Arqueología

Los vertederos del hombre primitivo

La abundante cantidad de piedras marcadas por la acción del hombre hace que en cada metro cuadrado de la zona se localicen hasta 75 herramientas distintas
La abundante cantidad de piedras marcadas por la acción del hombre hace que en cada metro cuadrado de la zona se localicen hasta 75 herramientas distintaslarazon

Arqueólogos hallan multitud de herramientas de hace cientos de miles de años en el desierto libio

Messak Settafet, también conocido como el Messak negro, es una formación rocosa con forma de escarpe que vierte aguas hacia el río Adjal, en medio del desierto del Sáhara. Allí se han localizado algunas de las muestras de arte rupestre más antiguas y mejor conservadas del norte de África. Y allí también moraron especies primitivas de homíninos (el grupo de criaturas que nos incluye a nosotros y a nuestros ancestros directos) de quizás un millón de años de antigüedad. Ahora se ha descubierto que tal vez sea el terreno que experimentó la primera intervención paisajística realizada por el ser humano.

Un nuevo rastreo arqueológico de la zona ha encontrado una gran cantidad de material manipulado por el hombre hace cientos de miles de años. Herramientas de piedra que abundan hasta el punto de formar una manta sobre el suelo en la que caben 75 artefactos por metro cuadrado. Son herramientas de homíninos de todas las épocas, construidas probablemente con roca de los alrededores, utilizadas, descartadas y arrojadas durante milenios al fondo del escarpe. De hecho, la propia morfología del risco rocoso ha sido modificada por la acción «humana», y es que parte del paisaje ha sido deteriorado por la extracción de roca para la construcción de herramientas durante cientos de miles de años. Messak Settafet tiene unas dimensiones de 350 kilómetros de longitud por 60 kilómetros de anchura media.

Los autores del trabajo presentado ayer han utilizado los hallazgos de este entorno para extrapolar la cantidad de roca que habría sido extraída y transformada a lo largo de la evolución del género homo: algo así como 2,1 por 1.014 metros cúbicos de roca por cada kilómetro cuadrado de continente: el equivalente a lo necesario para construir la gran pirámide de Giza.

Es decir, desde hace cerca de un millón de años nuestra especie viene interviniendo en el terreno, expoliándolo y modificándolo a su gusto.

La piedra arenisca de Messak, en medio del vasto desierto interior de Libia, debió de ser una materia prima de gran interés para nuestros antecesores en el Pleistoceno Alto y Medio. De hecho, el aspecto que tiene hoy esa zona es el de una gran cubierta de pequeñas piedras, todas ellas manipuladas por algún homínino. Una especie de gran vertedero al que fueron a parar las herramientas que dejaban de ser útiles, igual que hoy depositamos la lavadora estropeada en un punto limpio.

Los científicos llaman «antropoceno» al periodo de la historia en la que el hombre empieza a influir en el paisaje y el medio ambiente. La parte más activa de este periodo, en la que la influencia del hombre es radical, no empezó hasta hace un par de siglos con la Revolución Industrial. Otros autores aseguran que desde hace más de 10.000 años, cuando los bosques comenzaron a ser talados para dejar paso a zonas de cultivo, la actividad humana está impactando en el entorno.

La confección de herramientas, sin embargo, se remonta mucho más atrás en el tiempo. Las primeras pueden datar de hace más de un millón de años. Nunca se había estudiado el impacto que esta actividad generó en el medio.

El hallazgo en el Messak es la primera demostración de hasta qué punto la intervención en el paisaje forma parte de la más antigua historia del hombre. En ese mar de rocas, la mayoría de ellas presenta algún tipo de marca humana, bien por ser herramientas descartadas o bien por haber sido utilizadas para golpear otras y sacar las lascas que luego se emplearían como nuevas herramientas. El área debió de acoger durante mucho tiempo una buena cantidad de individuos que sin duda protegieron el lugar ante la codicia de otros interesados en la valiosa materia prima de la Edad de Piedra y que, evidentemente, no tuvieron mucha conciencia ecológica.