
Estudio
El 53% sigue dietas milagro, pero solo un 21% es consciente de ello y el 45% recupera el peso perdido
El 72% de la población ha intentado perder peso, con una media de siete intentos. Con este objetivo, el 43% elimina los hidratos de carbono, el 13% usa productos dietéticos, el 12% se salta más de dos comidas al día y un 8% reconoce usar laxantes, diuréticos o pastillas no recetadas

Desde 1990 la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos y se ha multiplicado por cuatro entre niños y adolescentes a nivel mundial, según la OMS. Se trata de una tendencia que, de no poner remedio, se espera que siga en aumento. En esta lucha contra la obesidad, en la que parece que solo cuentan las calorías, lo cierto es que las dietas milagro se han extendido sin que la población sea consciente de los riesgos para la salud.
"La pérdida de peso está llena de barreras emocionales y de dietas fallidas. Cada vez más hay un atractivo inmediato para hacer dietas y perder peso. Y las dietas milagro ofrecen una pérdida de peso muy alta en muy poco tiempo casi siempre sin esfuerzo", explica el doctor Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética y uno de los autores del informe "Estrategias de Pérdida Rápida de Peso de la Población Española", publicado por la Fundación Mapfre y para el cual se ha entrevistado a más de 3.000 personas.
El 72% de los encuestados ha intentado perder peso, con una media de siete intentos.El 10% de los intentos se producen antes de los 16 años, el 22% antes de los 18. La pérdida media de peso reportada en el estudio es de seis kg, pero suelen recuperarse 5,3, lo que supone la mayor parte del peso perdido, según los datos destacados por Russolillo.
Con el objetivo de perder peso rápidamente, la población se somete a métodos drásticos. Así, el 43% reporta eliminar la ingesta de hidratos de carbono, el 13% afirma utilizar productos dietéticos, el 12% se salta más de dos comidas al día y un 8% reconoce usar laxantes, diuréticos o pastillas no recetadas por un profesional de la salud.
Las mujeres, los jóvenes de entre 18 y 25 años y las personas con obesidad son los más propensos a utilizar estos métodos.
Así, el 53% de la población encuestada ha seguido una dieta milagro. Y únicamente un 21% es consciente de que era una dieta milagro, según el estudio.
Es decir, unos siguen dietas milagro pese a saber que es una dieta milagro y el resto no saben que lo es, y "no identificarla como tal puede perpetuar hábitos inadecuados. No se pueden restringir alimentos sin saber que eso puede ser peligroso para la salud", "ni hacer ayunos sin tener en cuenta qué se come cuando se come ni los riesgos cardiovasculares", afirma la doctora Eva Arranz, médico de la Fundación Mapfre, en referencia a un estudio publicado por la Asociación Americana del Corazón realizado sobre más de 20.000 personas en el que se concluía que "estar 16 horas sin comer aumentaba la mortalidad cardiovascular de manera significativa".
La dieta más seguida es el ayuno intermitente, seguida por la dieta de bajo aporte calórico y la cetogénica.
En cuanto a la primera, Russolillo recuerda que "existen dos tipos de ayunos: uno consiste en realizar ayuno durante 16 horas y otro es 5 días comiendo normal y dos en los que prácticamente se ayuna. Con estas dietas de pierde peso, pero no es tanto por el ayuno sino porque hay restricción fuerte de peso. La dieta intermitente hecho por un profesional de la salud es interesante, pero no para perder peso. Cuando usamos esta dieta para adelgazar sin supervisión médica corremos riesgo".
Y es que "si usas el ayuno intermitente para perder peso durante 10 años vas a aumenta sí o sí tu riesgo cardiovascular", incide Russolillo.
En cuanto a la dieta de muy bajo contenido calórico, este experto explica que no se puede sacar del entorno sanitario hospitalario, ya que si no se convierte en una dieta milagro.
Respecto a las cetogénicas, estas persiguen inducir un estado cetogénico, lo que "nos va a hacer perder apetito pero es un riesgo quitar frutas, verduras, lácteos, legumbres y cereales integrales. Bajo supervisión médica en cierto espacio de tiempo pueden ser interesantes, pero no hacerla seis meses sin control médico. Eso supone bajar peso, pero pone su salud, con total seguridad, en riesgo", añade este experto.
Así, los riesgos a corto plazo van, según Giuseppe, desde "dolor de cabeza hasta mareos, pasando por irritabilidad. Pero a largo plazo, los efectos son más graves llegando a causar alteraciones hormonales, menstruales, rechazo a ciertos alimentos, hígado graso, atracones y problemas de relación con la comida que van a cronificar más los problemas con la alimentación".
Canarias (64%), Murcia (62%), Islas Baleares (61%) y Comunidad Valenciana (60%) son las regiones que más practican las dietas milagro.
Además, aunque los que siguen este tipo de dietas pierden peso rápidamente lo cierto es que lo suelen recuperar. Así, según este estudio, "el 45% vuelve a recuperar el peso perdido de forma parcial o total a los seis meses siguientes de dejar la dieta milagro, aunque otros estudios elevan la cifra a más del 90% al año de dejar la dieta y al año y medio lo hacen entre el 97 y el 99%", precisa Russolillo.
Si bien es cierto que "cuando se hace una dieta milagro durante menos de seis meses hay mayor pérdida de peso que si uno sigue una dieta hipocalórica con ejercicio bajo control sanitario, también lo es que al año se iguala la pérdida de peso pero las personas que han seguido una dieta milagro aumentan riesgo morir por cualquier causa y específicamente de riesgo cardiovascular", hace hincapié el presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, que recuerda que el mundo de las dietas es un negocio billonario.
El informe también recoge que el 40% de los encuestados sabe que las dietas milagro entrañan un riesgo para la salud, el 45% que tienen carencias nutricionales, el 65% afirma que deberían consultar profesional de la salud, pero el 70% se pone a dieta sin asesoramiento.
Lo que denota que "la gente es capaz de poner en riesgo su salud porque no perciben los efectos a corto plazo. Si dieran ictus al inicio nadie haría dietas milagros. Pero a la larga son un asesino silencioso y se hacen de forma adictiva y recurrente", incide Russolillo.
Este estudio demuestra que se necesita fomentar estrategias preventivas y mejorar la alfabetización alimentaria desde edades tempranas, consideran los expertos. "Urgen enfoques más personalizados para que la gente entienda cómo debe ser su alimentación", manifiesta Russolillo. Una dieta que básicamente ha de consistir en "comer más verdura, y menos carnes, embutidos y pescados y evitar al máximo los ultraprocesados. Es decir, hay que consumir más frutas, verduras, legumbres y cereales integrales", añade.
Y, sobre todo, evitar soluciones rápidas sin supervisión.
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