La Razón Solidaria
Un 10% de los perros tiene problemas cardíacos
Las revisiones en el veterinario son decisivas para detectar posibles enfermedades de corazón
En los últimos años ha habido un gran avance en la cardiología veterinaria, en parte, gracias a los avances tecnológicos que permiten hacer un diagnóstico más preciso y prematuro. Al mismo tiempo, ayudan a prescribir mucho mejor el tratamiento clínico y terapéutico, e incluso preventivo.
En este contexto, el laboratorio Boehringer Ingelheim lanzó la campaña «La vida en un soplo», con la que se ha propuesto concienciar a los propietarios de perros de edad avanzada de la importancia de acudir con regularidad al veterinario para la detección o la prevención de patologías cardíacas, que afectan a un 10% de los canes. Actualmente, el 74% de las visitas al veterinario son para vacunación y el 52% por rutina o control.
Edad, raza, género
Todos los perros pueden desarrollar una cardiopatía; aunque se ha demostrado que influyen factores como la raza, la edad y el género. Las enfermedades cardíacas más comunes en nuestras mascotas son la Enfermedad de la Válvula Mitral (EVM) y la Cardiomiopatía Dilatada (CMD).
La Enfermedad de la Válvula Mitral en los perros es bastante similar a la humana y las consecuencias fisiopatológicas que ocasiona también. «Quizás la mayor diferencia es en cuanto al tratamiento, ya que el hecho de reemplazar la válvula como se hace en personas no es una opción viable en la mayoría de los perros. Por ello, en el caso de los perros, debemos dar tratamiento médico para ayudar a la funcionalidad cardíaca y reducir la sintomatología clínica, intentando alargar el tiempo de supervivencia con buena calidad de vida», explica la doctora Iolanda Navalon, diplomada europea en cardiología veterinaria ECVIM y responsable del servicio de cardiología del hospital veterinario Anicura ARS (Barcelona).
La EVM es la alteración cardíaca más común en el perro, sobre todo en razas pequeñas (menos de 20 kg) y edad avanzada (de 5 a 8 años), donde la prevalencia puede ser mayor del 95%. El Cavalier King Charles Spaniel es la raza más predisponente, y puede verse en animales más jóvenes. No obstante, la enfermedad de la válvula mitral afecta a todas las razas de perros, incluidas las razas cruzadas: Caniche, Yorkshire terrier, Teckel, Bichón, Shi-Tzu, Schnauzer mini, Pomerania, Jack Russell y Fox Terrier.
La prevalencia en la población canina general de la CMD es del 0.5 al 1.1% y representa un 11% de todas las enfermedades cardiacas, con una mayor prevalencia en adultos (más de 10 años). También afecta la genética, y las razas con mayor predisposición a desarrollar esta enfermedad a una edad temprana son las grandes y gigantes, como Doberman, Boxer, Lobero, Gran Danés, Labrador, Golden Retriever, Pastor Alemán y San Bernando, entre otras.
Sin síntomas visibles
Desafortunadamente, estas cardiopatías a veces no presentan síntomas visibles o los presentan demasiado tarde, cuando la enfermedad está ya muy avanzada. Únicamente pueden detectarse a través de revisiones veterinarias que se aconsejan sean periódicas a partir de los 5 años.
El diagnóstico precoz siempre es una ventaja, porque «podemos anticiparnos a la enfermedad y dar tratamientos preventivos que pueden hacer que la sintomatología clínica aparezca más tarde en el tiempo o incluso no aparezca. Hay estudios clínicos basados en la evidencia que recomiendan empezar a tratar en fases asintomáticas, tanto de la EVM como de la CMD, proporcionando una mayor esperanza de vida», aconseja Navalon.
Según la doctora, «uno de los métodos diagnósticos más efectivos y rápidos es la auscultación cardíaca, con la detección de un soplo. Para valorar el grado de lesión y el estadio de la enfermedad, el gold estándar para el diagnóstico es la ecocardiografía».
Tanto la EVM como la CMD pueden tener un componente hereditario. El cumplimiento del tratamiento puede ser complicado, ya que son tratamientos crónicos, con varios fármacos administrados varias veces al día. No obstante, hay casos que el perro puede ser asintomático toda la vida y pueden convivir con la enfermedad, con o sin tratamiento.
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