Dietas
Por estas razones la obesidad es más frecuente en las mujeres
La presencia de grasa abdominal se dispara hasta el 43,4% en las mujeres cuando llega la menopausia
De manera silenciosa, pero muy visible, la obesidad se ha convertido en la gran amenaza de la sociedad del siglo XXI. Las cifras no dejan lugar a dudas, ya que se estima que más de la mitad de la población española sufre sobrepeso y obesidad, lo que pone en jaque su salud, pues es la antesala de otros problemas como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. Y lo peor es que va a más, ya que «se estima que en España la tasa de obesidad en adultos ascenderá hasta el 29,4% en 2030, según World Obesity Atlas 2022», avanza la doctora Susana Monereo, jefa de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
En este escenario, parece que los problemas de sobrepeso tienen rostro femenino, más aún cuando se mira con lupa a la población de mayor edad. «La obesidad suele afectarle más a ellas, sobre todo tras la menopausia. La acumulación de grasa en el abdomen en mujeres mayores de 65 años en España llega al 43,4% frente al 23,3% de varones, según el estudio EMPE 2017. Y el porcentaje de obesidad mórbida resulta mayor en féminas que en hombres y su crecimiento también», asegura la doctora Monereo.
Diferencias por sexo
A las puertas del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este próximo miércoles 8 de marzo, y en el contexto del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra hoy 4 de marzo, merece la pena analizar cuáles son los argumentos que están detrás de que la obesidad afecte más a las féminas. Y los motivos son varios. «La principal razón es que genéticamente tenemos más grasa corporal y más mecanismos para preservarla, porque somos responsables de perpetuar la especie y una gestación viable exige un porcentaje de grasa suficiente para garantizar la vida del feto. En segundo lugar, las diferencias hormonales también influyen, ya que los estrógenos facilitan el acúmulo graso subcutáneo y cuando los perdemos en la menopausia se produce un fenómeno de pérdida de grasa en piernas y el almacenamiento en el abdomen y en la parte superior del cuerpo. Durante esta etapa, la prevalencia de obesidad central en mujeres es significativa por esos cambios hormonales tan importantes», explica la doctora Monereo.
Pero existen más diferencias, ya que, tal y como argumenta la especialista, «las mujeres tenemos menos masa muscular, lo que hace que el gasto energético sea menor y ganemos peso con más facilidad ante pequeños aumentos de la ingesta y, por último, somos más vulnerables a los trastornos alimentarios relacionados con las emociones. Es decir, comemos emocionalmente “sin hambre”, por ansiedad, estrés o frustraciones generalmente alimentos muy calóricos que facilitan mucho el aumento de peso».
¿Cómo frenar la obesidad crónica?
Cuando los kilos de más se convierten en un problema de salud y no solo en una cuestión estética, resulta imprescindible actuar a tiempo para que el sobrepeso y la obesidad no se conviertan en una enfermedad crónica. «La palabra cronicidad va claramente unida a la obesidad, porque cuando la diagnosticamos suele llevar muchos años de evolución y los mecanismos de control del peso están, por así decirlo, ‘‘estropeados’’. Por eso, los tratamientos deben mantenerse siempre, porque, en cuanto se dejan, el peso se recupera», advierte la doctora Monereo.
Ante esta circunstancia, la especialista insiste en que resulta fundamental «actuar antes, pues la prevención es la herramienta más importante frente la obesidad. Y esto vale para toda la población, también en niños. El cambio de hábitos ahí sí funciona y las personas que modifican su ingesta, comiendo menos cantidad, pero más saludable y haciendo más ejercicio, pueden conseguir mantenerse indemnes frente a esta gran pandemia. Por ello, cuanto antes se empiece mejor. Luchar contra un pequeño sobrepeso resulta más fácil y eficaz que si la obesidad ya está instaurada».
En este sentido, ponerse en manos de especialistas resulta esencial para lograr un abordaje completo y multidisciplinar. «En primer lugar, hay que conocer bien la biografía del paciente para entender cómo surge esa obesidad. Después, hay que clasificarle bien, porque el tratamiento debe ser personalizado. Para ello hay que hacer un estudio de composición corporal que nos permita ir más allá del IMC, que es un biomarcador muy general. En tercer lugar, debemos saber dónde está la grasa localizada, ya que la abdominal es más dañina que la subcutánea. Y, por último, siempre es necesario un despistaje de todas las comorbilidades que asocia la obesidad. Para ello se hace una analítica completa con la que vamos a clasificar al paciente metabólicamente», detalla la especialista, quien advierte de que «nadie está libre de acabar enfermando de obesidad, por lo que hay que comer sano y hacer ejercicio diariamente. Y, ante los primeros síntomas, acudir a un especialista, porque los tratamientos milagrosos no existen. Hay esperanza, porque la investigación está abriendo nuevos caminos en relación al conocimiento de la enfermedad y a nuevos tratamientos hasta ahora impensables. Tenemos fármacos ya eficaces y el futuro resulta halagüeño».
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