dosis. Un consumo moderado de alcohol puede ser -de hecho-recomendable bajo ciertas circunstancias. Un factor clave a tener en cuenta a la hora de consumir de forma correcta y moderada es su combinación con otros fármacos.
¿Qué medicamentos no pueden mezclarse con alcohol?
Tanto el alcohol como la mayoría de los medicamentos entran en nuestro organismo por el sistema digestivo y acaban en el estómago. Desde ahí, el cuerpo lo transporta al hígado, donde estas sustancias se metabolizan y se descomponen para entrar en el torrente sanguíneo. Una vez en la sangre, se traslada a las diferentes áreas de nuestro cuerpo para generar su efecto. Efectos que son los esperados cuando ambos procesos se dan por separado y en las dosis recomendadas. Sin embargo, cuando estas sustancias se ingieren simultáneamente, pueden aparecer diversas reacciones adversas.
En primer lugar, podría afectar a la eficacia y a la seguridad de los fármacos, aunque también podría provocar náuseas, vómitos, desmayos, pérdida de coordinación, dolor de cabeza. Y en según qué circunstancias, esta combinación también podría aumentar el riesgo de sufrir hemorragias internas, problemas del corazón y dificultades respiratorias.
Evidentemente, los efectos adversos que podamos experimentar al mezclar alcohol y medicamentos dependen de muchas cosas. En primer lugar, de la salud general de la persona que lo consume. Si se trata -por ejemplo- de una persona mayor, la velocidad a la que su hígado metaboliza las sustancias será sustancialmente mayor. Esto, sumado a que los adultos mayores tienden a consumir una mayor cantidad de medicamentos, los convierte en un grupo poblacional más vulnerables.
Otro factor que también puede agravar estos efectos adversos es la cantidad y la frecuencia del consumo de alcohol. Cuando la ingesta es crónica, el hígado metaboliza algunos medicamentos de una forma más rápida; por lo que será necesaria una dosis más grande para conseguir los mismos efectos. Por el contrario, con un consumo ocasional de alcohol se pueden ver potenciados tanto los efectos del medicamento como sus reacciones adversas.
Ahora bien, si hay un elemento que influye especialmente en la gravedad de las derivaciones negativas de la combinación con el alcohol, es eltipo concreto de medicamento que estemos consumiendo. Y hay algunos con los que tenemos que tener un especial cuidado:
- Benzodiacepinas, antiepilépticos y -en general- medicamentos que depriman el sistema nervioso central, así como antihistamínicos recetados para alergias, resfriados o gripe. Son fármacos que -como el alcohol- pueden producir somnolencia, mareos y letargo. Por eso, la combinación de ambos puede exagerar aún más estos efectos. En casos extremos, podría derivar -incluso- en el coma y la muerte.
- Antiinflamatorios: Estos medicamentos, entre los que incluimos el ibuprofeno, deben ser tratados con cuidado en el caso de consumidores crónicos de alcohol porque la combinación de ambos puede generar gastritis. En el caso del bebedor ocasional, la posibilidad de sufrir gastritis se reduce notablemente.
- Anticoagulantes: En el caso del consumo crónico de alcohol, los anticoagulantes disminuyen su efectividad. Y en el caso del consumo puntual, el efecto que puede producir es el contrario, es decir, el aumento del efecto anticoagulante y -en consecuencia- el aumento del riesgo de hemorragia. Es por esto que debe evitarse el alcohol (en cualquier cantidad) cuando se está bajo tratamiento con anticoagulantes.
- Antibióticos: Algunos de estos medicamentos, cuando se combinan con alcohol, puede provocar algunos efectos adversos de gravedad. Por eso es necesario consultar a un especialista y -en su defecto- en el prospecto del medicamento. Aunque si queremos estar seguros, lo mejor es -simplemente- evitar el alcohol por un tiempo. Porque si bien en la mayoría de antibióticos el alcohol no produce estos efectos, sí que puede hacer que la recuperación sea más lenta.
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