
Hollywood
Adriana Ugarte: «No soy modista, pero mi ropa la remiendo yo»

No puede contener el movimiento de sus brazos. Con ellos transmite su emoción, acompaña a sus palabras, expresa su temperamento... Si la dulzura de su voz y su mirada calmada son lo primero con lo que conquista, son esas manos que dan vida a la modista más famosa de nuestro país las que hacen que Adriana Ugarte no sea una actriz más. Sorprendió en «La Señora» y ahora, con «El tiempo entre costuras», ha dado la puntada definitiva ante la cámara. Mientras estudia propuestas para un próximo éxito, se ha estrenado como imagen de la firma nupcial Aire Barcelona. «Todavía es pronto para casarme», deja caer.
- ¿Coge el hilo y la aguja en lo cotidiano?
-Modista no soy, pero sí me gusta hacerme yo los arreglos de la ropa. Como no me gustan las cosas rotas, me gusta coser.
-Vamos, que es una mujer de provecho.
-Soy apañadilla. Si hay algo que remendar cuando estoy de viaje, pido el kit de costura en el hotel y lo soluciono.
- Si ya cosía antes de encarnar a Sira Quiroga, ¿qué le ha enseñado el personaje?
-A no vivir con rencor. Eso es lo que me enseña. Cuando va al tanatorio, ve a Ramiro muerto y le dice al comisario que quiere correr con los gastos del funeral. Me parece que es una mujer impecable.
-¿Vivimos en un país de rencorosos?
-Creo que más que con una sociedad, ser rencoroso va con la persona. Y te puedo decir que conozco a mucha gente que vive desde la paz, desde el sosiego y la tranquilidad. No me atrevería a generalizar con algo así.
- ¿Le preocupa que «El tiempo entre costuras» la encasille o la etiquete?
-Después de recibir tanto cariño y tanto apoyo, para mí es un regalo. Conseguir que me conozcan por un trabajo en conjunto de tanta calidad, lo único a lo que me invita es a seguir trabajando para que el resto de mis personajes gusten igual. Cuando me enfrento a un nuevo papel siempre busco centrarme en él, porque si desvío la mirada hacia fuera, hacia lo que he hecho antes, no voy a darle todo el corazón. Es cierto que asusta vivir algo así, pero, ante el miedo, toca poner más esfuerzo y trabajo.
-Le lloverán las ofertas...
-Están llegando, pero poco a poco. Desde fuera uno puede pensar que deben llegar un aluvión de propuestas, pero el panorama económico no ha cambiado. No ha habido un cambio radical.
-Teniendo en cuenta cómo está el patio, si una adolescente le dice que quiere ser actriz, ¿la invitaría a ser funcionaria?
-Lucha por tu sueño. Éste es mi consejo. Es cierto que todo en esta vida es difícil, pero cuando pones el corazón, encuentras tu lugar. Si le pones sólo ambición, no. Hay una parte de la ambición que es positiva porque sirve de motor, de combustible. Pero si sólo te mueve eso y no hay amor...
-Habrá quien piense que lo suyo es besar el santo. Primero, con «La Señora» y ahora con Sira.
-Creo que ha sido el reconocimiento de un esfuerzo, mi carrera ha ido pasito a paso y poco a poco. Esto me da mucha tranquilidad y hace que respire mejor, porque no he llegado fruto de una burbuja. Siempre que uno esté dispuesto a dejarse la piel, los resultados serán más o menos mejores, pero no pasarán desapercibidos.
-¿Pico y pala?
-Por supuesto. Quiero envejecer en esta profesión y para eso la única clave es el sudor, no hay otra.
-¿Sueña con ser Lola Herrera?
-Me gustaría seguir trabajando como ella. Pero, sobre todo, continuar sobre las tablas, teniendo una vida personal rica, tener mi familia... No me vale un guión si no tengo nietos.
-Para ello, habrá que pasar antes por el altar...
-Claro que sí. Y con un vestido parecido a este de Aire Barcelona, con un aire romántico y con la espalda descubierta. Aunque sí me probé uno para «La Señora», nunca me había puesto un diseño actual.
-¿Y qué sensación le ha generado verse frente al espejo?
-Magia. Te sientes liviana y surge un pensamiento: dar el paso adelante.
-¿Le abruma el compromiso que eso supone?
-Me encanta la palabra compromiso, pero creo que los acontecimientos hay que dejarlos llegar.
-No en vano, usted y Álex González, su novio, son una pareja de cine...
-Creo que somos una pareja sencilla. Más bien pertenecemos al ámbito del cine, pero como pareja nos enmarcamos en el ámbito de la naturaleza.
-Con paparazzi incluidos...
-Eso lo llevamos bien, entre otras cosas porque nuestra vida es muy sencilla.
-Álex ya ha probado Hollywood. ¿Preparada para hacer las maletas?
-Yo amo mi país. Es cierto que trabajaría en cualquier lugar, pero prefiero esperar. Si me llaman, no diré que no.
-¿Se reconoce cuando se ve en la pantalla?
-Pues no. Afortunadamente, veo al personaje y se me hace muy curioso. En el caso de Sira, me noto diferente y hasta graciosa cuando la veo con ese «Vamos, vamos, vamos...».
-Cuando alguien le dice que usted es una grande...
-Yo me hago pequeña, no te imaginas cuánto. Es más, intento desviar la conversación para hablar de otra cosa. En ese sentido, mi brújula es mi madre, es la opinión que más tengo en cuenta. Si ella me dice que le ha gustado un papel, me lo creo y se me hacen los ojos chiribitas.
-Los lunes por la noche, ¿ve «El tiempo entre costuras»?
-Lo vivo como una niña. Preparo la cena y me pongo frente a la televisión justo antes de que empiece. El problema es que apenas puedo probar bocado, porque me meto tanto en la trama que lo vivo como si fuera un parto. Me detengo en cada escena al milímetro para que no se me escape nada y estoy en tensión permanente...
-Y entonces, llega la publicidad...
-En ese momento respiro y me pongo a analizar casi con papel y boli.
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