Opinión
Más allá del alivio: límites de la Medicina actual y oportunidades para una nueva Medicina
La posibilidad de anticiparse a la enfermedad antes de que se manifieste clínicamente abre un horizonte completamente nuevo
Curar es, en esencia, el objetivo más profundo de la medicina. Significa eliminar la causa de la enfermedad, restaurar la integridad del cuerpo o del equilibrio funcional, y devolver al paciente a un estado de salud completo. A pesar de ello, durante siglos, la medicina ha sido, en gran parte, una ciencia del alivio. Y en muchas enfermedades crónicas o incurables, sigue siéndolo: aliviar es a veces lo único posible.
El modelo biomédico tradicional ha tenido gran éxito en la medicina de emergencias, en el tratamiento de infecciones o en intervenciones quirúrgicas complejas. No obstante, cuando se enfrenta a enfermedades multifactoriales como el cáncer, la diabetes tipo 2, la obesidad, las enfermedades neurodegenerativas o cardiovasculares, suele ofrecer soluciones que prolongan la vida, pero no necesariamente la mejoran de forma integral. En muchos casos, la medicina se ve reducida a una sucesión de tratamientos farmacológicos que controlan los efectos de la enfermedad sin revertir sus causas. Este modelo paliativo puede generar dependencia terapéutica, efectos secundarios acumulativos y una creciente carga económica y emocional tanto para el paciente como para el sistema sanitario.
En este contexto emergen oportunidades inéditas, impulsadas por el desarrollo de nuevas ciencias como la genómica y las ciencias ómicas en general, la biología de sistemas, la medicina regenerativa, la inteligencia artificial y la epigenética. Estas disciplinas están permitiendo comprender la enfermedad desde sus raíces moleculares y funcionales, revelando que muchos trastornos tienen orígenes prevenibles o reversibles si se interviene de forma temprana y personalizada. La posibilidad de anticiparse a la enfermedad antes de que se manifieste clínicamente abre un horizonte completamente nuevo: una medicina predictiva, capaz de determinar el potencial desarrollo de una enfermedad.
Las palabras "calmar, mitigar, atenuar, disminuir y aminorar" hacen referencia a aliviar los síntomas de una enfermedad sin necesariamente eliminar su causa. Son términos propios de una medicina paliativa o sintomática, que busca hacer más llevadera la enfermedad, pero no garantiza su curación. En cambio, curar significa eliminar la causa de la enfermedad y restaurar la salud, devolviendo al organismo su funcionamiento normal. Por ejemplo, un analgésico alivia el dolor (lo calma, mitiga, atenúa…), pero no cura la infección que lo produce. Sin embargo, un antibiótico adecuado, en cambio, puede curar la infección que causaba ese dolor. Por tanto, la distinción entre aliviar y curar es clave en medicina: la primera trata los efectos, la segunda va a la raíz.
Cuando la causa es exógena, como el caso de un virus o una bacteria, si lo eliminamos mediante el antibiótico adecuado, habremos eliminado la causa y, por tanto, la enfermedad o al menos, su origen.
Si la causa de la enfermedad es endógena, la medicina actual rara vez cura en sentido absoluto, pero cada vez ofrece más estrategias para intervenir en los mecanismos internos, ya sea para aliviar, estabilizar, o incluso revertir parcialmente el curso de ciertas enfermedades. Si la causa de la enfermedad proviene del propio organismo (como una alteración genética, autoinmune, metabólica o degenerativa), la posibilidad de curarla se vuelve más compleja. En estos casos, el objetivo de la medicina puede variar según el tipo de afección. Muchas enfermedades endógenas no tienen cura definitiva hoy en día, pero pueden controlarse, ralentizarse o estabilizarse. Ejemplos son la diabetes tipo 1, la esclerosis múltiple o el lupus. En estos casos, la medicina busca modular los efectos de la disfunción interna sin, por ahora, poder eliminar su causa de raíz.
En algunos casos, como ciertos tipos de cáncer originados por mutaciones celulares, se han desarrollado terapias específicas que corrigen o eliminan las células afectadas. En enfermedades genéticas, están surgiendo terapias génicas que buscan reparar o sustituir genes defectuosos, abriendo posibilidades reales de cura.
Si bien, de momento, no siempre se puede cambiar la predisposición genética, se puede modular su expresión epigenética o compensar déficits funcionales (como en la terapia hormonal o en reemplazos enzimáticos), lo cual puede mejorar significativamente la salud del paciente. El futuro para su curación está en la medicina de precisión, la biotecnología y la edición genética.
La oportunidad histórica que se abre es la de diseñar una medicina verdaderamente curativa. Una medicina que, sin dejar de aliviar el dolor cuando sea necesario, se atreva a prevenirlo desde su origen. Que, en lugar de resignarse a acompañar pasivamente el deterioro, apueste por restaurar y preservar la salud. En este tránsito está en juego no solo el futuro de la ciencia médica, sino también el sentido profundo de nuestra relación con la salud, la enfermedad y la vida humana.