Barajas

El asesino de Pioz: «Pensé que me iba a dar asco pero no he sentido nada»

Nogueira se quejó a su amigo por WhatsApp del trabajo que le daba descuartizar a sus tíos y limpiar la sangre.

Los mensajes de Patrick Nogueira se escucharon ayer durante la quinta sesión del juicio: «Pensé que me daría asco»; «abrir a alguien por la mitad da demasiado trabajo»
Los mensajes de Patrick Nogueira se escucharon ayer durante la quinta sesión del juicio: «Pensé que me daría asco»; «abrir a alguien por la mitad da demasiado trabajo»larazon

Nogueira se quejó a su amigo por WhatsApp del trabajo que le daba descuartizar a sus tíos y limpiar la sangre.

Tenía todo pensado: cómo hacerlo, cómo huir de la urbanización, barajaba varias opciones para esconder los cadáveres... Estaba obsesionado con no dejar huellas y creía que sólo el casero echaría en falta a su familia por los impagos y, si enseguida entraba alguien a vivir ahí, el problema estaría resuelto. Creía tener todo atado pero la realidad es que, además de no volver nunca al escenario del crimen y dejar allí los cuerpos, dejó el relato de los hechos, las dudas que le iban asaltando y todo lo que iba sintiendo a cada momento, por escrito.

Ayer, en la quinta sesión del juicio del crimen de Pioz, además del visionado de la reconstrucción, se leyó la extensa conversación de WhatsApp que Patrick Nogueira mantuvo con su amigo Marvin, este último desde Brasil. El diálogo pone los pelos de punta. Porque, lejos de escandalizarse, Marvin anima, aconseja y pide todo tipo de detalles a su amigo especial. «¿Estaba duro?», le pregunta. «Pensaba que me daría asco pero me he dado cuenta de una cosa: soy un enfermo de verdad. No he sentido nada», responde Patrick. «Tú te pasas de psicópata», responde Marvin. Y ambos ríen. Unas risas en mitad de una conversación sobre cadáveres recién descuartizados: «Abrir a alguien por al mitad es duro. He usado esas tijeras gigantes de partir las ramas pero no he logrado, he tenido que usar las manos» para partir la columna. Patrick parece defraudado con el resultado de los tres asesinatos que acaba de cometer. «Pensé que me iba a sentir más vivo», reconoce a su amigo, pero se lamenta: «No he sentido nada». Y puntualiza: «Con lo que sufro es con la ansiedad, no con el hecho. Ayer no podía beber ni agua, es una ansiedad demoníaca». Esta conversación tiene lugar en el lapso de tiempo (más de tres horas) entre la muerte de Janaina y sus primos María Carolina y Davi y la muerte de su tío Marcos –«Comeré después de derribarlo a él. Lo dejo desangrándose aquí y hago un atún. Con pan»–. En esos momentos se plantea qué hacer con los cadáveres. «Si intento enterrarlos podría ser descubierto», comienza a decir. «No hay donde enterrarlos, hermano», dice, en referencia al suelo de cemento que cubre el patio del chalé: «Va a ser un lío de caray», y cuenta que hasta compró «una pala portátil». No obstante, barajó «enterrarlos fuera de Madrid», pero nunca hizo nada más con ellos a pesar de que tuvo un mes por delante. Con respecto a las pruebas que podía haber dejado se muestra bastante tranquilo porque «lo hice todo con guantes, espero no cagarla». Aunque también sospecha de que puede haber dejado «un pelo, saliva en un vaso, algo» en cualquier sitio, como así fue. Marvin le apoya en estos momentos tan cruciales. «Tienes que seguir pensando minuciosamente», le dice. Porque ambos se ponen a divagar sobre las posibilidades de que al portero de la urbanización le parezca raro ver a alguien de madrugada, porque Patrick pensaba coger el primer autobús al día siguiente. Sin embargo, le da pereza todo lo que le queda por hacer: «Ay, no veo la hora de terminar con esta mierda», porque «viejo, si tú supieras el trabajo que da la sangre coagulada para limpiar», y repetía las ganas que tenía de irse ya: «Ir a mi casa, dormir en mi camita, ducharme con Tresemmé y echarme mi perfume». No obstante, la pereza no iba a poder con él: «Tengo que irme con el deber cumplido». «Te amo, de verdad que te amo», le decía Marvin.

También se desprende de su móvil que una vez que huyó a Brasil y su nombre comenzó a circular le contaba a una amiga que «Marvin está celoso porque salió en la prensa que yo quería acostarme con Janaina». También hablaba con su novia Ester de sus planes de estudiar una carrera en la cárcel española porque aquí no es como en Brasil. Finalmente, el abogado de Patrick comunicó a la Guardia Civil su llegada a Barajas el día 19 de octubre en el asiento 47-K del vuelo de Latan JJ8064 Sao Paulo-Madrid. Llegó a las 13:20 horas y 15 minutos después ya estaba detenido.