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Los asexuales salen del armario

Un anuncio de colchones pone de relieve a aquellas personas que no sienten atracción sexual por otras. Ahora, reclaman visibilidad. Lucía y Pablo se dieron cuenta de que eran asexuales tras indagar en internet. «No somos ángeles sin sexo», denuncian

Pablo Ortiz, de 24 años, descubrió su asexualidad hace un año gracias a internet
Pablo Ortiz, de 24 años, descubrió su asexualidad hace un año gracias a internetlarazon

Las personas que no sienten atracción sexual por otras reclaman visibilidad. Lucía y Pablo se dieron cuenta de que eran asexuales tras indagar en internet. «No somos ángeles sin sexo», denuncian.

Buscar en Wikipedia. Eso fue lo que hizo la familia de Pablo Ortiz, un barcelonés de 24 años, cuando les contó que era asexual. «Les dije ‘‘papá, mamá voy a hacer un anuncio de Flex y me han elegido porque soy asexual’’. La sorpresa fue mayúscula, no habían oído nunca la palabra. Mi hermano buscó el significado con el móvil. Eso confirma mi tesis de que necesitamos más visibilidad».

Este joven, que actualmente estudia idiomas y colabora con diversas organizaciones sin ánimo de lucro, es una de las cuatro personas asexuales que se han prestado a participar en la última campaña publicitaria de Flex, que ahonda en la idea de que cada uno puede hacer o dejar de hacer en la cama lo que quiera. El objetivo es claro: visibilizar la asexualidad.

Una realidad que muchos todavía desconocen y en la que muchas personas aún no se ven reflejadas, en opinión de Pablo, por falta de información. «Hay muchos casos de gente asexual que aún no lo sabe. Se dan cuenta de que son distintos, de que hay algo que no consiguen explicar».

Eso mismo le pasaba a Pablo. No respondía igual a los estímulos que sus amigos y «no les podía explicar lo que sentía porque no entendían que no experimentase el mismo deseo que ellos hacia otras personas. No me agobiaba, nunca me ha parecido una dificultad para vivir. Simplemente creía que iba a otra velocidad».

Tomó conciencia de que era asexual hace un año, gracias a un artículo que encontró por casualidad en internet. «Si yo llego a tener 23 años hace una década, estoy convencido de que no lo sabría. Afortunadamente ahora hay más información», afirma.

La RAE no recoge el término asexualidad. La primera acepción del término asexual es «sin sexo, ambiguo, indeterminado». Algo que poco o nada tiene que ver con la visión de las personas que se definen como asexuales. Para ellos, la asexualidad es, sencilla y llanamente, la falta de atracción sexual hacia otras personas.

Lucía Lietsi vive en Gijón, tiene 43 años y ha desempeñado distintos trabajos en el ámbito de la educación, como maestra interina o monitora. También ella participa en el anuncio, ya que cree que «era la forma más rápida y eficaz para hacernos visibles en la sociedad». Como Pablo, descubrió que era asexual a través de una página web, pero ella lo hizo más tarde, en la treintena. «Ya en la preadolescencia sabía que no tenía interés por los besos, las caricias o las experiencias sexuales. En la etapa adulta, después de haberme enamorado en varias ocasiones, entendí que no vivía la sexualidad igual que los demás».

Lucía no sabía que era asexual cuando estuvo en pareja. «Rompía porque sentía que no estaba completa, que no podía responder completamente a la otra persona. Era muy duro decir a alguien: ‘‘Te dejo porque no te deseo’’». En este sentido, aclara que «la mayoría de los asexuales sí tenemos deseo sexual, pero no la necesidad de resolver ese impulso con la participación de otras personas». Además, está en contra de la idea de que los asexuales lo son porque se enamoran platónicamente. «Eso no es así, nos deja otra vez con la imagen de ‘‘ángeles sin sexo’’ que tanto se ha vendido anteriormente para referirse a nosotros y que no es cierta».

Las relaciones de pareja no tienen porqué suponer ningún problema para los asexuales. Según explica Pablo, «al final, la mayoría de gente asexual acabamos teniendo relaciones con gente sexual». Esto es posible gracias a una buena comunicación, ya que «la otra persona debe entender que el ritmo no es el mismo. Podemos tener sexo, otra cosa es que no haya atracción, que no exista placer. Se puede comparar con acompañar a tu pareja con ir de compras, ir a un museo que no te gusta: ‘‘Bueno, lo hago porque le gusta’’», afirma.

Las personas asexuales consideran la asexualidad como una orientación sexual más. Según la psicóloga especializada en sexología y terapeuta sexual, Marina Castro, no cabe duda de que la asexualidad existe, pero «hay polémica sobre si es una orientación o no. Todas las personas que han llegado a mi consulta definiéndose como asexuales no lo eran. Muchas personas se definían como asexuales porque no tenían necesidad de tener relaciones sexuales, pero no debemos olvidar que, además de un deseo activo, hay un deseo reactivo, que no está ligado a la necesidad. En su opinión, «la definición de deseo está en ocasiones mal realizada: yo puedo desear comer trufas y no tener necesidad de comerlas».

Para Lucía Lietsi es cierto que muchas personas se acercan a las comunidades de asexuales en España o les exponen directamente a personas asexuales las dudas sobre su propia sexualidad y «terminan por descubrir que no son asexuales». «El 99,9% de la gente que me ha consultado si era asexual, no lo era. Además, es difícil que los asexuales vayan al psicólogo a consultarle sobre estas cuestiones ya que, en muchos casos, cuando uno consulta a un psicólogo es porque algo le genera un cierto malestar. Sin embargo, a nosotros no suele suponernos ningún problema ni sentimos esa necesidad de acudir a un especialista», aclara Lucía.

Javier León es otro de los rostros del anuncio y, como Lucía, dice vivir la asexualidad con total normalidad, exento de cualquier tipo de problema. Para este escritor, antropólogo y editor de profesión, de 43 años, la presión social supuso un punto de inflexión a la hora de replantearse cómo quería vivir su sexualidad. «Con veintipico años me di cuenta de que la presión social me llevaba a hacer todo lo que se supone que tienes que hacer en una pareja. No me interesaba la sexualidad, la verdad es que me daba un poco igual. Yo puedo querer a alguien como pareja, te puedo amar... Que no tengamos sexo no significa que seamos amigos»

Considera que una relación de pareja no tiene por qué estar basada sólo en la sexualidad: «A la intimidad con otra persona se puede llegar de muchas formas». Hemos pasado «de una prohición casi total del sexo a todo lo contrario, a hipervalorar la sexualidad».

Se trata de una idea totalmente compartida por Begonya Enguix, antropóloga experta en género y sexualidad de la UOC. Cree que la asexualidad ha tardado en emerger por la enorme presión social en torno al sexo. «Nos están vendiendo continuamente que hay que mantener relaciones sexuales porque constituye una parte esencial de nuestra felicidad, que una persona no es completa si no las mantiene. El sexo se ha convertido casi en una imposición social y, en algunos contextos, parece que es la única manera posible de relacionarnos».

Enguix ve positivo que en la actualidad se permita la emergencia de discursos que hasta hace muy poco estaban silenciados, como el de la asexualidad. Realidades que carecían de nombre, que no tenían ningún tipo de etiqueta. «Hay dos cosas importantes en la etiqueta. En primer lugar, al tener un nombre la realidad existe y, en segundo lugar, cuando encuentras la etiqueta encuentras a otras personas que utilizan esta misma estiqueta. Es decir, ya no estás solo. Lo que es seguro es que mucha gente lo vivirá con menos culpa o sin sentirse un bicho raro, aunque no decidan a ‘‘salir del armario’’».

El perfil: Mujer, de 22 años y con estudios

Según los expertos, la asexualidad es un fenómeno vigente en las sociedadades humanas desde tiempos remotos, pero hoy en día, y cada vez más, ha pasado a gozar de una mayor visibilidad. En opinión de la antropóloga Begonya Enguix, la asexualidad «ha saltado a la arena pública muy recientemente porque existe mucha presión social en torno al sexo y, en ese contexto, la asexualidad, como otras sexualidades no hegemónicas, ha tardado mucho en emeger». Uno de los problemas se encuentra a la hora de cifrar el número de asexuales en nuestro país. «Es difícil encontrar datos porque siguen estando estigmatizados y porque han salido del armario, por decirlo de alguna forma, muy recientemente». Aun así, un estudio de Aven Internacional, con más de 14.000 encuestas, traza un perfil. El 34,1% cuenta con carrera universitaria, frente al 33,3% que no cursa estudios; se declara ateo el 27,2% y casi el 21% dice ser agnóstico; son mujeres en su mayoría: un 62,1%; la media de edad es de 22,4 años, y descubrieron su asexualidad casi a los 19. La inmensa mayoría, el 78%, asegura que no cambiaría su orientación por otra y, sobre su frecuencia de actividad sexual, la respuesta más numerosa (30,4%) es la de «una o dos veces al mes». Con todo, según la sexóloga Almudena M. Ferrer, «todavía es necesario llevar a cabo muchos más estudios, porque no hay suficientes datos».

El perfil / Lucía Lietsi

«No somos intolerantes al sexo»

Lucía Lietsi es el seudónimo de esta gijonesa de 43 años que descubrió que era asexual hace seis años. A pesar de que narró sus experiencias en el 2012 a través de su libro «Diario de una asexual», no se había atrevido a mostrar su rostro en los medios hasta ahora por temor a que repercutiera negativamente en su trabajo. «Sencillamente, no sentimos atracción sexual hacia otros. Ni somos bichos raros, ni estamos enfermos ni nos causa ningún daño. Es más, estamos perfectamente integrados».

El perfil / Pablo Ortiz

«Ponerle un nombre ayuda»

Pablo tiene 24 años y sólo hace uno que descubrió que era asexual, después de hacerse muchas preguntas. Cree que es el momento de implicarse a nivel personal para que la asexualidad sea cada vez más visible y muchas personas puedan poner nombre a lo que sienten. «En nuestra sociedad hay mucha sexualización y, además, se ha priorizado socialmente el derecho a poder acostarte con quien quieras, mientras que se ha dejado en el olvido el derecho a reivindicar que no quieras hacerlo».