Coronavirus

El análisis: 17 formas de enfrentarse a un monstruo

Urgen medidas contundentes que requieren de un mando único, voluntad para aumentar las sanciones y el uso de la fuerza pública para reprimir la indisciplina social

Video conferencia con los presidentes autonómicos
Video conferencia con los presidentes autonómicosArmando ÁlvarezAgencia EFE

El Estado de Alarma de marzo requería, según palabras textuales de Sánchez, de «disciplina social» para ganar la batalla. Que pregunten a los maestros y profesores españoles por la «disciplina social» de parte de los niños y jóvenes. A las policías locales y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por la de algunos adultos. Los diecisiete sistemas educativos públicos españoles, además de ser un fracaso en cuanto a formación, como lo atestigua la UE y la OCDE, son ineficientes en disciplinar a todos los niños y jóvenes de cara a su integración en la sociedad. En cuanto a la seguridad, los sindicatos y asociaciones profesionales policiales dudan que este Gobierno permita tramitar todas las denuncias impuestas desde el 15 de marzo. La permisividad no refuerza la pretendida «disciplina social», sino todo lo contrario. Algún día conoceremos el número real, altísimo, de fallecidos por la pandemia y el porcentaje, ínfimo, de multas que finalmente se tramitaron.

La guerra contra el COVID-19 se ganará reprimiendo dura y eficazmente todas las conductas irresponsables, y con publicidad para que cumpla su función ejemplarizante y disuasoria. Ni durante el Estado de Alarma, ni tras su supresión, de la que ya han transcurrido 12 semanas, el Estado ha perseguido realmente la «indisciplina social». Frente a una minoría irresponsable e indisciplinada, hay una enorme mayoría dispuesta a aceptar sacrificios. Ya lo atestiguaron las encuestas de opinión pública divulgadas a lo largo de las catorce semanas de la reclusión domiciliaria. Un porcentaje que fluctuaba entre los dos tercios y el setenta por ciento de la población española consideraba que no se daban las circunstancias para el fin del confinamiento y que voluntariamente aceptarían un alargamiento del aislamiento en el domicilio. El gobierno desoyó la opinión pública y procedió a una «liberación» demasiado temprana, y además cedió a las autonomías buena parte de la responsabilidad que había asumido como único mando. Ahí empezó el desastre en el que estamos en la actualidad. Cuando finalizó el confinamiento en España se habían contabilizado 246.504 casos de infectados y en Italia, 238.499. A simple vista estábamos muy igualados, pero proporcionalmente no, Italia cuenta con sesenta millones de habitantes y España con cuarenta y siete. La proporción por millón de habitantes era escandalosamente alta para España con 5.245 casos, frente a 3.975 por millón de Italia. En la semana anterior al 21 de junio, cuando decae el Estado de Alarma, en España se contagiaron en esos siete días 2.176 personas y en Italia 1.209.

En esta última semana, en España se han registrado 28.451 casos (ver los partes de Actualización de Enfermedad por el Coronavirus números 180 a 185, ambos inclusive, emitidos por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, que dirige el mediático Fernando Simón. Pero en este mismo periodo de tiempo, en Italia los casos se limitan a 2.480. En la última semana España ha tenido un 1.147% (1.147 por cien) más de casos más que Italia. ¿Qué está haciendo el Gobierno español?, o mejor dicho ¿Qué está permitiendo el Gobierno español hacer o dejar de no hacer a las diecisiete autonomías? ¿Cuándo tomará el mando único? ¿De verdad necesitamos diecisiete sanidades públicas que hagan cada una la guerra por su cuenta? El sentido común, y buena parte de las organizaciones colegiales médicas, abogan por una vuelta a la recentralización de la sanidad para ganar en efi ciencia y operatividad, al tiempo que se ahorrarían cuantiosos recursos económicos, que se revertirían en aumentar la calidad del servicio nacional de salud. Pero este salto cuantitativo de la última semana en España con respecto a Italia no es novedoso.

Desde el fin del Estado de Alarma se han acumulado en España 85.507 casos, frente a los 12.688 de Italia, un 673,9% más en España que en Italia. Pero como hemos visto en la última semana ese porcentaje prácticamente se ha duplicado. El crecimiento de la enfermedad en nuestro país crece de modo exponencial. Se requieren medidas contundentes que obviamente requieren, mando único, confinamientos selectivos de barrios, ciudades, provincias o regiones, voluntad de aumentar las sanciones y el uso de la fuerza pública para reprimir adecuadamente las situaciones de falta de disciplina social. Un factor determinante para levantar el Estado de Alarma el 21 de junio fue la bajada continuada y sostenida de la tasa de contagio de la enfermedad, que era del 0,09% en España en esa fecha. Doce semanas después se encuentra en el 1.50%, casi diecisiete veces más. Porcentaje que contrasta con el italiano que fue igual al español en junio, del 0.09% pero que ahora está en el 0.20%, aunque en Italia se duplica su tasa de junio, no la multiplica por diecisiete como le ocurre a España. Todos los países de Europa registran rebrotes, pero España es una excepción por su descontrol y magnitud, liderando Europa en contagios nuevos. Como referíamos más arriba, España sale del confinamiento con 5.245 casos por millón de habitantes. Los datos del último parte del Ministerio de Sanidad elevan esa proporción a 7.294. Desde el 21 de junio hemos incrementado en un 39.0% el número de casos por millón de habitantes, creciendo en 2.049 casos por millón. Mientras que Italia ha pasado de 3.975 a 4.204 casos por millón, creciendo en 229 casos por millón, es decir solo un 5.8%. Es el resultado de afrontar el desconfinamiento o desescalada de dos formas muy distintas. De seguir este ritmo de contagios en España alcanzaremos los 400.000 casos en dos semanas y finalizaremos el verano con más de 500.000 casos. El decepcionante resultado de la reunión de este viernes entre el ministro y los consejeros regionales de sanidad, nos confirman la falta de un plan de actuación nacional que vaya más allá del cierre de discotecas y prohibición de fumar en la calle.

En estos momentos hay dos alternativas a este caos en el que se está sumergiendo el país; la vacuna o el confinamiento. La primera está aún lejana y la segunda ya está tardando en adoptarse. Pero el gobierno lo apuesta todo a la disponibilidad temprana de la vacuna para evitar tomar la medida del confinamiento. Pero la realidad le está demostrando que debe ponerse al frente de la nación como hizo en marzo.