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Yo Creo

La confesión de Robles: «Soy como la viuda del Evangelio»

La ministra de Defensa confiesa su fe al apadrinar un documental sobre Ucrania con sor Lucía Caram

Margarita Robles y Lucía Caram LR

Nunca antes un ministro del actual Gobierno, abanderado de una nueva era del laicismo, había expresado abiertamente su fe. «Siempre me defino a mí misma como una persona muy pesada, pero, sor Lucía, tú eres un poco más pesada que yo. Andamos por el estilo. Creo en la viuda del Evangelio. Tú y yo somos como la viuda del Evangelio, pesadísimas y vamos a seguir siendo pesadísimas».

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Con estas palabras la ministra de Defensa, Margarita Robles, confesaba su compromiso con Ucrania desde una perspectiva creyente durante la presentación esta semana en Madrid del documental «Ucrania. Resistencia y Esperanza», producido y emitido por Movistar+, que visibiliza la crudeza del conflicto pero, sobre todo, el corredor humanitario impulsado por la monja dominica sor Lucía Caram.

Robles se identifica con la mujer que Jesús elogia antes sus discípulos por echar dos monedillas de limosna frente a las donaciones de los ricos: «Los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Con esta premisa, la política socialista buscaba redoblar su compromiso personal y colectivo con el pueblo ucraniano: «Desde el Gobierno de España a la Unión Europea vamos a seguir apostando por la paz. No podemos admitir que personajes como Putin, que no les importa nada la vida de los seres humanos, puedan ganar porque la paz no acepta que ellos ganen. Porque nuestra causa es una causa justa y cuando las causas son justas, yo creo mucho. Las causas justas no se abandonan nunca».

Vinculada a la Comunidad de Sant’Egidio, la realidad eclesial referente en promover acuerdos de paz a escala internacional pero, a la vez con uno de los programas pioneros en atención al sinhogarismo en Madrid, Robles ya compartió hace tres años en un acto de la Fundación Pablo VI que «creo en un Jesucristo abierto, tolerante, que ayudaba a todos y que no descalificaba».

Desde ahí, comparte ahora que el nuevo documental «y todo lo que en él se refleja es la fuerza de las convicciones». Sin titubeos, la ministra se presentaba como cristiana mirando a la artífice del proyecto: «Es la fuerza de la fe, en tu caso y en el mío». Eso sí, abría justo después su reflexión: «No es necesario tener fe como tal para ayudar, también la fe en los seres humanos, en la bondad, en la paz». E es ahí donde ensalzó la capacidad de sor Lucía Caram para implicar a perfiles de todo tipo en esta red de ayuda: «Eres una maestra de la solidaridad. ¡Cuantísima gente hay aquí en este documental que es solidaria! Pones de relieve la entrega de todos esos hombres y mujeres que se vuelcan, que no piden nada a cambio, que te acompañan en los viajes, que llevan los autobuses, que llevan las ambulancias». De hecho, expresó en primera persona cómo la monja argentina llegó un día al Ministerio y «empezó a pedir y yo al principio decía que no iba a ser posible, pero todo ha sido posible». Fue así cómo se forjó una amistad entre la teóloga de 59 años y la magistrada de 68: «A veces pienso, ¡madre mía, esta mujer los ha vuelto locos a todos! Alguien como Sor Lucía es imbatible porque pone corazón, porque pone inteligencia, porque pone compromiso y, sobre todo, porque pones la paz y llevas dentro la paz. La transmites y nos la transmites a todos». Es más, la ministra desveló, en un tú a tú con sor Lucía, que «yo trato de llorar poco, pero con tu libro he llorado. Se lo he recomendado a una vecina mía que es ucraniana, que está refugiada y que ha llorado también», dijo Robles sobre «Invitados a reconstruir» (Plataforma Testimonio), que recoge sobre el papel el calvario de los ucranianos que ahora se puede ver en la pantalla».

Uno de los coprotagonistas del documental es el fallecido Papa Francisco, con el que Robles desvela, como ya había adelantado LA RAZÓN, que mantenía algo más que una relación meramente institucional. «Lucía me has hecho emocionarme mucho cuando hemos hablado de Papa Francisco porque efectivamente era nuestro padre, las horas que hemos pasado con él no las olvidaremos nunca, porque las tuvimos muy presentes». Con sus convicciones trascendentes, la ministra añadió que «hoy está aquí, está con nosotros, ayudándonos a todos a seguir en esta batalla por la paz».

De estas palabras, se puede deducir además una relación estrecha, prácticamente de amistad, con el Pontífice argentino. Oficialmente, Robles nunca fue recibida en el Palacio Apostólico por el Santo Padre. No le hacía falta. La ministra contaba con pase directo

al saloncito de la residencia de Santa Marta en la que Jorge Mario Bergoglio desarrollaba su otra agenda paralela, la de las tardes

de encuentros informales, lo mismo con un misionero que con un grupo de transexuales. Es ahí donde se enmarcaban esas citas con Robles, que en un primer momento llegaron de la mano precisamente de sor Lucía Caram. La dominica, que acumula cerca de cuarenta idas a venidas a Ucrania en estos tres años, describió a Robles como «una hermana, una amiga y una mujer creyente y creíble». A la vez, confirmó «las visitas privadas» con Francisco y detalló que en esos diálogos entre Robles y Bergoglio «he encontrado las mejores conversaciones que he escuchado por la paz». «Por eso, la ministra y yo ahora nos sentimos huérfanas, porque sí, se nos ha ido nuestro padre», comentó a la vez que respondió con humor al órdago sobre sus constantes peticiones de ayuda: «En el noviciado aprendí que tenía que pedir a Dios y a todo Dios». «La fe te da fuerza y cuando estás enamorada de una causa eso es lo que te da el impulso para no desfallecer», apuntó después.