Calor

Dilema estival: ¿Calor húmedo o seco?

El calor húmedo tiene un impacto más significativo en la sensación térmica

El estudio nos da una idea de cómo será el clima en Europa si continuamos con nuestra tendencia actual hacia un mundo más cálido
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La pregunta sobre cuál tipo de calor es más incómodo, si el calor húmedo o el seco, ha desatado interminables discusiones entre amigos y conocidos a lo largo del tiempo. Por lo general, la respuesta a esta pregunta suele depender de las preferencias y de la región geográfica en la que uno se encuentre. Aquellos que residen en zonas costeras suelen considerar que el calor seco es más insoportable, mientras que las personas que habitan en regiones interiores lo pasan mal con el calor húmedo.

Esta discrepancia se reduce en última instancia a una cuestión de adaptación y supervivencia. Sin embargo, si profundizamos en el tema, encontraremos que el calor húmedo tiene un impacto más significativo en la sensación térmica, y esto se debe a su capacidad para dificultar la transpiración.

Independientemente de la acostumbrada exposición al calor húmedo o seco, resulta evidente que la incomodidad y la sensación de pegajosidad son mucho más comunes en las zonas afectadas por el calor húmedo. Aunque también se suda en condiciones de calor seco, la percepción general es que el sudor se evapora de manera más eficiente de la piel en estas condiciones. Y, de hecho, esta percepción se corresponde con la realidad.

La sensación térmica en condiciones de alta humedad atmosférica siempre supera la temperatura real. Esto significa que el termómetro puede marcar 30°C, pero sentirás como si estuvieras a 40°C. Esto no implica que el calor seco sea cómodo; sin embargo, la sensación de bochorno está mucho más relacionada con el calor húmedo. Ahora bien, ¿cuál es la razón detrás de esta diferencia?

Sensación térmica y su relación con el calor húmedo se fundamentan en la fisiología humana. Los seres humanos somos animales homeotermos, lo que significa que tenemos mecanismos para mantener nuestra temperatura corporal dentro de un rango específico, a pesar de las condiciones climáticas extremas, ya sea el frío intenso de una tormenta invernal o el calor abrasador del verano.

Nuestro cuerpo logra esto principalmente a través de la transpiración y el control del flujo sanguíneo. Cuando el clima es frío, los vasos sanguíneos se contraen para reducir el flujo sanguíneo y conservar el calor corporal. En contraste, durante el calor, los vasos sanguíneos se dilatan, permitiendo un mayor flujo de sangre, y nuestro cuerpo se enfría mediante el proceso de transpiración. La transpiración ocurre en dos etapas: primero, el sudor se libera a través de la piel, y luego se evapora, lo que requiere la liberación de calor por parte del cuerpo.

Sin embargo, cuando el aire ya está saturado de humedad en condiciones de calor húmedo, el sudor no puede evaporarse eficazmente. Esto interrumpe el proceso de enfriamiento por transpiración y da como resultado una sensación pegajosa y una percepción térmica mucho más alta, incluso si la temperatura real no es extremadamente elevada.

La sensación térmica también varía en condiciones de frío, pero en este caso, el viento es el factor determinante en lugar de la humedad. Además de los mecanismos mencionados, los seres humanos tenemos una capa de aire aislante en la piel que nos protege del frío. Sin embargo, el viento puede eliminar parte de esta capa, lo que provoca que sintamos más frío de lo que indicaría la temperatura real.

En lo que respecta a la interminable discusión sobre qué tipo de calor es peor, ten en cuenta que el calor húmedo es el principal culpable de elevar la sensación térmica a niveles incómodos.