Educación
14 maratonianas horas de tareas escolares llevan a un niño chino al borde del colapso
El caso de Liangliang ha dado la vuelta al mundo y revela la feroz competitividad del sistema educativo del gigante asiático
Un niño de 11 años ha sido la última víctima de las despiadadas exigencias del sistema educativo chino al ser internado de urgencia tras dedicar 14 horas ininterrumpidas a completar sus tareas estivales. Abrumado por la presión familiar, Liangliang presentó un cuadro clínico severo: taquipnea, vértigo, cefalea intensa, parestesia en extremidades y tetania en manos, adoptando una deformidad en garra, según informó el diario hongkonés «South China Morning Post». Los facultativos diagnosticaron alcalosis respiratoria por hiperventilación, un trastorno potencialmente letal desencadenado por un estado de angustia emocional extrema.
El suceso expone la cultura de competitividad feroz que impregna el sistema educativo del gigante asiático, donde los estudiantes enfrentan cargas descomunales de trabajo académico desde edades tempranas.
Sometido a una maratón de estudio desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche sin pausas, el menor colapsó bajo el peso de las expectativas parentales. Una hora más tarde su condición se agravó, manifestando signos de ansiedad aguda que derivaron en disnea severa y contracturas musculares. Sus progenitores, alarmados por la crisis, lo trasladaron de inmediato a emergencias. En el Centro Hospitalario de Changsha, de la provincia de Hunan, los especialistas identificaron la hiperventilación como el desencadenante principal, un fenómeno donde la respiración acelerada y profunda provoca una reducción crítica del dióxido de carbono en sangre, generando alcalosis metabólica. Esta alteración induce síntomas como opresión torácica, palpitaciones, hormigueo periférico y, en casos graves, tetania carpopedal, caracterizada por la rigidez en forma de garra en las manos. Mediante la aplicación de una mascarilla respiratoria y técnicas de reeducación ventilatoria, los síntomas de Liangliang remitieron progresivamente, evitando un desenlace fatal.
Este caso no es un hecho aislado en el contexto educativo de la segunda potencia económica global, donde un modelo académico implacable, centrado en pruebas de alta exigencia como el «gaokao», desencadena un estrés crónico que compromete gravemente la salud mental de los estudiantes.
El examen nacional para acceder a la universidad evalúa conocimientos en matemáticas, lengua china, inglés y ciencias, definiendo el porvenir profesional de millones de personas anualmente. Considerada una de las pruebas más rigurosas del planeta, su preparación demanda años de estudio intensivo, con jornadas que frecuentemente superan las 12 horas diarias, dejando escaso espacio para el reposo o el desarrollo personal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió advertencias sobre las consecuencias devastadoras de esta presión, reportando tasas alarmantes de trastornos de ansiedad, depresión mayor y, en casos extremos, conductas autolíticas entre adolescentes.
El precio de la excelencia
En 2021, el Ejecutivo liderado por Xi Jinping implementó políticas para mitigar la sobrecarga de tareas escolares y restringir las academias privadas de refuerzo, conocidas como «buxiban», que proliferaban para preparar a los candidatos al «gaokao». No obstante, estas iniciativas han mostrado resultados insuficientes ya que la cultura de competitividad extrema y las expectativas familiares continúan arraigadas, perpetuando un entorno donde los menores enfrentan una carrera desenfrenada hacia la cumbre académica.
Desde una perspectiva médica, la presión prolongada puede inducir alteraciones psicofisiológicas, como hiperactivación del eje hipotálamo –hipófisis– suprarrenal, elevando los niveles de cortisol y desencadenando síntomas somáticos graves, como los observados en Liangliang.
El incidente ha desatado un debate en las redes sociales chinas, donde se cuestiona la sostenibilidad de un modelo educativo que prioriza el éxito sobre la salud integral, lo que lleva a las nuevas generaciones a límites físicos y psicológicos extremos. La cultura de excelencia implacable persiste. Expertos en educación advierten de que, sin cambios estructurales, casos como el de Liangliang persistirán. Crear entornos escolares que equilibren exigencia y bienestar, junto con una mayor concienciación de los progenitores, es esencial para prevenir.