Opinión

En diálogo fraterno

En la semana que mañana comienza realizará su visita «ad limina» el cuarto y último grupo de los obispos españoles. Lo componen los prelados de Madrid, Castilla-La Mancha, de Castilla y León y el Arzobispado castrense. Les presiden los cardenales Osoro y Blázquez, arzobispos respectivamente de Madrid y Valladolid. Francisco ha modificado el esquema de estas visitas. El Papa los recibe en pequeños grupos y mantiene con ellos un diálogo de más de dos horas en las que se repasan los temas más importantes del acontecer eclesial, social y político del país. Podemos imaginar que al finalizar estos cuatro encuentros con el Episcopado español el Papa no sólo va a conocer mejor a quienes lo componen y a valorar la necesidad de renovación puesto que algunos de ellos –algunos cardenales, por ejemplo– ya han superado los 65 años preceptivos para presentar su dimisión.

En las horas de diálogo mantenidas con Bergoglio nuestros obispos han expuesto sus preocupaciones ante algunos problemas de la Iglesia y de la sociedad española: la secularización, el invierno demográfico, la pobreza agravada por la pandemia, la asistencia a los ancianos, la migración y su difícil integración, la pluralidad creciente de los modelos familiares, los abusos sexuales, la enseñanza y las relaciones con las autoridades políticas.

Todos los obispos con los que hemos podido hablar han resaltado el excelente clima de sus horas de conversación con el Papa que ha permitido una absoluta libertad de palabra, escuchando con respeto y dando las directrices que le parecen más necesarias y oportunas para relanzar la acción pastoral de la iglesia española. Lo ha resumido a la perfección el cardenal Omella en «L’ Osservatore Romano». «Un diálogo entre hermanos».