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«Bienvenidos a vuestra casa»

Los 630 inmigrantes llegaron de forma escalonada a Valencia y, uno a uno, fueron examinados e identificados. El Gobierno les concede un permiso especial de estancia en España de 45 días por razones humanitarias

Fotografía facilitada por Médicos Sin Fronteras, de los últimos momentos en el buque humanitario Aguarius que ha finalizado hoy su desembarco en el puerto de Valencia
Fotografía facilitada por Médicos Sin Fronteras, de los últimos momentos en el buque humanitario Aguarius que ha finalizado hoy su desembarco en el puerto de Valencialarazon

Los 630 inmigrantes llegaron de forma escalonada a Valencia y, uno a uno, fueron examinados e identificados. El Gobierno les concede un permiso especial de estancia en España de 45 días por razones humanitarias.

Ibrahim tiene 20 años. Nació en Sudán, una nación golpeada por sucesivas guerras internas desde la década de los 90 que han convertido a este país en uno de los más peligrosos del mundo. Al cumplir los 19 abandonó su tierra y puso rumbo a Libia, sin saber que allí empezaría su infierno. «Fui allí por trabajo, pero cuando llegué me subastaron por dinero», asegura en un comunicado publicado por MSF y SOS Mediterranee. Él es uno de los 630 inmigrantes que ayer llegaron a Valencia tras un viaje de una semana a bordo de las tres embarcaciones, ya conocidas como «Flotilla del Aquarius».

A partir de hoy su vida cambiará por completo. Al igual que la del resto del pasaje, el Gobierno español les ha ofrecido un permiso de estancia de 45 días en territorio nacional, al haber entrado de manera extraordinaria por razones humanitarias, según ha anunciado Bernardo Alonso, inspector jefe de la comisaría general de Extranjería y Fronteras en el Puerto de Valencia.

El mando policial ha explicado que a los inmigrantes se les asignará un NIE provisional y, en teoría, podrían moverse por todo el espacio Schenguen, aunque lo considera muy poco probable. Ese mes y medio de permiso también permitirá a la Policía hacer comprobaciones respecto a su filiación y ver si tienen alguna requisitoria judicial o una orden internacional de búsqueda. Además, les servirá a las autoridades para llevar a cabo las pruebas de ADN a familias que podrían no serlo por asumir de forma solidaria a algunos de los menores.

Todos ellos desembarcaron ayer por la mañana en el Muelle Uno del Puerto de Valencia. Los primeros inmigrantes en hacerlo fueron los del «Dattilo», con 274 personas a bordo, que lo hicieron en torno a las 6:45 de la mañana custodiados por una patrullera de la Guardia Civil y una decena de embarcaciones de apoyo. Antes de bajar del barco subieron médicos de Sanidad Exterior y de la Consejería de Sanidad, así como un agente de Extranjería de Policía Nacional que realizaron los primeros controles médicos para descartar que el pasaje padeciera alguna enfermedad.

Ya en tierra fueron trasladados a una zona con carpas para proceder al protocolo establecido por la ley: atención sanitaria y filiación. Según detalló Jorge Suárez, el subdirector de Emergencias de la Generalitat, estos pasajeros no han presentado tipologías graves aunque si «mayores afecciones de las previstas». Es decir, que las quemaduras, malestares, escoriaciones de la piel, hipotermias y las consecuencias de permanecer tantos días hacinados y en malas condiciones han hecho más mella en los inmigrantes de lo que pensaban en un principio los efectivos sanitarios.

De hecho, subrayó que «estaban aturdidos y en estado de shock», desde el punto de vista emocional debido, en parte, al proceso sanitario y de filiación al que fueron sometidos, ya que al desembarcar tuvieron que pasar por una especia de «gimkana médica» que incluía varias pruebas sanitarias. Precisamente, para calmar los ánimos de los rescatados más pequeños participó en el protocolo un Equipo de Cruz Roja Juventud. Uno de sus miembros, Fernando, atendió a Linda, nombre ficticio de una pequeña de doce años, que según explicó, se encontraba «asustada por la toma de huella». «Le hemos dado un peluche y un abrazo, y nos ha dicho que hacía mucho tiempo que nadie le abrazaba así», contó visiblemente emocionado.

Posteriormente, alrededor de las 11:00 de la mañana de ayer, llegaron los inmigrantes del «Aquarius», mayoritariamente embarazadas y menores de entre trece y quince años. Minutos antes de que atracaran en el puerto ya se escuchaban sus cánticos y aplausos de alegría al pisar puerto seguro. El desembarco de los sin papeles se aceleró porque fueron sometidos a una primera valoración médica en el mismo interior del barco.

La última de las embarcaciones en atracar en el puerto fueo el buque militar de la Marina italiana «Orione P-410», que lo hizo alrededor de las 12:30 del mediodía de ayer. A diferencia de las otras dos embarcaciones, en este caso los inmigrantes iban sentados de manera ordenada sobre la cubierta, sin apenas moverse. Se desconoce si viajaron así todo el periplo desde las costas de Italia a las de España ya que, según confirmaron desde MSF, «navegaban lejos de su barco».

Valencia desplegó un dispositivo sin precedentes. En la base de operaciones, los inmigrantes fueron recibidos con una pancarta con el lema: «Bienvenidos a vuestra casa». Hasta allí, se desplazaron 50 agentes de Extranjería para realizar las labores de documentación y 52 agentes preparados para labores de Policía científica e identificación.

La odisea de la flotilla Aquarius termina con final feliz. Ibrahím y Linda empiezan hoy su periplo en tierra firme tras una semana navegando por el Mediterráneo, una aventura que no será fácil y en la que tendrá que adaptarse a una nueva cultura e idioma, pero en la que por fin han dejado atrás a Libia, el país magrebí cuyo nombre nadie quiere escuchar.