Sucesos
Cae Carlos Silla, el narcolanchero gallego que metió el mayor alijo en un velero: 5,2 toneladas de cocaína
Es hijo de un abogado de traficantes y ahora ha sido detenido por la Policía Nacional tras un mes en alta mar
Carlos Silla Otero aprendió desde muy pequeño que para ser un cotizado transportista en Galicia era muy importante saber manejarse bien en el mar. Nacido en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) hace 35 años, proviene de una familia acomodada y ya desde el colegio se codeó con los hijos de los más reputados traficantes de la comarca de O Salnés. No solo en el patio escuchaba historias de alijos o los caprichos que podían permitirse los llamados «señores de la droga», en casa también se dio cuenta pronto de qué iba el asunto. Su padre, Fernando Silla Conejero, es un abogado valenciano que se afincó en esta zona gallega sabedor de que había un buen caladero de clientes por problemas con el tráfico de drogas. El letrado no llevó nunca la defensa de ninguno de los grandes clanes gallegos pero sí varios pleitos relacionados con el asunto y, aunque hace poco fue condenado por quedarse con el dinero de la fianza de un cliente, su hijo Carlos sacó varias claves de lo que no se debe hacer en una entrada de cocaína.
Navega con mala mar
Mal no le ha ido porque, aunque los responsables policiales de Estupefacientes reconocen que su nombre ya había aparecido varias veces en investigaciones de este tipo desde hace una década (también a los agentes portugueses, que llevaban tiempo detrás de él), Carlos había logrado zafarse de la actuación policial. «Él, por lo que destacaba, era por su destreza para navegar en cualquier circunstancia y, además, sabía manejar las velas, cosa que no todos saben», explica un responsable del GRECO de la Policía Nacional de Galicia. «Ahora estamos en un momento crítico en el Atlántico con ciclones importantísimos estas semanas y él, calculamos, llevaría un mes en el mar». Carlos iba a bordo de un velero de 24 metros de eslora y dos motores y, aunque no sabían que era él quien manejaba la embarcación, la Policía sabía que se iba a producir una descarga de un barco nodriza.
La investigación comienza a raíz de una información del Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico, con sede en Lisboa y que se encarga de vigilar los pases que se producen el alta mar. Porque es allí, ya cerca de las costas portuguesas o gallegas, donde los mercantes cargados con droga que han partido de las costas latinoamericanas quedan a través de coordenadas con los narcolancheros gallegos, ya la segunda o tercera generación tras la saga de Sito Miñanco y compañía.
Vigilado desde agosto
Esta vez, en el marco de la «operación Marea Blanca», los investigadores tenían constancia de que se iba a producir el pase y estaban, ya desde agosto, pendientes del encuentro aunque no sabían quién iba a bordo del velero que alijaría en costas de la Península Ibérica. Para detectarlo participaron fuerzas del ejército EE UU y Portugal además de la Policía Nacional española. De hecho, EE UU activó la Sexta Flota del ejército del Aire y el abordaje corrió a cargo de los marines portugueses, según fuentes policiales.
Fue entonces cuando se toparon con Carlos Silla Otero que, por primera vez en su vida, experimentó qué se siente cuando la Policía te pilla con tal cantidad de cocaína en la bodega. Nada menos que 5.200 kilos distribuidos en fardos perfectamente apilados. No había mucho que explicar. Aseguran fuentes policiales que, durante las primeras horas desde que se produjo su arresto Carlos se mostró afable con los investigadores; hasta podría decirse que particularmente colaborador. Sabía perfectamente a lo que jugaba y conoce, también por el trabajo de su padre, cuáles son las reglas de juego. Sin embargo, al ser su primera vez, una vez pasada la emoción inicial, al verse en prisión provisional y reflexionar acerca del poco recorrido que va a tener su defensa, se vino abajo emocionalmente. De hecho, se trata de la mayor aprehensión de cocaína en un velero, según explicaron los responsables de Estupefacientes de la Policía Nacional, encargados de la investigación.
“Mejor no te digo cómo es la cárcel”
Hasta ahora, Carlos no tenía antecedentes policiales a pesar de llevar dedicado a la materia más de una década. Es más, sostienen los investigadores que ha podido cruzar el Atlántico una decena de veces en busca del famoso estupefaciente que transporta para una poderosa organización de narcotraficantes colombianos y venezolanos. Esta vez, le acompañaban en la complicada travesía Humberto Guerrero, un peruano con experiencia en estos menesteres, y Xabier F. A., un gallego amigo de Carlos sin experiencia pero que, como sus otros dos compañeros, sabía perfectamente que iban directos a la cárcel. Tanto es así Xabier que le preguntó a Humberto, algo más avezado en el tema de las prisiones, que cómo eran las cárceles portuguesas. «Mejor no te lo digo para que no te deprimas», le contestó el peruano. Tras efectuarse la detención en aguas portuguesas hace doce días, los tres han ingresado en prisión provisional en un centro penitenciario de Lisboa. Así ha culminado una operación dirigida por la Unidad Nacional de Combate al Narcotráfico de Estupefacientes de Portugal en colaboración con Udyco de la Policía Nacional y con la participación de la Marina y las Fuerzas Aéreas.
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