Opinión

La Sanidad en pleno suspende a la ministra comunista

El fuerte rechazo provocado en el sector debería llevar a la ministra a presentar la dimisión

La ministra de Sanidad, Mónica García, durante el último pleno del Congreso de los Diputados.
La ministra de Sanidad, Mónica García, durante el último pleno del Congreso de los Diputados.Gonzalo PérezLa Razón

Mónica García no da una a derechas... ni a izquierdas. Después de echar encima del Gobierno a todos los médicos de este país con una redacción del nuevo Estatuto Marco regulador de las profesiones sanitarias impregnada de sectarismo, que desencadenó hace ocho días una manifestación histórica contra Sanidad en Madrid, la ministra ha vuelto a enfadar a este colectivo y a soliviantar a la industria y la distribución farmacéutica, y a los farmacéuticos, con un proyecto de ley del medicamento tan errático como poco oportuno, cuya redacción está destinada a aplacar las presiones de Europa, que exigía a España una nueva normativa.

El texto elaborado por García y su equipo se desdice con respecto al borrador anterior, al mantener los copagos de los fármacos como están, sin rebajas para las rentas más bajas, acota la libre prescripción de los facultativos y pone en jaque a los laboratorios. En un documento conjunto sin precedentes, las patronales del sector –de medicamentos huérfanos, innovadores, genéricos, biosimilares...–, apuntan que el anteproyecto echa por tierra la Estrategia Farmacéutica firmada con Pedro Sánchez y alertan de que corre serio riesgo el tejido industrial español y el abastecimiento de medicinas. Aseguran que en caso de aprobarse en sus términos actuales, el texto hace «inviable la continuación de muchas líneas de producción de medicamentos en España» e intensifica «los actuales problemas de suministro de medicamentos, en un mercado ya muy tensionado en España y en Europa». Aunque es cierto que la norma es un brindis al sol susceptible de cambios al haberse aprobado solo en primera vuelta, y tener pocos visos de llegar a ver la luz, el fuerte rechazo provocado debería llevar a la ministra a presentar la dimisión.