Sociedad

La Canonja: la falta de viento evitó la tragedia

La empresa de la petroquímica Iqoxe defiende su actuación, mientras los fallecidos ascienden a tres y algunos expertos denuncian que sí se produjo una nube tóxica

Aitor Joel sostiene el proyectil que impactó a pocos metros de la pista donde se encontraba jugando al futbol con sus amigos
Aitor Joel sostiene el proyectil que impactó a pocos metros de la pista donde se encontraba jugando al futbol con sus amigosMiquel GonzalezMiquel González / Shooting

Las inmediaciones del polígono en el que el martes explotó la petroquímica amanecieron cubiertas de cascos. Eran restos de la propia cubierta de la planta. El resultado fue de tres muertos, ocho heridos y la sensación de que Tarragona rozó la tragedia. La onda expansiva destrozó ventanas y escaparates de los edificios cercanos. Con la investigación en marcha, las dudas y las especulaciones no dejan de crecer. No en vano, tras la explosión, pese a que la Generalitat lo niega, se formó una nube tóxica que, según algunos expertos, podría haberse desplazado a las poblaciones vecinas si el viento hubiese hecho acto de presencia.

«El viento podría haber arrastrado la nube tóxica a la Canonja o Vilaseca y entonces, probablemente, estaríamos hablando de más víctimas», sentencia Joan Ramon Mendo, químico del grupo ecologista GEPEC. El resultado, en cualquier caso, ha sido de tres fallecidos –él último estaba ingresado en estado crítico– . El fallecimiento más sorprendente fue el de Sergio, un vecino del barrio de Torreforta. Una pieza de la cubierta salió despedida casi tres kilómetros hasta su edificio, en de la plaza García Lorca, causando la muerte del hombre, que vivía en el piso inferior al que sufrió el impacto al desprenderse su techo, por la fuerza del proyectil que pesaba cerca de una tonelada. La tapa del reactor entró por la ventana, según explicó el alcalde de Tarragona, Pau Ricomà. «Casi inverosímil», reconocía pese a tratarse de la «hipótesis más probable» que manejan los técnicos para conocer la causa de la muerte de Sergio, que falleció en su casa del barrio tarraconense de Torreforta a consecuencia de la explosión en la industria IQOXE, situada en La Canonja.

La petroquímica está en una zona que aglutina a unas 300.000 personas. Muchas de ellas tuvieron que confinarse temporalmente durante el suceso, tal y como marca el protocolo. Pero algo falló. En ningún caso sonaron las sirenas y solo hubo un coche con megafonía recorriendo algún que otro pueblo, lo que se consideró insuficiente a todas luces por parte de las autoridades locales y muchos vecinos.

La falta de las sirenas de alarma irritó de esta manera en buena parte a los alcaldes y vecinos de la zona, que además se quejaron de una falta de información impropia del siglo XXI, seguramente en referencia a las nuevas tecnologías, léase móvil, y las redes sociales.

Pero la ausencia de las alarmas por alerta química no fue lo único que enervó a los vecinos. Ayer por la tarde se manifestaron para protestar básicamente contra Iqoxe, al considerar que no avisaron a tiempo de las explosiones, la más grave en una petroquímica española en más de una década. Preguntadas por el motivo por el que no sonaron las sirenas, fuentes de Protección Civil se limitaron a decir a LA RAZÓN que «no se activaron». Encargados del asunto de las sirenas y alarmas, este departamento admitió que «hay sistemas de avisos con mayor alcance y precisión del que disponemos ahora (sirenas y Twitter), como por ejemplo el cell broadcasting, que permite enviar mensajes a todos los móviles en una zona determinada, sin que los usuarios del móvil tengan que hacer nada, y existe en otros países. En teoría lo tendríamos que tener antes de 2022». La Generalitat fue un poco más allá y aseguró que las alarmas no se activaron ya que la nube solo afectó al polígono y en ningún caso a los poblaciones adyacentes. De hecho, aseguraron que «no hubo ninguna nube tóxica» , ni afectados fuera del polígono, con la excepción del fallecido en el barrio tarraconense de Torreforta.

Lo cierto es que el trágico incidente pone de manifiesto errores, de la compañía o del protocolo. Según protección Civil la empresa afectada no informó inmediatamente de la sustancia que estaba ardiendo ni tampoco a los vecinos, lo que explica la tardanza en las advertencias a Protección Cevil y a los propios vecinos. De hecho, el jefe de guardia del operativo de los bomberos, Albert Ventosa, aseguró en el lugar del suceso que cuando sus efectivos se desplazaron al lugar no sabían con exactitud ni lo que había pasado ni dónde.

En cualquier caso, la Generalitat se ha comprometido a revisar los protocolos de seguridad para aprovechar las nuevas tecnologías sin depender de las alarmas. Al fin y al cabo, esta zona de Tarragona es especialmente delicada ya que alberga la petroquímica más grande del sur de Europa y dos centrales nucleares, situadas a escasos kilómetros. ¿Están preparados entonces los residentes en esta zona pafra cualquier situación conflictiva? Según los expertos consultados por este periódico, «sí, porque cada año se realizan pruebas», una opinión no compartida exactamente por los alcaldes afectados, que tras este último percance piden una modernización total de los sistemas de alarma.

Desde Protección Civil, aseguraron a este diario que «después de cada emergencia importante se realiza una evaluación para detectar las posibles mejoras. Tenemos detectadas algunas en los sistemas de avisos de la mano de todos los cuerpos de emergencia implicados, entre locales y otros». Por su parte, el consejero de Interior, Miquel Buch, pidió al Gobierno que agilice las normativas necesarias para permitir que se pueda avisar directamente a los teléfonos móviles de los ciudadanos de emergencias, en referencia a la explosión de la petroquímica Iqoxe.