Con presencia española

El festival ecuestre "Mata", un puente cultural entre Marruecos y la Península Ibérica

Más de 300 jinetes de varias tribus rifeñas se han reunido durante tres días a 50 kilómetros al sur de Tánger para celebrar un evento ancestral que aspira a ser Patrimonio Inmaterial de la Unesco.

El festival ecuestre "Mata", un puente cultural entre Marruecos y la Península Ibérica
Jinetes de una tribu del Rif participan en las pruebas clasificatorias de la undécima edición del Festival Mata Moussem, celebrado el pasado fin de semana en la región de Beni Arús (Marruecos).Javier Aguilar

Bajo el lema “Patrimonio cultural y convergencia de culturas”, el Festival internacional Mata Moussem de artes ecuestres culminó su undécima edición el primer fin de semana de junio, con el patrocinio de S.M. el Rey Mohamed VI, y la organización conjunta de la Asociación de Acción Social y Cultural Alamia Laaroussia y el Festival Internacional de Diversidad de la Unesco, con el que aspiran a convertirse en patrimonio inmaterial de la Humanidad.

La mecánica de la competición es sencilla: tras el período de siega de los campos de trigo, tres centenares de jinetes, vestidos con las tradicionales jellabas, amanas y babuchas, participan en la clasificación para la gran final, en la que, a fuerza de destreza e inteligencia, luchan por arrebatar una muñeca de trapo al jinete que la porta. El premio consiste en una cantidad en metálico, trigo para la tribu del premiado y el honor del vencedor. En otros tiempos, el ganador del juego “Mata” tenía derecho a desposar a la mujer de la tribu que eligiera.

El evento se celebra en Zniyed (región de Beni Arús), entre Tánger y Larache. Cerca de allí se encuentra el mausoleo del poeta y santo sufí Moulay Abdeslam lbn Mashich, que vivió entre los siglos XII y XIII. Cuenta la tradición oral que el santo sufí conoció en lo que hoy es Afganistán el juego ecuestre “buzkashi”, mucho más salvaje y peligroso que Mata, importó la idea al norte de África e inspiró una filosofía en materia de cría y entrenamiento de los caballos, así como en el coraje de los jinetes.

En ese mausoleo, donde cada 1 de julio acuden en peregrinación miles de seguidores de la escuela sufí Shadhiliya, también está enterrado desde hace casi un año el patriarca de los Baraka, Abdelhadi Baraka. Sus estrechos vínculos con España comenzaron en el Ramiro de Maeztu y en la Universidad Central de Madrid, donde estudió Derecho. En el siglo XXI retomó la tradición ancestral y creó la competición anual “Mata”, en un valle poblado de jaimas donde los productores locales y de otras zonas del país venden sus productos (aceite de argán y de oliva, miel de cactus, kohl, henna, kaftanes…), y se celebran conciertos y campañas de sensibilización medioambiental. Nabil Baraka, el hijo del patriarca Abdelhadi, es hoy el presidente del Festival Mata y su hermana Nabila preside Alamia Laarousia. El resto de los Baraka también están implicados en que la tradición perviva.

“Hemos heredado el amor que mi padre tenía por España”, declaró Nabil Baraka en español a LA RAZÓN, “y también los valores sufís del islam de las luces, de la época dorada de Granada y de los grandes filósofos cristianos, judíos y musulmanes”. Explicó que el festival “es el espacio adecuado para reforzar y promover el diálogo y las relaciones culturales y económicas entre Marruecos, España y el mundo ibérico”, y recordó que el evento se ha abierto también a Portugal con la presencia de representantes de aquel país, que se han sumado a decenas de empresarios, periodistas e influencers españoles, además de personalidades de Camerún, Senegal y Costa de Marfil. “España, Marruecos y Portugal tenemos muchas cosas en común y la prueba es la candidatura conjunta para el mundial de fútbol de 2030. El puente entre las culturas de los tres países es un mensaje maravilloso que damos al mundo”, señaló, sin descartar una futura apertura del festival hacia Latinoamérica.

Y añadió Nabil Baraka: “Mata promueve el deporte y la competición, pero también los valores sufís de paz interior, amor, tolerancia, apertura y respeto”, y por ello “la familia Baraka se siente orgullosa de concluir la labor de mi abuelo y mi padre si el festival se inscribe como patrimonio inmaterial de la Unesco”.

Los tres ministros marroquíes que asistieron a la undécima edición del festival, Mohamed Mehdi Bensaid (Juventud, Cultura y Comunicación), Nazir Baraka (Equipamiento y Agua), y Riad Mezzour (Industria y

Comercio), apostaron porque “Mata” forme parte de esa lista de la Unesco.

“Mata” significa montar a caballo sin silla, a pelo, sólo con las riendas, pero también es el nombre de la muñeca que se elabora durante la ceremonia de la henna.

Nabila Baraka destacó el papel de las mujeres en la recogida del trigo y la preparación del Festival Mata: “La mujer trabaja, canta y transmite, pero también tiene el honor de ver a sus hijos montar y participar en el festival, que es muy duro, porque la pasión y el honor pueden hacer que mueran en la lucha”. Recuerda con emoción que dar a conocer “Mata” era un “sueño”, también para sus antepasados.

Su apoyo a la única mujer entre los jinetes que participan en Mata es incontestable. Se trata de Zohra Sidki, una valiente amazona de unos 65 años (no sabe la fecha de su nacimiento) que no sabe leer ni escribir, considera “hermanos” a sus rivales y conoce lo que es la victoria en el festival ecuestre. Las secuelas de un accidente de tráfico le han impedido participar este año, pero sigue siendo la heroína para todos. Monta desde niña, participa en competiciones desde los 11 años y “me siento respetada por los otros caballeros”.

Zohra tiene una hija, que este año hizo la campaña de la fresa en Huelva, y varias nietas. Sus esfuerzos se centran en crear una escuela de equitación para niñas y dejar de ser la única mujer de “Mata”. Pero es realista: “Ellas no tienen mi corazón de piedra”.