Del Neuralink al «pellet» hormonal

Se ha habado mucho esta semana de Elon Musk y de su implante Neuralink en el cerebro para hacer que vean los ciegos y anden los inválidos. Bienvenidos los avances tecnológicos que permiten a las personas vivir más y mejor, aunque es importante leer la letra pequeña, no vaya a ser que haya efectos imprevistos.

La tecnología es cada vez más eficaz como soporte de la humanidad, con centenares de aplicaciones en salud. Prótesis de brazos, piernas, cadera, implantes dentales, trasplantes y operaciones complicadísimas que se resuelven en minutos. En España se están empezando a hacer ahora, por ejemplo, los denominados implantes tipo «pellet», entre ellos el denominado «chip de la juventud», que al parecer aumenta el nivel de energía, protege la función cardiovascular, mejora la masa muscular, activa el sueño, el estado de ánimo, la memoria y la concentración.

La clave para tanto beneficio está en que el «pellet» libera una o varias hormonas (testosterona, estradiol, etc.) de forma sostenida y similar a como trabajan el testículo y el ovario. Sabido es que a partir de los 40 años disminuye nuestro nivel de hormonas, dando lugar a la andropausia y la menopausia, acompañado de múltiples problemas. Este «pellet», del tamaño de un gramo de arroz y colocado en el glúteo o algún tejido adiposo, nos renueva hormonalmente. Eso sí, debe ser prescrito por un médico especialista, que decide la cantidad y el tipo de hormonas.

Claro que, como advierte el cardiólogo y profesor Manuel de la Peña, presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, hay controversias científicas sobre los beneficios y riesgos, por lo que se debe descartar determinadas patologías, entre ellas el cáncer. No todo el mundo se lo podrá colocar. Sólo en casos de compatibilidad. Pero es bueno saberlo.