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Opinión

Mónica García tira de aborto para tapar el cabreo médico

Los sindicatos están hartos, y los sanitarios a los que representan, más aún

Mónica García, ministra de Sanidad Diego RadamésEUROPAPRESS

Agotada ya la cortina de humo del tabaco, la ministra de Sanidad ha tenido que tirar esta semana de otra diferente, la del aborto, para tratar de tapar, sin gran éxito, la nueva tormenta que se le ha echado encima. Los sindicatos están hartos, y los sanitarios a los que representan, más aún. El Gobierno está paralizado, no hay Presupuestos Generales del Estado ni visos de que esta legislatura lleguen a ver la luz y el Ministerio de Sanidad es un desastre sin paliativos. Encima, ven que el otoño acelera la llegada de virus y que la saturación de la atención primaria, las urgencias y las camas de agudos de los hospitales se atisba en el horizonte, sin que las plantillas crezcan y sin que nadie haga nada. Tan solo, reprocharles que apenas realicen interrupciones voluntarias del embarazo.

Para colmo, el departamento de Mónica García parece empeñado en echar más leña al fuego con un proyecto de Estatuto Marco malo de solemnidad. El texto no gusta ni a las organizaciones profesionales ni de clase, ni a los auxiliares, ni a los médicos, ni a los profesionales de derechas ni a los de izquierdas. No, no gusta y tampoco cuela el burdo intento de la ministra médico de esparcir responsabilidades sobre las comunidades mediante la socorrida alusión a la famosa cogobernanza porque aunque estas tienen las competencias, el marco general lo alumbra Sanidad y el que dibuja en las mesas de negociación no solo no mejora las condiciones laborales en la sanidad, sino que las empeora. De ahí la protesta sindical del miércoles y la huelga médica de este viernes, la segunda que se realiza contra la ministra, que también ha fracasado en su intento de dividir en dos a los facultativos echando mano de organizaciones amigas. El cabreo es tal que la protesta se ha extendido por toda la Sanidad.