Opinión

Lograr lo impensable

Organizaciones de estudiantes participan en la protesta contra las reformas universitarias y en defensa de una universidad pública de calidad, ayer jueves frente al Congreso de los Diputados en Madrid
Organizaciones de estudiantes participan en la protesta contra las reformas universitarias y en defensa de una universidad pública de calidad, ayer jueves frente al Congreso de los Diputados en MadridKiko HuescaEFE

En 1954, cuando el movimiento estudiantil era inexistente y las universidades no llegaban a la veintena, se reguló el régimen disciplinario aplicable a los entonces llamados escolares. Y nadie desde hace 67 años, exceptuando una breve intentona en 2011, se había atrevido a tocar aquella regulación que, además de inconstitucional e impropia de nuestros tiempos, resultaba inaplicable.

Hasta hace un año. Rectores (Crue), estudiantes (Ceune y Creup) y el Ministerio de Universidades se sentaron y lograron lo impensable: una norma consensuada, que prioriza la convivencia y la mediación, y que contiene un régimen disciplinario del Siglo XXI. Pero la historia era demasiado bonita. El consenso, el acuerdo y el marco común para todo el país se rompieron con una (auto)enmienda presentada en el Congreso por los partidos del Gobierno y su socio preferente: Esquerra Republicana. ¿El contenido? Eliminar el marco común de mediación, reducir a un mínimo ridículo la convivencia, y dejar en la norma prácticamente nada más que las faltas y sanciones. ¿La finalidad? Nadie la entiende, y hemos podido comprobar que ellos mismos tampoco lo hacen. Un año de trabajo y diálogo, a la basura.

Y esto ha llevado este 18 de noviembre a los estudiantes a las calles, con el apoyo de la mayoría de Rectorados. La traición –sin dar explicaciones y aligerando el trámite parlamentario, como quien pretende esconder algo– debía ser respondida; y con la redacción de la nueva Ley de Universidades sobre la mesa, la oportunidad era inmejorable.

Y es que esta otra norma, la llamada Ley Castells, hoy por hoy no acaba de contentar a nadie, aún a pesar de que ya va por su enésimo borrador. Son muchos los intereses que chocan en esta negociación y, si nadie lo remedia, los males endémicos de nuestras universidades seguirán presentes y cada vez más acuciantes por los siglos de los siglos: infrafinanciación, desgobierno y precarización.

Guillermo Amilivia es vocal de la Comisión Permanente del Consejo de Estudiantes Universitarios del Estado (Ceune)