
Rehabilitación
Cuando una afonía puede requerir más que rehabilitación
Hablar deprisa, en ambientes secos o mientras cogemos peso es un abuso vocal; no solo chillar

Una de cada 13 personas sufre trastornos de la voz, según estima la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC).
Los trastornos de voz más frecuentes son «las lesiones orgánicas benignas como nódulos, pólipos, etc. Los nódulos en concreto suponen un 15% de todas las alteraciones de voz», explica la doctora Ana Machado Martín, especialista en Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud San José, en Madrid.
«Las disfonías funcionales», pérdida del timbre normal de la voz por trastorno funcional de la laringe (afonía), «son las segundas más frecuentes», añade.
Pero pese a la frecuente de estos trastornos, la mayoría, según la sociedad de Otorrinolaringología, no se trata adecuadamente. Y es importante, ya que si la disfonía dura dos semanas, o una en el caso de una persona fumadora puede deberse a pólipos o nódulos e incluso de mayor gravedad como un cáncer de laringe.
Por eso, para la doctora «ante alteraciones de voz muy frecuentes, fatiga vocal, disfonías y/o afonías de más de una semana de duración deberían acudir al especialista».
Un médico al que, en general, también deberían acudir todos los profesionales de la voz (profesores, cantantes, teleoperadores, periodistas, etc.) para aprender técnicas para hacer un buen uso vocal. «Chillar, imitar sonidos, carraspear, hablar mientras cogemos peso, hablar muy deprisa, o en exceso, o en lugares muy ruidosos o aclararse la garganta, etc. todo esto supone un abuso vocal», precisa el doctor Alberto Pérez de Vargas Martínez, jefe de Servicio de Neurología y Neurofisiología Clínica del citado hospital.
Dependiendo de si el trastorno de voz está o no asociado a lesiones, el paciente puede precisar, según este especialista, «solo rehabilitación para cambiar conductas nocivas y evitar recidivas, o bien asociar microcirugía laríngea para exéresis (extirpación) de las lesiones y tratamiento rehabilitador posterior».
«En alteraciones tales como disfonía espasmódica, temblor esencial o disfonía por tensión muscular se generaliza el uso de toxina botulínica», añade.
Esta sustancia se inyecta en las fibras musculares, alrededor de las cuerdas vocales, lo que imposibilita la liberación de neurotransmisores, debilita la contracción muscular y mejora la calidad de la voz. En el temblor esencial benigno actúa paralizando el músculo y el nervio del músculo donde se inyecta (músculo tiroaritenoideo), lo que puede ayudar a reducir la frecuencia de los temblores.
«Para identificar correctamente qué cuerda vocal sufre el trastorno y que la inyección se realiza en el músculo correcto, se utiliza la electromiografía laríngea (EMG), lo que permite realizar el tratamiento con seguridad y precisión», detalla el doctor Pérez de Vargas.
Se trata de una prueba que valora la integridad del sistema muscular y neurológico de la laringe en enfermedades que cursan con alteraciones del movimiento, diferenciando el lugar de la lesión. Además, es útil para establecer un pronóstico en la evolución de la parálisis o paresia (ausencia parcial de movimiento voluntario), afirman al unísono ambos expertos.
En la mayoría de los casos, las inyecciones de toxina botulínica mejoran la calidad de la voz, la fluidez y la capacidad de comunicación por un período aproximado de 3-4 meses, momento en el que debe repetirse el procedimiento, siendo recomendable, además, incluir rehabilitación mediante logopedia.
«En otras patologías como parálisis o alteraciones funcionales, es posible utilizar técnicas para mejorar el cierre de las cuerdas vocales como la infiltración de ácido hialurónico, grasa, etc.», añade la doctora Machado.
Asimismo, deben asociarse tratamientos de medicina integrativa con el objetivo de integral la laringe en un todo, pues no es más que un órgano conectado con todos los sistemas del organismo: hormonal, sexual, digestivo, inmunitario, etcétera.
Profesiones de riesgo para las cuerdas vocales
Los maestros de educación infantil y primaria son los profesionales que más enfermedades de la voz padecen, según la Seorl-CCC. De hecho, la disfonía afecta al 75% de los docentes en algún momento de sus vidas.
Y pese a que las recomendaciones científicas apuestan por realizar programas de formación vocal para estos profesionales, no llegan a implementarse, denuncia la Seorl-CCC, que da un decálogo de recomendaciones para cuidar la voz: no hablar en ambientes ruidosos; no fumar; no gritar; vocalizar y respirar bien; hidratarse correctamente; descansar de forma adecuada; no utilizar el aire pulmonar residual al hablar; evitar los irritantes laríngeos y los ambientes muy secos como el humo y las áreas polvorientas; no carraspear, y realizar controles periódicos de la voz, con el otorrinolaringólogo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar