¿Nueva pandemia?

Nuevas dudas en torno a la vacuna de la viruela del mono

Sólo hay una en Europa, la danesa Bavarian Nordic, que es efectiva pero necesita dos dosis y comienza a ponerse sólo una por la falta de dosis

Un hombre recibe una dosis contra la viruela del mono en el centro municipal Edison, en París
Un hombre recibe una dosis contra la viruela del mono en el centro municipal Edison, en ParísCHRISTOPHE PETIT TESSONAgencia EFE

La viruela del mono se extiende ampliando el número de víctimas (algunas ya mortales), extendiendo sus predios a cada vez más países lejos de su África natural y, sobre todo, obligando a las autoridades, si bien con un perfil de comunicación bajo, a tomar ciertas medidas. La última de las noticias relacionadas con la enfermedad que ha pasado inadvertida lleva la firma de la Organización Panamericana de la Salud que el pasado día 5 mantuvo una reunión de emergencia para instar a los países del continente americano que la componen a tomarse en serio a la viruela vírica.

Desde el comienzo de este último brote, 24 países panamericanos han registrado ya más de 10.000 casos, el 38% de la contabilidad global.

La viruela del mono no es, ni mucho menos, una enfermedad nueva. Desde que fuera aislada por primera vez en el año 1958 en una colonia de monos en Copenhague (Dinamarca) se ha aprendido mucho de este poxvirus familiar del que provocó la erradicada viruela y que desde entonces apenas se ha vuelto a ver merodeando territorios que nos sean africanos. No es un virus «africano», ni si quiera es un virus «de monos» y puede que lleve viviendo cientos de años entre nosotros. Pero no había suscitado la atención internacional hasta este último brote.

La reciente situación es muy diferente a lo que hasta ahora hemos experimentado y presenta dos peculiaridades a las que la ciencia no deja de observar. La primera es que nunca antes se había extendido territorialmente un brote tanto como ahora. De los 30.000 casos aproximados que ya se contabilizan, cerca de 28.000 se han detectado en países que no tienen historia previa de incidencia.

Ya hay enfermos en 88 naciones del mundo, en 81 de ellas no se habían producido casos anteriormente.

A día de hoy, Estados Unidos es el país con más infectados del planeta. El segundo, España (que duplica en incidencia al siguiente país de la lista). Solo España, India y Brasil han reportado muertes.

Dado el alto grado de conocimiento que se tiene sobre su método de transmisión –a pesar de nuevas investigaciones que han sugerido una transmisión inédita por vía aérea–, sobre sus consecuencias y sobre la posible vacunación, se diría que la enfermedad no preocupa especialmente a los científicos. Pero no es así. Cada vez más expertos alertan de las pequeñas pero importantes incertidumbres que aún rodean a la viruela del mono. La primera de ellas se refiere al modo de transmisión. Desde el primero momento se ha afirmado, siguiendo el conocimiento adquirido sobre los brotes históricos, que la viruela del mono se contagia mediante el contacto con gotas respiratorias o con el fluido infeccioso de una persona enferma. No hay ninguna información reciente que desmienta este punto. Pero, aunque eso es cierto, no es toda la verdad.

Se ha encontrado carga viral en muchos fluidos humanos: semen, saliva, heces, orina…Pero no se sabe todavía si esos fluidos son contagiosos. Una cosa es que el virus esté presente y otra que sea capaz de contagiar. Un trabajo presentado en Eurosurveillance (órgano europeo de seguimiento de enfermedades infecciosas) por expertos del Hospital Clinic de Barcelona, demostró que es fácil hallar trazas de ADN del virus Monkeypoox en saliva, semen y otros fluidos clínicos.

Desconcierto científico

El dato por sí solo no debería significar que el mal sea transmisible, por ejemplo, mediante relaciones sexuales. Muchos microorganismos hallados en el semen no se contagian entre personas. Pero el hecho de que los primeros grandes brotes se hallan producido en comunidades que habían establecido contactos sexuales ha desconcertado a los científicos.

Hoy más del 90 por ciento de los enfermos siguen siendo hombres adultos que han mantenido relaciones homosexuales. Aun así, hay que recordar que en las primeras fases de todas las epidemias el sesgo estadístico suele conducir a errores de interpretación que solamente se subsanan cuando la incidencia es mayor y permite una mejor observación de casos distintos.

A día de hoy, se diga lo que se diga, no existen certezas definitivas sobre la transmisión. Ya hay casos entre hombres, mujeres y niños.

Se cree que un enfermo no sintomático no puede transmitir la enfermedad, aunque un hospital belga ha publicado el que parece primer caso de transmisión asintomática en un artículo que aún está pendiente de revisión.

Otro factor desconcertante es la sintomatología del mal. Parece que este brote global presenta algunas peculiaridades frente a lo que se conoce del mal en África. Según la última actualización de los CDC americanos, se están detectando enfermos que cursan sin fiebre (algo anómalo) y es peculiar la acumulación de casos de erupción cutánea en las zonas genitales o anales, que hacen que en ocasiones el caso pueda confundirse con una enfermedad de transmisión sexual.

Una tercera cuestión aún no resuelta es la eficacia de la vacuna con la que a día de hoy contamos. Mientras algunos países empiezan a hacer acopio de dosis, en un movimiento parecido al del inicio de la pandemia de covid, de momento solo exite una versión de la vacuna que parece concitar el consenso científico en cuanto a seguridad y eficacia: la diseñada por la compañía danesa Bavarian Nordic.

Lo más preocupante es que el suministro de las cada vez más escasas dosis empieza a sufrir los mismos vaivenes políticos y científicos que experimentó la vacuna contra el SARS. ¿Cuántas dosis son recomendables? ¿Cuándo y a quién han de suministrarse? La vacuna danesa está diseñada para un patrón de dos inoculaciones con 28 días de separación entre ellas. Ya hay países que han decidido inocular solo una dosis y reservar la segunda para cuando haya más existencias: demasiado similar a los movimientos iniciales de la pandemia covid.

En España se ha decidido vacunar solo a contactos estrechos de enfermos confirmados y a personas de riesgo que no hayan pasado la infección (personas que realizan prácticas sexuales peligrosas, las previamente infectadas con VIH, personal sanitario en contacto con el virus…). Pero nuestro país es uno de los pocos donde se han producido muertes y algunos epidemiólogos consideran que este hecho podría obliga a replantear la estrategia.

Recientemente, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología ha optado por avalar el actual protocolo del gobierno (a pesar de los dos decesos registrados) y no modificar las pautas. En cualquier caso, ampliar el cupo de vacunados sería hoy muy complicado dada la escasez de vacunas producidas que se prevé. Una vez más da la sensación de que los protocolos de vacunación irán actualizándose por detrás de la velocidad de expansión del virus.

Fallecimientos

Es importante reseñar que ni siquiera está claro si las víctimas mortales en India, Brasil y España realmente han fallecido como consecuencia directa del virus. Los estudios iniciales parecen indicar que el fallecido en Brasil padecía un linfoma grave y estaba inmunocomprometido.

El caso de India corresponde a una persona que también estaba afectado por el virus de Epstein-Barr y aún no se ha informado de si tenía otras patologías. Los dos casos españoles aparentemente no presentaban complicaciones sanitarias previas.

Aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre esta novedosa versión de la viruela. Pero parece claro que cada día que pasa se añaden nuevas evidencias para considerarla un brote de características distinta a los vividos hasta ahora y, por lo tanto, que requiere especial atención.

En palabras de Rosamund Lewis, encargada de la investigación de la viruela del mono en la OMS, «estamos viendo manifestaciones de la enfermedad completamente nuevas». Tratar este brote con demasiada displicencia podría ser un grave error.