Mayores Clece

“La situación habría sido diferente si hubiera habido tests y trasladado a los hospitales a los enfermos de los centros de dependientes”

Las residencias de mayores y de personas con graves dolencias neurológicas han sido las grandes olvidadas de esta crisis. Esta tesis está muy extendida, al igual que la de que los efectos hubieran sido peores sin el esfuerzo inhumano de sus trabajadores y directivos

El Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía cuenta con 140 residentes
El Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía cuenta con 140 residentesLa Razón

La falta de análisis para identificar a los afectados por el Covid-19, sobre todo a los asintomáticas, ha hecho que, hasta hace escasos días, los profesionales sanitarios y asistenciales de los centros que acogen a personas con diferentes niveles de dependencia hayan tenido que trabajar a ciegas. Estas circunstancias eran más graves aún en el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía. Las explicaciones de su directora, Cristina Rodríguez, algo más tranquila hoy, aunque se le saltan las lágrimas cuando se le recuerda lo que ha pasado este mes largo, son diáfanas: “Nuestro perfil de residente no expresa sus sintomas. Son enfermos con un deterioro cognitivo que no pueden manifestar lo que les pasa. No pueden decir ‘me encuentro destemplado’, o ‘me duele la cabeza, la garganta o cualquier otro órgano’, o ‘tengo malestar general’, o ‘me siento cansadísimo’... No pueden exteriorizar lo que sienten, por lo que valorarlos exige una labor titánica por parte de los médicos, enfermeras y gerocultores. Si desde el principio nos pudiéramos haber anticipado detectando los infectados, la situación hoy en día hubiera sido muy distinta”.

El director de Operaciones de Clece, Jesús Nogales, precisa: "Uno de los lastres ha sido la falta de pruebas analíticas. Sin ellos, la gestión está muy condicionada. Careces de garantía de que los residentes estén bien catalogados. Estás en manos del ojo clínico del geriatra. Al final, la decisión que se tomó fue la de aislarlos. Llevamos un mes así”. En este sentido, recalca: "Hay que hacer tests recurrentes a los residentes y a los trabajadores. La Administración debería establecer una periodicidad”.

Además, recuerda Rodríguez, “nuestros residentes eran considerados no hospitalizables por las autoridades sanitarias”. "Al principio, -explica el director de Operaciones de Clece-, cuando no estaba tan tensado el sistema sanitario, sí se podían trasladar; durante el colapso, no hemos podido llevar a nadie; ahora que parece que hay un mayor relajamiento, estamos empezando a ingresar a algunos. Pero no entiendo por qué ahora, que la situación ha cambiado, no podemos llevar a hospitales a todos los positivos. No tiene sentido que mantengamos ese foco de riesgo. Lo lógico es que salgan de las residencias. No es razonable que se esté desmontando o reduciendo las instalaciones de Ifema y sigamos teniendo en estos centros a personas con sintomatología”. Las residencias, apostilla, “son hoy pequeños hospitales; las actividades psicosociales propias no se están realizando”.

Evidentemente, los 140 residentes de un complejo como éste, con dolencias neurológicas muy graves, "constituyen una población de altísimo riesgo; son más vulnerables que cualesquiera otros”, afirman. Durante estos casi 40 días han fallecido 26 personas –aunque confirmados de coronavirus solo 6, pero no se puede olvidar que la media de fallecimiento mensual en los años anteriores era de dos-. De momento, nueve trabajadores han dado positivo, aunque se han registrado más bajas por síntomas que posteriormente no se han corroborado.

“Las residencias de mayores y los centros especializados como el nuestro han sido los grandes olvidados durante esta crisis”, apunta Cristina Rodríguez. Ella y Jesús Nogales hacen hincapié en que, "desde el primer momento, dadas las características de las personas que acogemos, pedimos medicalizar el centro”. “Y sigue sin medicalizarse. Sí hemos sido intervenidos por parte de la Comunidad de Madrid que ha puesto una interventora asistencial, que es la directora de un centro de mayores”, añade. Totalmente. “No solo residencias, sino los servicios sociales –residencias, ayudas a domicilio, etc...- han sido los grandes olvidados porque se está haciendo una labor increíble e impresionante por parte de todos los profesionales, tanto sanitarios como asistenciales. El sector sanitario está haciendo un trabajo espectacular, pero también el asistencial y no está siendo reconocido de la mima manera. Está luchando contra el virus con unos medios precarios”.

La pregunta es evidente. ¿Se han sentido abandonados por las autoridades? “Sinceramente, sí”, responde Cristina Rodríguez. “En el momento que no puedes trasladar a una clínica a una persona sufres gran shock. Da igual que sea mayor o que padezca Alzheimer porque, al fin y al cabo, son personas que tienen los mismos derechos sanitarios que cualquier otra”. Claro que la situación era crítica, “pero se nos debería haber apoyado con pruebas diagnósticas, equipos de protección -afortunadamente nuestra empresa, Clece, se adelantó y se aprovisionó de bastantes antes de que se detectaran los primeros casos-. A otros centros residenciales les pilló de improviso”. "Lo que nos ha lastrado ha sido no poder derivar pacientes a los centros sanitarios y que nos pidieran que les atendiéramos como si esto fuera un hospital sin tener los medios necesarios: carecíamos de concentradores y de otro material imprescindible. Al principio, nos faltaba medicación; ahora tenemos que ir a recogerla a la farmacia de nuestro hospital de referencia, el Infanta Leonor”, explica.

El directivo de Clece y la directora de la residencia insisten en el esfuerzo ímprobo que han hecho tanto los trabajadores como la empresa que lo gestiona para minimizar el impacto de esta pandemia. Antes de que el Gobierno decretase el Estado de Alarma, se tomaron numerosas medidas en distintas direcciones. Se comunicó a los familiares la aparición de casos positivos; se celebraron reuniones con los comités de Seguridad y Salud; se entregaron registros a los trabajadores con los nuevos riesgos por posible contagio de coronavirus; supresión de visitas de familiares; creación de zonas de aislamiento; gestión de residuos biosanitarios adquiriendo contenedores adicionales por si se produjeran residuos derivados de un aislamiento por sospecha o contagio; incremento de la desinfección y sustitución de los procedimientos de limpieza habituales por los de limpieza hospitalaria, así como en los de lavado de ropa y de vajilla; formación e Información a los trabajadores sobre la nueva situación sobrevenida, y suministro de equipos de protección. También se llevaron a cabo otras acciones para acondicionar las dependencias: compra de carros para el reparto de comida en habitaciones, cámaras frigoríficas de gran capacidad para los cadáveres hasta la llegada de la funeraria, así como cañones de ozono y máquina Xenex. Asimismo, se aumentó el personal sanitario y asistencial, así como el de mantenimiento y cocina. Además, comunicación fluida y directa con los departamentos de prevención de riesgos laborales y con las autoridades de la Consejería de Asuntos Sociales, además de envío diario de informes de situación a todos los organismos.

Adicionalmente, desde el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía se han remitido diferentes escritos a las distintas administraciones y autoridades competentes desde el comienzo de la crisis solicitando colaboración, apoyo de personal, la consideración de la Residencia como Centro Médico Hospital con designación de un director médico al frente; asistencia médica y sanitaria; realización de pruebas rápidas, y derivación de enfermos al hospital de referencia, etc.

El director de Operaciones de Clece lamenta que estos centros asistenciales no hayan visto un duro del fondo de 300 millones de euros que preveía el Real Decreto Ley 8/2020. No se ha visto nada. Las empresas no sabemos nada de eso. “Todos los incrementos de gasto que hemos asumido –concluye- están yendo contra las costillas de las propias empresas, que lo hacen de mil amores, pero no es lógico”.