Religión
Los católicos, los españoles que están más satisfechos con su vida sexual
Un estudio inédito del CIS presenta a los cristianos fieles a Roma como ciudadanos con una relación de pareja más placentera que los ateos
«En conjunto y en líneas generales, ¿cuál es su grado de satisfacción con su vida sexual en la actualidad?». Es una de las cuestiones centrales que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) lanza en un estudio temático en paralelo al barómetro del mes de marzo, con el que el equipo dirigido por José Félix Tezanos busca radiografiar las relaciones sexuales y de pareja de los españoles. Entre los múltiples cruces de datos que se realiza sobre la encuesta, se incluye la variable religiosa.
Y es aquí donde este particular informe desvela un escenario que pudiera parecer inesperado para muchos. Dentro de los seis grupos en los que se divide a la ciudadanía en lo que a creencias se refieren, quienes se muestran un mayor nivel de complacencia y placer son los denominados «católicos practicantes». Sí, el colectivo que se identificaría como aquellos cristianos que no solo creen en Jesucristo sino que además se identifican con la Iglesia y tratan de vivir sus preceptos lideran la respuesta «muy satisfecho/a».
El 35,9% de los católicos practicantes se ubican en este grado de satisfacción, hasta cinco puntos por encima de la media, que se sitúa en un 30,6%. Justo por detrás quedarían los ateos (34%) –el CIS los presenta como los que «niegan la existencia de Dios»–, los creyentes de otra religión (32,5%), los indiferentes-no creyentes (30%), los católicos no practicantes (27,9%) y los agnósticos (22,3%), que Tezanos etiqueta como aquellos que «no niegan la existencia de Dios, pero tampoco la descartan».
«Puedo entender que, en un primer vistazo, a alguien le pueda desconcertar este dato, pero a mí no me ha sorprendido, porque refleja la coherencia de quienes profesan la fe católica y son coherentes con los que viven», reflexiona Carmen Sánchez Maíllo, secretaria académica del Instituto de Estudios de la Familia CEU y miembro de la Asociación Católica de Propagandistas. «Es más, hace relativamente poco abordé este asunto con un compañero sin datos en la mano, por lo que me alegra que se corrobore», apostilla.
Para esta profesora de Teoría y Filosofía del Derecho, «quien tiene un matrimonio unido, pleno y feliz acorde con sus convicciones, no tiene problema alguno en compartir que está satisfecho con su vida en sus diferentes facetas, porque siente una plenitud en su vida de pareja, en lo afectivo, en lo personal y, de la misma manera, en la esfera sexual».
Con este punto de partida, Sánchez Maíllo se muestra rotunda: «El sexo no es un tema tabú ni para la Iglesia ni para los católicos. Se habla con naturalidad y se aborda como la madurez que se requiere». Así, esta especialista en Doctrina Social de la Iglesia, recuerda cómo «el magisterio eclesial no es algo descarnado, sino que responde precisamente al corazón del ser humano y ofrece un marco adecuado para vivirlo con sentido, desde un proyecto que habla de felicidad, de escucha, de diálogo». Uno de los principales referentes en esta materia sería la denominada «teología del cuerpo» que desarrolló Juan Pablo II, que defendía, que la corporeidad sexuada «es no sólo fuente de fecundidad y procreación», sino que posee «la capacidad de expresar el amor».
El papa Francisco, en la exhortación apostólica «Amoris laetitia», publicada hace nueve años, da un paso más y sentencia que «Dios mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso». En este documento, el Pontífice argentino reivindica que «de ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el encuentro de los esposos».
En este sentido, Sánchez Maíllo hace hincapié en el término «integral», en tanto que no se aborda lo sexual separado de lo afectivo, sino «como un todo, unificando a la persona en cuerpo y alma, tomando al ser humano al completo» y siempre «entendiéndolo como apertura a la vida desde el matrimonio y la familia».
De la misma manera, pone en valor cómo de un tiempo a esta parte, diversas plataformas eclesiales han promovido cursos, talleres y otro tipo de propuestas para aterrizar estas propuestas y promover «una educación que aborde todas las facetas», pero, sobre todo, un acompañamiento, como los que llevan a cabo los Centros de Orientación Familiar, espacios vinculados a las diócesis, y que se centran tanto en la etapa del noviazgo, pero también en la crianza de los niños y, por supuesto ante posibles crisis matrimoniales que puedan darse. De esta manera, de los tradicionales cursillos para preparar las bodas se ha pasado a todo un itinerario que busca abordar todas las etapas vitales.
Al hilo de esta cuestión, la investigadora de la Universidad CEU San Pablo de Madrid muestra su preocupación y la de la Iglesia por la «hipersexualización» de la sociedad, algo que constata en primera persona tanto en las aulas como a través de padres y catequistas. «Entendemos que no es la verdad del ser humano, que no lleva a un camino de plenitud y felicidad. No es algo que queremos ni para nuestros hijos ni familiares, porque rompen y desintegran a la persona y provocan frutos amargos de infelicidad», sentencia. Frente al auge de la pornografía que «genera una fractura interior», Sánchez Maíllo insiste en que «nuestro corazón está hecho para un amor grande, pleno, compartido, exclusivo y fiel». «Se trata de ser felices, de abrazar la verdad del hombre y de la mujer, que es un plan de Dios sobre el ser humano», añade.