Coronavirus

Datos que no dibujan la realidad

En esta guerra contra el enésimo virus que llega a Europa la supervisión y censura oficiales de las informaciones adquiere vital importancia

HOMENAJE A LOS SANITARIOS DEL HOSPITAL INFANTA ELENA DE VALDEMORO (MADRID)
Varios sanitarios agradecen la asistencia al homenaje que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ofrecen diariamente a los sanitariosOscar J. Barroso / Europa PressOscar J. Barroso / Europa Press

Durante esta crisis se ha constatado, también en materia sanitaria, la insostenibilidad de un colosal Estado autonómico formado por 17 mini reinos y un débil Ministerio nacional de Sanidad. En esta guerra contra el enésimo virus que llega a Europa la supervisión y censura oficiales de las informaciones adquiere vital importancia.

En todos los conflictos se ha perseguido a los que divulgan bulos o noticias falsas para mermar la moral de las tropas en el frente y de los civiles en la retaguardia, ya que sin este control las sociedades se derrumbarían y con ellas la voluntad de resistencia de las fuerzas armadas en primera línea, facilitando al enemigo su victoria, que sería un mero paseo militar.

La Administración debe dar ejemplo de transparencia para evitar que el rumor acabe imponiéndose a la verdad estadística. Un ejemplo de exposición correcta de los datos es el italiano, en su web diariamente se facilita la situación a las 18:00 horas.

En la conferencia de prensa de la tarde del 6 de abril se especificaba: 132.547 casos totales, de los cuales 93.187 son personas actualmente positivas, 16.523 fallecieron y 22.837 se recuperaron. Entre las 93.187 positivas: 60.313 están en aislamiento en el hogar, 28.976 hospitalizados con síntomas y 3.898 en cuidados intensivos. Se llevan realizados 721.732 test.

En el parte de guerra diario que emite el Ministerio de Sanidad español, que lo hace de forma tardía, a partir del mediodía del día siguiente. No nos informa de la situación de las personas actualmente positivas, no sabemos cuántas están en aislamiento en sus domicilios, cuántas en UCI y cuántas en planta hospitalaria, ni cuántos test se han llevado a la práctica. Es un secreto de Estado, o mejor dicho, autonómico.

En sustitución de la verdad se nos informa de los «casos que han precisado hospitalización» desde que comenzaron a registrarse y de los «casos que han ingresado en UCI», pero no referidos al día en cuestión, sino el acumulado desde el 31 de enero. Con esta enrevesada estadística no nos podemos hacer una idea ni siquiera aproximada de la magnitud del problema en nuestro país.

No sabemos qué porcentaje de UCI están ocupadas y libres, cuántas personas están hospitalizadas fuera de las UCI, y las decenas de miles positivas que deben estar en aislamiento en su hogar. Para añadir más confusión ahora surge la discrepancia entre fallecidos oficiales y reales. Alimentada sin duda por la ausencia de autopsia a los muertos provocados probablemente por el coronavirus, a la catalogación como por coronavirus, a los criterios localistas de las diecisiete sanidades públicas españolas, o a la mera ocultación, manipulación o incompetencia