
Viejoven
Diez señales que indican que eres un "viejoven": un treintañero con alma de sesentón
Si tu aspecto físico o forma de comportarte es más propia de una persona mayor, probablemente tu espíritu joven se esté esfumando

Al final de la veintena o treintena parece que tu edad comienza a dar un salto que te traslada lejos de lo que había sido tu vida hasta ese momento. Y es que, entre la juventud y la vejez solo hay un paso de diferencia, y cuando te quieres dar cuenta te has convertido en un "viejoven".
Este término hace referencia a una persona que siendo joven aparenta ser mucho más mayor, ya sea por su aspecto físico, por su manera de pensar, de vestir o de comportarse. Es decir, jóvenes de treinta y tantos que aparentan tener más de 50.
Cuando empiezas a sentir que tus aficiones ya no son las de la gente de tu edad, que disfrutas más del día que de la noche o que te has vuelto más agarrado con el dinero, probablemente estés en el proceso de convertirte en uno de ellos.
Señales que indican que eres un "viejoven"
Puede que sospeches que tu interior no va de la mano con la edad que marca tu carnet de identidad. A continuación te mostramos las características que tienen todas las personas "viejóvenes".
1. Siempre te dijeron que parecías mayor
Probablemente lleves media vida escuchando lo mismo: "pareces más mayor". En ocasiones te lo dijeron como un halago, pero en otras parecía despreciable. Opiniones al margen, lo cierto es que cuando eras más pequeño hacías y decías cosas impropias de tu edad. Quizás te fijabas en detalles que para la mayoría pasaban desapercibidos y cuestionabas todas las órdenes que recibías.
2. Te quejas demasiado
Te empieza a molestar casi todo, y así lo demuestras, o al menos contigo mismo. Que si hace mucho frío, que si el agua de la ducha sale muy caliente, que si estoy muy cansado... Tu día seguramente sea un vaivén de quejas. Algunas tienen sentido, pero otras salen por puro vicio.
La vida por lo general no te despierta tanto entusiasmo. Hay días en los que parece que estás muy feliz y otros en los que el menor detalle puede devolverte a ese estado de hastío vital que empieza a adueñarse de ti.
3. Eres empático
Cada vez te resulta más fácil ponerte en el lugar de los demás y entender su situación. Sueles dar consejos de persona mayor, pero la mayoría de veces son acertados. Esto puede provocar que la gente te tache de ser una persona cambiante o no tener una opinión sólida, pero es simplemente que has aprendido a ver el trasfondo de las cosas con más facilidad que el resto.
4. Eres ahorrador
Esto no quiere decir que seas una persona tacaña, pero sí que estás empezando a mirar con lupa el dinero que entra y sale de tu cuenta del banco. Estás cogiéndole el gusto a no despilfarrar o gastar demasiado en caprichos. De hecho, probablemente en algún momento hayas hecho inconscientemente el cambio a pesetas...
5. No sales mucho por la noche
Todo lo que antes te encantaba, parece que ha dejado de tener gracia. Cada día son más reducidas tus salidas nocturnas y, el día que lo haces, suele ser un sábado. ¿Qué excusas pones? Que si hace mucho frío, que si no tienes necesidad ninguna de estar ahí pudiendo estar cómodo en tu casa, que si preferirías estar jugando a la play... Lo que suele gustarte es salir de cañas, y como mucho cenar fuera, pero no mucho más porque ahora también priorizas las horas de sueño.
6. Te gusta sentarte en cualquier sitio
Lo que antes no te importaba tanto, como por ejemplo ir de pie en el tren o pasarte todo el concierto dando saltos, ahora parece que no te gusta. Aprovechas cualquier mínima ocasión para sentarte a descansar un rato.
7. Aprovechas los domingos
Una vez que sale de tu boca "me gusta madrugar los domingos para aprovechar el día", lamento decirte que no hay vuelta atrás. De hecho, cuanto menos trasnoches, mejor para ti. Ahora prefieres hacer planes como salir a pasear o tomar el vermut. Por no hablar de la siesta de después de comer... Eso te encanta.
8. Comes, en vez de hacer el amor
Si te dieran a elegir entre comerte un buen plato o tener sexo, probablemente elegirías la primera. De hecho, en algún momento empezaste a pensar que las relaciones sexuales estaban sobrevaloradas y que no hay nada mejor que estar tranquilo.
9. Nunca te gustó ser un niño
Tu infancia suele ser un momento que recuerdes como una etapa agridulce. La adolescencia seguramente también. Sentías que estabas en el lugar y momento equivocado y que no tenías a nadie que tuviera tus mismas ideas. Muchos juegos te parecían aburridos y no les encontrabas sentido ninguno. Te gustaba leer y aprender cosas por tu cuenta.
10. Te sientes bien en tu soledad
Si hay algo que tienen en común todas las almas viejas es que son una excelente compañía para sí mismos. La mayoría de veces prefieren quedarse en casa tranquilos que salir por ahí a un lugar que esté repleto de gente que no conoce. Les gusta observar a la gente, ir a conciertos, al cine, comer solos...
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