Hito médico
Hallan la causa por la que muchas personas no recuperan el olfato tras la Covid-19
Millones de personas siguen sin recuperar el olfato tras la infección por coronavirus. La clave está en los cambios que ha sufrido el cerebro, según un nuevo estudio
Durante la pandemia de Covid-19, generada por la expansión del coronavirus SARS-CoV-2, millones de personas perdieron el olfato. Los pacientes referían que habían dejado de oler el café o el jabón. Aunque la mayoría recuperó este sentido al cabo de los días, un nuevo estudio calcula que una de cada cinco personas afectadas no ha podido volver a oler correctamente después meses o años de haber sufrido el contagio. No solo eso: el ensayo también revela que lo que parecía una molestia temporal se ha revelado mucho más complejo.
La investigación publicada en Scientific Reports demuestra que la pérdida persistente del olfato tras la Covid-19 no solo afecta a la nariz, sino también a estructuras profundas del cerebro relacionadas con las emociones y el procesamiento sensorial.
Qué dice el estudio
La disfunción olfativa pos-Covid o anosmia, como la llaman los expertos, es uno de los síntomas más comunes de la Covid persistente. Esta variante de la enfermedad se produce cuando la infección ya no está presente en el organismo, pero sí persisten algunos síntomas como la fatiga, la tos o la niebla mental.
El nuevo estudio, realizado con resonancias magnéticas cerebrales, revela que estos pacientes presentan cambios cuantificables en la amígdala, la corteza piriforme y el putamen, zonas clave para el olfato y las emociones.
Los autores apuntan que estas alteraciones podrían reflejar procesos adaptativos del cerebro o, en algunos casos, un daño prolongado en las vías neuronales que conectan la nariz con las áreas emocionales del sistema límbico. Pero, ¿tendría arreglo?
Resultados relacionados con la materia blanca del cerebro
La investigación incluyó a 61 personas que habían pasado una infección leve por SARS-CoV-2. De ellas, 31 seguían sin recuperar el olfato meses después. Gracias a una técnica avanzada de imagen por tensor de difusión (DTI), los científicos identificaron cambios estructurales en las conexiones de la materia blanca del cerebro, especialmente en la amígdala, una región que también regula el miedo, la ansiedad y la memoria emocional.
Además, descubrieron que cuanto más prolongada es la pérdida de olfato después de la infección, mayores son los cambios en los circuitos olfativos críticos. Estos cambios también se correlacionaron con mayores puntuaciones de ansiedad y depresión, lo que además refuerza la idea de una conexión bidireccional entre la pérdida de olfato persistente y el bienestar emocional.
La buena noticia es que "las resonancias muestran una reorganización de las vías olfativas, lo que sugiere que el cerebro intenta adaptarse a la pérdida sensorial", explican los autores del estudio. "Los hallazgos no deben interpretarse como evidencia directa de neurodegeneración, sino más bien como posibles indicadores de procesos adaptativos o compensatorios dentro de los circuitos olfativos", señalan.
¿Existe tratamiento?
Aunque aún no existe un tratamiento definitivo, los especialistas recomiendan el entrenamiento olfativo, una terapia sencilla que consiste en oler distintos aromas (como limón, clavo, eucalipto o rosa) dos veces al día durante varios meses. Este entrenamiento estimula las conexiones neuronales y ha demostrado mejorar la función olfativa en hasta el 60% de los casos.
Asimismo, cuidar la salud cerebral general con ejercicio físico, sueño adecuado y dieta rica en antioxidantes puede favorecer la regeneración neuronal. Con tiempo y rehabilitación, el cerebro puede conservar una extraordinaria capacidad para adaptarse y recuperar el sentido perdido.