Vacunaciones

Los beneficiosos encuentros en la cuarta dosis

El cuádruple refuerzo de las vacunas anticovid garantiza, a la semana del pinchazo, que el número de anticuerpos se multiplique por cinco

Dos personas son vacunadas contra la covid-19 en el WiZink Center de Madrid
Dos personas son vacunadas contra la covid-19 en el WiZink Center de MadridAlberto OrtegaEuropa Press

Las vacunas eran productos sanitarios que tardaban décadas en inventarse, desarrollarse y estar a disposición de la población general. Pero en menos de un año la ciencia logró lo impensable: que existieran varias opciones vacunales válidas para combatir una pandemia de coronavirus. Las mascarillas eran instrumentos de protección solo indicados para los profesionales sanitarios y personal de riesgo, no recomendables para el ciudadano común. Pero en pocas semanas la ciencia demostró que distribuirlas universalmente era la mejor estrategia para detener contagios. Tras el suministro de dos dosis de las vacunas de ARN, se pensaba que la necesidad de una tercera dosis era altamente improbable, innecesaria e insolidaria. Pero la ciencia acabó recomendándola y el mismo Ministerio de Sanidad que aseguraba que no había evidencia científicas para ello, ha anunciado la extensión de la tercera dosis a la población de más de 18 años.

Ahora, muchas autoridades y algunos expertos ponen en entredicho la generalización de una cuarta dosis de vacuna de ARN contra el SARS-Cov-2 pero lo cierto es que el Ministerio de Sanidad ha confirmado que se podrá administrar el cuarto vial a las personas englobadas en el Grupo 7 de la Estrategia de Vacunación, es decir, a pacientes inmunodeprimidos, personas trasplantadas, enfermos oncológicos, personas VIH positivas e individuos con Síndrome de Down.

¿Será la cuarta dosis el nuevo episodio en la larga lista de rectificaciones desde el principio de la pandemia? ¿Terminará siendo recomendada para la población general?

El 2 de enero, Israel se convirtió en el primer país que anunciaba oficialmente su apuesta por este nuevo refuerzo inmunitario. En principio, la cuarta dosis sería ofrecida a trabajadores sanitarios y personas mayores de 60 años. Antes ya se había utilizado en algunos pacientes inmunodeprimidos.

La extensión masiva de la variante Ómicron parece haber sido el caldo de cultivo ideal para las llamadas a una vacunación cuadruplicada. Antes de que Israel extendiera su estrategia de vacunas, el ministro de Sanidad alemán Karl Lauterbach había insinuado la necesidad de pasar por el trance de la vacunación una cuarta vez si los datos de incidencia acumulada seguían creciendo a lomos de la nueva variedad. Desde las compañías farmacéuticas que controlan la producción de las vacunas de ARN se alzaron algunas voces indicando la posibilidad de que esta nueva vacunación fuese recomendable.

Pero a la par que cada vez más países (Estados Unidos, Canadá, España…) han avanzado algunas propuestas de revacunación en partes de la población, también han crecido las llamadas a la cautela. Una de ellas, sorprendentemente, de la mano del CEO de Pfizer, Albert Bourla. El ejecutivo ha declarado a la CNBC que aún es necesario acumular más evidencias científicas para asegurar que una cuarta dosis confiere significativamente mayor protección. «No puedo asegurar que vaya a ser necesaria. Creo que se requieren más ensayos».

De momento, la evidencia científica más sólida con la que se cuenta es un ensayo preliminar llevado acabo por científicos israelíes coordinados en el Hospital Sheba y que dio a conocer antes de su publicación el propio Primer Ministro de Israel Naftali Bennet.

El ensayo Sheba ha consistido en la administración de una cuarta dosis de vacuna de Pfizer a 150 empleados de servicios médicos cuyos niveles de anticuerpos habían caído considerablemente desde que recibieron la tercera hace entre tres y cinco meses. Otro grupo similar recibió una cuarta inyección de Moderna.

Los pacientes mostraron efectos secundarios muy leves, similares a los que habían experimentado tras la administración de la tercera tanda.

Según las propias declaraciones del Primer Ministro, no solo se ha demostrado que esta nueva aplicación es segura sino que, de manera preliminar, parece que una semana después del pinchazo, el número de anticuerpos se multiplica por cinco.

La falta de otros datos más relevantes hace difícil determinar el grado de necesidad de este refuerzo extra entre la población general. Israel, como ya ocurrió con la primera vacunación, se ha adelantado al mundo y, al anunciar la cuarta dosis para mayores de 60 años el 2 de enero, se ha convertido en un interesante tablero de ensayo. De lo que ocurra en las próximas semanas en aquel país dependerá en buena medida la decisión en cascada de otras naciones.

Menos incertidumbre existe ante la necesidad de que esta nueva tanda la reciban los pacientes con enfermedades del sistema inmunitario. Esta decisión sí esta soportada por ensayos clínicos recientes. Uno de los más relevantes, según la revista «British Medical Journal», es el estudio Octave (del inglés Observational Cohort Trial T Cells Antibodies and Vaccine Efficacy). El trabajo ha demostrado que el 40 por 100 de las personas clínicamente vulnerables (inmunodeprimidos, enfermos de cáncer, grandes infectados…) generan concentraciones de anticuerpos después de la segunda dosis muy inferiores a la media de la población.

Cuando se observa la respuesta a la tercera dosis (cuyo estudio aún está en revisión) se puede encontrar que muchos de estos pacientes no están ofreciendo un refuerzo suficiente de sus defensas. En algunos casos, el refuerzo es incluso nulo. De hecho, se cree que casi una cuarta parte de los pacientes vulnerables siguen sin responder inmunológicamente tras la tercera inyección. Eso, por sí solo, sería motivo para proponer un cuarto impulso en estos pacientes.

El Comité de Vacunación del Reino Unido (JCVI) ha decidido esperar a obtener más datos sobre el desvanecimiento de la inmunidad tras la tercera dosis antes de recomendar una cuarta.

Del mismo modo, los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos siguen sin apostar por esta estrategia cuádruple para toda la población, de momento.

El científico Andrew Pollard, director del JCVI y uno de los líderes del equipo que diseñó la vacuna de Oxford-AstraZeneca, ha declarado que «la estrategia a medio plazo debería ser poner el foco en las personas más vulnerables. Sabemos que el resto de la población mantiene niveles elevados de anticuerpos varios meses después del tercer asalto. No podemos vacunar al planeta cada cuatro meses… Es insostenible».

Pero lo cierto es que muchos de estos argumentos también se repitieron ante la posibilidad de inyectar una tercera tanda y, a la postre, la tercera tanda ha terminado generalizándose en casi todos los países desarrollados.

Al menos, como precedente, la tercera dosis de refuerzo de la vacuna de ARNm Pfizer-BioNTech ofrece protección contra la variante Ómicron. Así lo han demostrado estudios publicados esta semana en «Nature Medicine» tras analizar la respuesta de los anticuerpos a la infección en personas vacunadas o que habían pasado la enfermedad. Uno de ellos, en Hong Kong, con 30 personas de una edad media de 48,9 años, muestra resultados tajantes.