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«Halal», un pasaporte al mercado musulmán

En España 400 empresas producen de acuerdo a la ley islámica para obtener el sello que les permite exportar a un mercado de más de 1.600 millones de consumidores

Las carnicerías del barrio madrileño de Lavapiés exponen con letreros gigantescos su certificación «halal» / Rubén Mondelo
Las carnicerías del barrio madrileño de Lavapiés exponen con letreros gigantescos su certificación «halal» / Rubén Mondelolarazon

En España 400 empresas producen de acuerdo a la ley islámica para obtener el sello que les permite exportar a un mercado de más de 1.600 millones de consumidores.

Las dos carnicerías de la calle Tribulete, situadas a pocos pasos de la plaza de Lavapiés, anuncian con un letrero gigantesco que toda su carne cuenta con el certificado «halal». No es de extrañar, teniendo en cuenta que en este barrio madrileño el 35% de los residentes son extranjeros (conviven nada menos que 88 nacionalidades), la gran mayoría de religión musulmana. Que una pieza de carne sea «halal» quiere decir que proviene de un animal (nunca el cerdo ni el jabalí) que ha sido sacrificado por un matarife musulmán acreditado siguiendo el rito que marca la «Sharia» (ley islámica). Esto es: tras colocarlo orientado a Meca, se invoca a Dios y se le practica un corte certero en el cuello hasta su completo desangrado.

Pero lo «halal» va más allá. Es un estilo de vida que el Corán marca como lícito. Es un conjunto de prácticas que abarca desde la alimentación, la sanidad, la cosmética, la higiene hasta el turismo e, incluso, la banca. Todo lo que sea «haram» (lo contrario a «halal», es decir prohibido) no debe consumirse según Alá: ni el cerdo, ni la sangre de animal, ni el alcohol, las gelatinas procedentes del puerco o las aves carroñeras, entre otros. Pero los bancos occidentales también son «haram», porque los preceptos islámicos no permiten los intereses ni la especulación. Y los pintalabios de las grandes marcas de cosméticos también, porque utilizan como colorante el E-120, proveniente de la cochinilla, y el consumo de sangre e insectos está prohibido por la «Sharia».

Aunque en España contar con un certificado «halal» pueda parecer baladí, lo cierto es que cada vez más empresas se interesan por él. El Instituto Halal de España, perteneciente a la Junta Islámica, expide desde hace más de 15 años los certificados en nuestro país y ya cuenta con cerca de 400 marcas nacionales adheridas, el 95% de ellas del sector agroalimentario. «La mayoría busca en el sello ''halal'' el pasaporte para poder exportar a los países de mayoría musulmana», explica Tomás Guerrero, director de la Oficina de Madrid y Relaciones Internacionales del Instituto Halal de España. Debe tenerse en cuenta que es un mercado que cotiza al alza: los musulmanes representan casi el 25% de la población mundial –suponen 1.600 millones de potenciales consumidores– y para 2050 se espera que superen los 2,6 millones. «Muchos de estos países de mayoría musulmana crecen más que la media mundial, son países emergentes con economías dinámicas donde está surgiendo una pujante clase media», añade Guerrero. De ahí, que las empresas españolas quieran su pasaporte «halal». Además, estas naciones llegan a importar hasta el 80% de la carne porque en muchos casos no tienen las condiciones necesarias para producirla.

Guerrero cuenta que el auge de la industria «halal» en España está muy relacionado con la llegada de la crisis económica: «Cuando aquí cae la demanda interna, las empresas agroalimentarias se plantean dos cosas, o cerrar o buscar mercados alternativos que pudieran absorber su producción, y muchas se certifican». Hasta tal punto tuvieron éxito que ya hay más de 100 mataderos certificados y en algunas zonas, como en Cataluña, el 50% de su producción cuenta con el sello «halal».

A nivel interno, no obstante, la comercialización de esta industria es todavía muy residual. A diferencia de países como Francia, Alemania o Bélgica, donde las grandes superficies comerciales cuentan con lineales específicos para este tipo de productos, en España es necesario acudir a carnicerías o tiendas de ultramarinos regentadas por musulmanes para encontrar productos aceptados por el Corán. En estos establecimientos sólo la carne provine de mataderos españoles certificados, el resto de productos los traen de países árabes. Aunque grandes empresas de aquí como Nestlé, Hero, Chocolates La Casa, El Caserío, Mercabarna, Pescanova, o leche Pascual, entre otras cuentan con la certificación «halal», sólo la utilizan para poder exportar a los 57 países de mayoría musulmana donde el sello del Instituto Halal en España es válido.

Aunque la mayoría de las empresas certificadas en España son del sector alimentario, otras industrias como la cosmética, están empezando a interesarse. La cosmética «halal» –la que no lleva nada de alcohol ni derivados del cerdo– es un mercado que cotiza al alza: recaudó nada menos que 50.000 millones de euros en 2015. Hay que tener en cuenta que es sinónimo de cosmética vegana y, por lo tanto, no sólo tiene como público objetivo al musulmán, sino también a aquellos seguidores de lo ecológico y lo natural, tan de moda ahora. Mientras que en Londres y París hay una fiebre por este tipo de productos, en España, esta industria «se encuentra en una etapa embrionaria», explica a LA RAZÓN Guerrero. La lujosa marca española Natura Bissé fue la primera en obtener una certificación de Emiratos Árabes Unido. Sólo un laboratorio toledano (Laboratorios Válquer) cuenta con la certificación que expide el Instituto Halal de España pero «para la fiesta del Eid el fitr –la que anuncia el fin del Ramadán– estamos ultimando una campaña con Sephora y también estamos en conversaciones con el Corte Inglés», apunta el director de relaciónes internacionales.

El sector turístico español también ha visto la oportunidad de negocio en la certificación «halal». Cada año, alrededor de dos millones de turistas musulmanes visitan nuestro país, pero segun advierte el tour operador Andalucia Route, especializado en turismo «halal», «podrían ser más si no tuvieran que estar preocupados en buscar comida apta a su estilo de vida, así como espacios donde poder practicar sus rezos». Por el momento, en nuestro país, sólo los hoteles más lujosos han adquirido la certificación, como el Hotel Mandarín, el Palace, el Costa del Sol de Torremolinos y el Alanda Hotel Marbella.

Pero el gran caballo de batalla para el Instituto Halal de España, cuenta Guerrero, es la creación de una banca islámica en nuestro país. Los musulmanes no pueden ni pagar ni cobrar intereses, según la norma coránica ratificada. El dinero no está para hacer negocio, sino para facilitar los intercambios comerciales, por lo que los bancos occidentales son «haram» para los musulmanes. Reino Unido creo en 2004 el primer banco musulmán de Europa, el Islamic Bank of Britain, lo que permitió a la City obtener fondos de liquidez provenientes de países árabes en un momento económico crítico. La jugada fue copiada posteriormente por Luxemburgo, que creó en 2013 el primer banco islámico de la Eurozona y Francia, que llegó a cambiar su legislación para poder acomodarlo.

En España, por el momento, está descartado. Si bien David Guerrero asegura que «durante la crisis el Banco de España se planteó emitir bonos Sukuk –una especie de pagaré parecido a un contrato de alquiler– para financiar nuestra deuda», finalmente, la idea «se quedó en un cajón».