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Entrevista

«La microbiota no es la panacea, pero sí una terapia complementaria para algunas enfermedades»

Entrevista a Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra

Ignacio López-Goñi es catedrático de Microbiología ARCHIVOLA RAZÓN

Entusiasta de su trabajo, Ignacio López-Goñi es un gran divulgador, capaz de explicar de forma sencilla cuestiones tan complejas como la vinculación del intestino y el cerebro, uno de los temas más apasionantes de la medicina actual. Catedrático de Microbiología y director del Museo de Ciencias de la Universidad de Navarra, acaba de publicar «Microbiota y salud mental», una obra que desgrana cómo alterar o modificar las bacterias intestinales para ganar salud mental.

Cada vez se habla más de microbiota... ¿Es una moda pasajera?

Parece que estamos en la edad de oro de la microbiota porque hay miles de trabajos de investigación en marcha que tratan de entender cómo funciona y su impacto en la salud, pero realmente creo que estamos en la edad de piedra.

¿Esto solo acaba de empezar?

Sí. Necesitamos más estudios clínicos y con mayor amplitud. Nos falta entender cuál es el mecanismo molecular por el que se relaciona la microbiota con el organismo. Cuando avancemos en ello podremos plantear soluciones para algunas enfermedades.

Parece la panacea de muchas patologías... ¿Es un error considerarla así?

Puede parecerlo, pero queda mucho para que sea una realidad. Ahora no estamos en situación de que sirva para reemplazar ninguna terapia, pero sí está demostrando ser un buen complemento para el abordaje integral de muchas enfermedades.

¿Se está abusando del concepto de microbiota y de sus bondades?

Hay dudas de los análisis de microbiota que se hacen ya en cualquier laboratorio. La microbiota de una persona es muy variable y sacar conclusiones realmente útiles para la salud resulta muy difícil. No todo vale. De hecho, ni siquiera la comunidad científica se ha puesto de acuerdo todavía en explicar qué es una microbiota sana y qué composición de microorganismos ha de tener.

¿Hasta qué punto las bacterias del intestino marcan nuestra salud mental?

Se ha demostrado que esa comunidad de microorganismos del intestino influye en la salud en general, y en la salud mental en particular, pero hay cuatro líneas de investigación fundamentales: una es por el papel de la inflamación; otra a partir del nervio vago; otra los metabolitos y la producción de algunos neurotransmisores y, en cuarto lugar, la disbiosis intestinal, pues se ha visto, por ejemplo, que la microbiota de una persona con enfermedad mental es diferente.

Precisamente la depresión o la ansiedad son problemas crecientes. ¿Podemos frenarlas gracias a esos microbios?

El problema es que todavía no sabemos si hay una relación causa-efecto, es decir, no sabemos qué es primero, si la depresión que modifica las bacterias intestinales o, si por el contrario, una alteración en esos microorganismos hace más probable que se desarrolle un problema de salud mental. En todo caso creo que controlar esa microbiota será una buena terapia complementaria, pero no de reemplazo para solventar la depresión.

¿Qué piensa de los psicobióticos?

Los resultados sugieren que quizá en algunas personas puede tener algún efecto. Ese es el estado actual, pero creo que su futuro sí puede ser apasionante.

¿Cómo vislumbra ese horizonte?

La microbiota marcará un cambio de paradigma en la medicina personalizada. En unos años, según la patología a la que nos enfrentemos y en función de la microbiota intestinal de cada paciente, se podrá recomendar un cóctel de bacterias y virus específico que mejore esa enfermedad como parte de la terapia integral que se realice.

Mientras tanto... ¿Cómo se puede mejorar esa microbiota?

La dieta mediterránea, equilibrada y variada, es la mejor aliada para una microbiota abundante y diversa, que es sinónimo de salud.