Despropósito
¿Para qué se mantiene en pie el Ministerio de Sanidad?
El Gobierno ha hecho un uso claramente partidista del Ministerio de Sanidad
A lo largo de esta legislatura, el Gobierno ha hecho un uso claramente partidista del Ministerio de Sanidad. No sólo por todo lo acontecido a lo largo de la pandemia, con estados de alarma a la carta incluidos, sino, sobre todo, por el manejo de numerosos asuntos de forma interna y en foros como el Consejo Interterritorial de Salud, el máximo órgano de coordinación sanitaria del conjunto del Estado. El tic de empoderar al Ministerio para lo que convenía y de encogerlo alegando para ello las transferencias ante cualquier problema ha sido una constante en todos los ministros que han pasado en tan pequeño intervalo de tiempo.
En atención primaria, por ejemplo, Sanidad no ha dudado en culpar a las comunidades de la tensa situación en la que se encuentra instalada con el argumento de que las competencias de gestión están en manos de ellas, olvidando decir que al igual que eso es cierto, la planificación de los sanitarios que trabajan en ese nivel asistencial corre a cargo de la autoridad central, y ésta ha fracasado de plano en su cometido, como puede apreciarse ahora.
El caso es que Sanidad escurre el bulto ante las huelgas y las protestas –salvo si se producen en feudos del PP, que entonces se dedica a arremeter–, pero luego vende como gestas del Gobierno inversiones en infraestructuras que deberían correr a cargo de las autonomías. Otro tanto sucede con las listas de espera, disparadas de forma vergonzosa durante el mandato de Pedro Sánchez. Para Sanidad, las culpables son las comunidades, y para éstas, la responsabilidad recae en la asfixia financiera del Gobierno y en su nefasta planificación de los recursos humanos. Si el Ministerio no está para la primaria ni para las listas de espera, ¿para qué se mantiene todavía en pie?
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