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Opinión

John Henry Newman, doctor de la Iglesia

El cardenal, fallecido en 1890, recibirá este cargo el día de Todos los Santos

El tapiz de John Henry Newman, durante su canonización en 2019 Riccardo AntimianiEFE/EPA

El 1 de noviembre la Iglesia católica contará con un nuevo doctor que hará el número 38 de tan importante catálogo, que cuenta entre otros con varios españoles insignes: uno del siglo VII, san Isidoro de Sevilla, y tres del siglo XVI, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz y san Juan de Ávila.

Se trata del cardenal John Henry Newman, cuya biografía es apasionante y cuyos excelsos méritos fueron reconocidos por León XIII cuando le creó cardenal, por Benedicto XVI, que le beatificó en 2010 durante su visita al Reino Unido, y por Francisco, que le declaró santo el 13 de octubre del 2019. Aquel día, Bergoglio recuperó de Newman un sermón aleccionador: «El cristiano tiene una paz profunda, silenciosa y escondida que el mundo no ve».

Newman nació en Londres el 21 de febrero del 1801 en el seno de una acomodada familia anglicana, religión dominante en Gran Bretaña, y fue educado en centros fieles a la Iglesia de Inglaterra, en la que fue ordenado sacerdote en 1825 con sólo 25 años de edad. Incorporado a la Universidad de Oxford, acabó siendo un miembro muy activo del llamado Movimiento de Oxford, que trataba de demostrar que la Iglesia de Inglaterra era la descendiente directa de la Iglesia de los Apóstoles.

Con los años y numerosos estudios renunció a estas posiciones y descubrió que las relaciones entre la Iglesia anglicana y la católica eran más fuertes de lo que pensaba. En 1845 se convirtió al catolicismo y desarrolló una muy intensa actividad a favor de la unión ecuménica recompensada por León XII, que le incorporó al Colegio cardenalicio; murió en 1890 y quiso que en su tumba se escribiese este epitafio: «Pasó de las sombras y las imágenes a la verdad».