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Las «apps» que están cambiando el mundo

Lo que está pasando con Uber y Cabify llegará a otros sectores con más peso. Lo siguiente será un Netflix de los videojuegos y un Uber laboral para contratar a distancia, con el consiguiente peligro de evasión fiscal.

Las «apps» que están cambiando el mundo
Las «apps» que están cambiando el mundolarazon

Lo que está pasando con Uber y Cabify llegará a otros sectores con más peso. Lo siguiente será un Netflix de los videojuegos y un Uber laboral para contratar a distancia, con el consiguiente peligro de evasión fiscal.

Durante décadas, el desarrollo de «software» consistió básicamente en incluir más funciones en un programa y venderlo como una nueva versión. Esto tenía sentido cuando su uso era principalmente en un ordenador, no existían las ventajas de la portabilidad e Internet era apenas una herramienta para el intercambio de archivos.

En 2008, la llegada masiva de teléfonos intaeligentes propició la inauguración de tiendas de aplicaciones por parte de Apple y Google. Hoy, entre ambas, suman más de cuatro millones de «apps» que abarcan redes sociales, mensajes, navegación, ejercicio, componer música, dibujar, buscar trabajo..., casi cualquier cosa que se pueda imaginar. Y todo esto tiene un impacto en el mundo real. Según un informe publicado por Hootsuite, casi la mitad de la población mundial tiene acceso a aplicaciones móviles, una cifra que ha aumentado un 30% desde el año pasado.

Si bien es cierto que hay muchas, de una sola función, capaces de transformar nuestros teléfonos en calculadoras, linternas, brújulas o niveles, las aplicaciones han profundizado en complejidad, lo que les ha permitido convertirse en pequeños ordenadores al servicio de la portabilidad y la conectividad. De hecho, muchas «apps» están ocupando nichos de los ordenadores llevando la edición de fotos, videos, música, los blogs, el diseño, los juegos, etc., a su propio terreno. El «hardware» de los teléfonos y tabletas ha evolucionado hasta el punto de que para muchos, ya no es un requisito fundamental contar con un ordenador. Y a ello se une otro factor. Mientras antes pagábamos por los programas informáticos y sus actualizaciones, ahora las aplicaciones más utilizadas, son gratuitas. Mejor dicho, no las pagamos con dinero. Pero eso no impide que ganen mucho dinero: Whatsapp fue comprada por 19.000 millones de dólares y según el citado informe de Hootsuite, solo entre julio y septiembre de 2018, los usuarios de dispositivos móviles gastaron más de 15.000 millones de euros en aplicaciones.

Las «apps» viajan con el usuario y, con su permiso, pueden acceder a los datos de ubicación, costumbres horarias, compras, contactos, etc. Así, la publicidad móvil abre la puerta para llegar a los consumidores en el momento y lugar adecuados. Es cierto que hay algunas socialmente responsables, que utilizan esos datos para movilizar a voluntarios o informar durante desastres naturales. También están aquellas que pueden proporcionar a los médicos y científicos datos en tiempo real que pueden ser difíciles de obtener de otro modo, lo que ayuda a acelerar en conocimiento.

Lo que queda claro es que las aplicaciones han cambiado la forma en que vivimos. ¿Exagerado? Según un estudio realizado por la Universidad de Washington, el usuario promedio suma hasta 349 interacciones diarias. ¿Qué sectores utilizan mas aplicaciones? O, mejor dicho, ¿en qué áreas se están produciendo los cambios más drásticos? En principio, en turismo y transportes.

Una década atrás, Airbnb y Uber tuvieron la misma suerte: casi nadie quiso jugarse en su financiación. En 2014, a través de Uber, se reservaron 200 millones de viajes. En 2016, el número total de reservas alcanzó los mil millones y seis meses después, el número ya se había duplicado.

A fines de 2018, Airbnb y Uber tenían miles de empleados y oficinas en todo el mundo. Ambas aplicaciones crearon una convulsión social y desafiaron las leyes vigente, no en el sentido beligerante, sino en el aspecto de evidenciar la falta de previsión a la hora de regular ciertos sectores. Y esto es solo el comienzo. En pocas palabras, lo que ahora mismo estamos viviendo con Uber y no se ha resuelto con los pisos de alquiler temporal en grandes ciudades, llegará a otros sectores con mayor peso aún.

Uber «solo» afectó al transporte y específicamente a uno muy preciso como los taxis, evidenciando una dificultad a la hora de situar este tipo de empresas en una normativa. Independientemente de las diferencias que hay a la hora de obtener una licencia para uno (Uber) y para otro (taxis), de la necesidad del usuario de poder elegir y de la obligatoriedad del estado a la hora de regular las dos opciones, el conflicto es evidente.

Lo mismo ocurre con Airbnb, solo que en este caso el eje se traslada a un sector más permanente, la vivienda y el eje cartesiano es el precio de la misma.

Y, aún así, no es lo más grave que experimentaremos en cuanto a aplicaciones y su influencia. Vamos a otros ámbitos. En su momento, iTunes representó un cisma en el sector de la industria musical, uno que se amplíó con la llegada de aplicaciones como Spotify, que pusieron sobre la mesa la necesidad de regular el mercado de la música. Algo similar ocurre actualmente con Netflix (que en 2018 facturó más de 10.000 millones de euros, gracias a sus cerca de 110 millones de usuarios), una aplicación que no solo emite series y películas, sino que se enfrenta a los grandes estudios con producciones propios de gran calidad. En este sentido, el próximo disruptor vendrá del sector de los videojuegos y podría llamarse Utomik, una plataforma que busca ser el Netflix de los «gamers». Se trata de una iniciativa que podría cambiar por completo el panorama del mundo del entretenimiento, sobre todo si tenemos en cuenta que la Asociación de Minoristas de Entretenimiento (ERA, por sus siglas en inglés) señaló que, en 2018, el valor del mercado de juego sobrepasó los 4.000 millones de euros, más del doble de lo que valía en 2007 y, por primera vez, lleva a los videojuegos a ser un mercado más grande que el cine y la música juntos. ¿Veremos una «app» capaz de producir su propio contenido de videojuegos, como hace Netflix con las películas?

La mayoría de los bancos cuentan con una aplicación propia con la que se pueden hacer las operaciones más básicas: consultas, transferencias, pagos con móviles... ¿Qué ocurrirá cuando las opciones de criptomonedas, como bitcoin, se popularicen? ¿Dónde quedarán los registros de transacciones? En una realidad global en la que cada vez es más sencillo trabajar en un sitio y vivir en otro, muchos optarán y pedirán un modelo impositivo, de pensiones y de sanidad diferente. Lo que nos lleva, al combinar bitcoins, facilidad de evasión y «portabilidad laboral» a que muchas empresas elijan contratar a distancia, mediante aplicaciones específicas. Una suerte de Linkedin, solo que, al igual que ocurre con las banderas de los buques, registradas en países que carecen de un control fiscal férreo o tienen políticas impositivas más «laxas». Este tipo de aplicaciones, a la caza y captura de trabajadores digitales, se aprovecharán de la falta de regulación de la red. Un ejemplo: una web de la India, cuyo dueño la ha registrado en Tuvalu, busca contratar un diseñador en cualquier lugar del mundo. Pagan en criptomonedas. Si tenemos en cuenta que un informe de la consultora suiza IWG señala que el 70% de los profesionales trabajan al menos una vez por semana desde casa y un 53% lo hace tres veces por semana y que la proporción ha aumentado nada menos que un 7% en los últimos 4 años, está claro que en breve habrá una Uber laboral. Y la competencia no serán los taxistas, sino los estados.

Revolución en la educación

Otro sector será la educación. Y ya se están viendo las primeras señales. En África, de acuerdo con un informe de WorldRemit, el 70% del dinero se mueve a través de teléfonos móviles, más precisamente de mensajes de texto SMS, ya que la cobertura 3G (y menos aún 4G) no es adecuada fuera de las capitales. En 2014, según datos del Banco Mundial, las transacciones realizadas por estos canales alcanzaron los 665 millones de dólares. Este año se duplicarán.

Pero los mensajes de texto no sirven solo para enviar dinero, también para educar. Un ejemplo es la «app» Eneza. Desarrollada por Kago Kagichiri en 2011, hoy cuenta con cerca de un millón de usuarios que reciben a diario, sin importar dónde estén, tutorias, exámenes, libros, todo a través de SMS y por la módica suma de 10 chelines keniatas, lo que se traduce en unos 6 céntimos. De acuerdo con Kagichiri queremos que «50 millones de estudiantes en África sean más inteligentes. Eneza es un tutor virtual y asistente de maestros. Es una forma para que los estudiantes accedan a los cursos a través de un teléfono móvil de bajo costo. Los mensajes de texto permiten a los usuarios en las zonas rurales de Kenia seguir aprendiendo, incluso si las personas no pueden pagar por datos o teléfonos caros, o si no hay una red de datos en el área».