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Cónclave

Así es el espacio más íntimo del Vaticano: la Sala de las Lágrimas, donde comienza el papado

133 cardenales participan en el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco

Los 133 cardenales electores ya se encuentran reunidos en la Capilla Sixtina del Vaticano para elegir al sucesor del Papa Francisco y, por tanto, al próximo líder de la Iglesia católica. La solemne procesión hacia la emblemática sala comenzó en torno a las 16:30 horas, tras participar en una oración dirigida por el secretario de Estado, Pietro Parolin, en la Capilla Paulina.

Una vez más, todas las miradas del mundo se centran en el Vaticano, y en concreto en la pequeña chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina. Según dicta la tradición, los cardenales votarán en cuatro ocasiones al día -dos por la mañana y dos por la tarde- hasta alcanzar un consenso. Para ser elegido como Pontífice, el candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos. Cuando esto ocurre, la fumata blanca emerge como señal inequívoca de que hay nuevo Papa, y las campanas de San Pedro comienzan a sonar para anunciarlo a los fieles congregados en la plaza.

Pero mientras la atención pública se dirige hacia el exterior, en el interior del Vaticano tiene lugar un momento cargado de simbolismo. Es entonces cuando el cardenal elegido es conducido a un espacio poco conocido incluso por muchos católicos: la llamada Sala de las Lágrimas.

Así es la Sala de las Lágrimas

La Stanza delle Lacrime, o Sala de las Lágrimas es accesible a través de una discreta puerta lateral junto al altar de la Capilla Sixtina. Este lugar íntimo y austero acoge al nuevo Papa justo después de pronunciar su aceptación formal tras la pregunta ritual en latín: "Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?" (¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?).

Como explica Vatican News, la sala recibe su nombre porque es habitual que los cardenales elegidos se emocionen en ese instante, conscientes del peso que están por asumir. A diferencia de la Capilla Sixtina, esta sala está decorada con sencillez: una mesa de madera oscura, dos sillas, un sofá rojo y un perchero donde esperan las diferentes tallas de la sotana blanca papal. Allí, el nuevo Papa se cambia de vestimenta, reza brevemente y se toma unos minutos para asumir su nuevo rol, antes de que continúe la ceremonia y se dirija al balcón central de la basílica de San Pedro.