Opinión
No sé si me acuerdo
Dice el señor Ábalos, otrora todopoderoso ministro, que se le ha olvidado si contribuía a ese negocio inaceptable que es la prostitución
Dice el otrora todopoderoso ministro y hombre fuerte de Pedro Sánchez que cree que no se acuerda. Que no recuerda si contribuía con su hipocresía repugnante a ese negocio inaceptable que es la prostitución cada vez que utilizaba a una o varias mujeres para sus caprichos en el pisito alquilado por la trama corrupta. Porque, por si también se le ha olvidado al señor Ábalos, eso es la prostitución, un negocio oscuro y casi siempre en manos de mafias, además del último ejemplo de esclavitud en un mundo demasiado imperfecto precisamente por culpa de individuos como él.
Claro que, si él no se acuerda, ¿cómo lo iba a saber Pedro Sánchez? Si sólo pasaron encerrados en el famoso Peugeot un millón de horas cuando soñaban con reconquistar el PSOE y, desde la sede de Ferraz, España, el mundo y lo que se les pusiera por delante; que para eso ellos son muy machos –aunque luego se disfrazaran de feministas–; si sólo han trabajado juntos casi cuatro años en el mismo Gobierno, uno bajo las órdenes del otro. Y lo consiguieron. Lo de Ferraz, digo. Hay quien dice que, con la inestimable ayuda de un tal Koldo García «el militante ejemplar» –Pedro Sánchez, dixit–, especialista en hacer desaparecer papeletas y gestionar los asuntos del presunto putero.
Pero en esto no estaban solos. No lo estaban a la hora de apropiarse del feminismo siendo como son, el ejemplo más burdo y casposo de la verdadera masculinidad tóxica. Por el camino se encontraron a todos los de las soflamas maximalistas y ultraortodoxas que desde que plantaron sus mentiras en la puerta del Sol un día 15 de marzo han intentado desmantelar prácticamente todo. Precisamente porque no les importa nada. Eso buscaban los radicales entre los radicales. Hablando de escudo social, convencer a los desencantados, a los verdaderos necesitados y a los muy progres, de que la solución pasaba por ellos. Y de paso, al PSOE de siempre, al que alguna vez fue algo, enredarlo en una metamorfosis que encajaba a la perfección con el Sánchez de la miseria moral. El que cambia de opinión si su causa lo requiere.
Su ideología de género, la de los que iban a asaltar los cielos, que no es feminismo porque el feminismo es otra cosa –maravillosa y necesaria– pasaba por hacer del nacido varón una especie de peligro en potencia. Y, en eso…quizá… tuvieran razón…pero entre sus filas. No hay más que ver a Errejón, Monedero e Iglesias. La trinidad del primer Podemos. Dos de ellos, presuntos agresores que o se encerraban con sus alumnas en el despacho o abusaban de sus correligionarias; y el otro, Pablo Iglesias, deseando azotar a una mujer –por cierto, amiga mía– hasta que sangrara.
Y mandaron. Claro que mandaron. Mucho. Los unos y los otros. Ábalos sobre todo en el PSOE. Iglesias, Monedero y Errejón sobre sus huestes menguantes. Cada uno a su manera. Todos desde la impunidad del que se ha convencido de que es una especie de mesías y que, ya solo por eso, hay que perdonarle. Y darle las gracias. Y rezarle por la noche. Pero si mandaron fue porque a Pedro Sánchez nunca le ha importado nada que no sea él. Porque llegó inaugurando el Gobierno más feminista de la historia, eso dijo, y una vez alcanzado el poder, como verdadero exponente del heteropatriarcado que aseguraba venir a combatir, avaló la Ley del «sólo sí es sí» mientras que incluía entre las obligaciones de su partido erradicar la prostitución y al tiempo daba aire al Tito Berni y a todos sus compañeros de mesa y cama; a Ábalos, Koldo y a los convidados al pisito de la vergüenza; o a los de los ERE que, por mucho que diga Conde Pumpido, existieron y se gastaban el dinero de los desempleados en mujeres prostituidas.
Hoy es 8 de marzo, un día importantísimo por la lucha que representa, la de la IGUALDAD entre hombres y mujeres, y seguimos gobernados por esa izquierda, «de progreso» se empeñan en repetir, que es la menos feminista de la historia. La más canalla. La más dañina. Las más injusta con las mujeres. La que no duda en atacar a los jueces, llamándoles «fachas con toga».
Y ellas, Mónica García, Ione Belarra, Yolanda Díaz o Irene Montero; Ana Redondo, Pilar Alegría o María Jesús Montero…en silencio o incluso silenciando a las víctimas de presunta agresión. Pregonando lo de que «hermana, yo a ti sí que te creo», pero tendiéndoles la mano a los violadores de La Manada que por su culpa y por la de Sánchez y por la de todos sus ministros y ministras van a salir antes de prisión. Como tantos y tantos pederastas. Espero que sus votantes, simpatizantes y entregados defensores se hayan dado cuenta de lo que son, de lo que han sido siempre y de lo que no van a dejar de ser. Oportunistas, caraduras y machistas intentando que el pastel sea uniforme. Igualándolo por debajo, claro. Para comer solamente ellos de él y repartir las migajas entre todos los demás. Si es que quedan.