Tráfico de droga
Los narcos del hachís reactivan la ruta terrestre en Europa
La Policía se ha incautado de 31 toneladas en casi dos meses por esta vía, que ha vuelto tras la presión marítima
La colaboración de la policía marroquí en la lucha contra el narcotráfico es crucial para reducir el volumen de droga que entra en Europa. Las rutas africanas siempre han sido claves para introducir la cocaína que llega desde Sudamérica y el cannabis que sale principalmente desde Marruecos y, por eso, que los narcos se sientan presionados allí les empuja a «tener prisa» por sacar la gran cantidad de estupefaciente que tienen acumulado todavía desde la pandemia. Por el mismo motivo, además, se arriesgan a hacerlo en grandes cantidades. No se pueden permitir tener allí la droga por mucho tiempo. Este es uno de los motivos por los que se están cogiendo tantas toneladas de hachís últimamente en España: casi 31 toneladas en apenas dos meses. Lo explica Francisco Podio, inspector jefe de la Policía Nacional y responsable de la Sección de Cannábicos de la Brigada Central de Estupefacientes.
El hecho de que se esté golpeando tan fuerte en la zona de Campo de Gibraltar, la vía tradicional para alijar el hachís, explica por qué las organizaciones han decidido recuperar la ruta terrestre: meter fardos en vehículos caleteados, camuflados como sea (en palés de frutas o incluso en furgonetas cargadas con muebles, como en la última operación) y cruzar el Estrecho en ferry para, ya en tierra, atravesar la Península y en ocho horas meterlo en Francia. Era el caso de los últimos narcos detenidos por la Policía, que incluso había detectado que pretendían robar la mercancía (hacerles lo que se conoce en el argot como un «vuelco») a los encargados del transporte. En esta ocasión llevaban un cargamento oculto en cajas de melones. Pero la desproporción entre el hachís y los melones era descomunal. Fue lo que los agentes de la Udyco se encontraron en un remolque intervenido en Málaga: en total 9.300 kilos de hachís. Este «atrevimiento» en la desproporción habla de esas prisas y ese agobio que tienen ahora por sacar como sea el estupefaciente que se les acumula en origen. En apenas dos meses la Policía Nacional ha intervenido casi 31 toneladas que suelen venir camufladas en camiones que llegan en ferry desde el norte de África.
«Las organizaciones vuelven a utilizar esta vía para introducir la droga», confirma el comisario responsable de la Udyco Central, Alberto Morales. Otra de las razones es precisamente esa presión policial que desde 2018 sienten los narcos del hachís en esta zona, lo que les ha obligado, no solo a tener que alijar más arriba (llegan incluso a Cataluña), sino a reactivar estas vías. «Se están encontrando muchas dificultades en el ámbito marítimo, donde siguen utilizando lanchas rápidas», asegura Morales. Para ello requieren de los famosos «petaqueros» (quienes suministran la gasolina) y de una logística muy determinada. «Aunque la vía marítima sigue funcionando, cuando tienen dificultades para mover la droga que ya está almacenada en las costas marroquíes, es cuando deciden utilizar la vía terrestre como alternativa. Esto les facilita la logística y reducen el riesgo» porque hay menos gente que sabe dónde, cómo y cuándo llega la droga.
También es una vía mucho más económica y más sencilla para ellos porque, una vez el camión en tierra, ya solo tienen que atravesar por carretera la geografía española. En esta ocasión, parte de la mercancía intervenida tenía como destino final Francia y, de hecho, dos de los de los cuatro detenidos eran franceses con antecedentes por tráfico de droga y robos.
«Son organizaciones asentadas en España y Francia. Ellos saben que en 12, 14 horas, ya han pasado de Marruecos a Francia o Países Bajos», resume el comisario. «Lo que suele ocurrir es que hacen una parada intermedia y parte de esa droga es la forma de pago de la organización en España».
Pero, además del camión cargado con melones y hachís, en una operación casi paralela, puesta en marcha el pasado mes de agosto, se intervino una furgoneta cargada de muebles con 1.825 kilos de hachís que venía el puerto de Algeciras. Los vehículos iban precedidos de coches «lanzadera» que les servían para detectar la presencia policial y vigilar que la mercancía llegaba a su destino.
En total, más de 11 toneladas de este estupefaciente en apenas cuatro días de diferencia. Y es que, según Morales, «aprovechan la época estival para hacer envíos masivos de esta mercancía». Una mercancía que estuvo expuesta esta semana en el centro policial de Canillas antes de pasar a calabozos y «esperar cita» para su posible destrucción una vez que así lo determine la autoridad judicial.
Pero a esta operación, bautizada como «operación Bucos», se añade otra también reciente de 15,3 toneladas de hachís intervenidas en julio en Almería. Fue el mayor alijo en lo que va de año y el quinto histórico de España.
Ambas operaciones han sido tuteladas por la Fiscalía Especial Antidroga de la Audiencia Nacional y del Campo de Gibraltar. Gracias a la colaboración tanto de la Dirección General de Seguridad de Marruecos como de las autoridades judiciales de este país, las operaciones se saldaron con la detención de diez personas, que ingresaron en prisión.
Estas investigaciones tan seguidas y con tantas toneladas hacen pensar a los responsables de Estupefacientes que la ruta terrestre, por tanto, vuelve a estar más activa que nunca. «Hay muchos motivos por los que les es más rentable que la vía marítima», resume Morales. Aquí intervienen demasiados personajes para usar lanchas rápidas, sortear la presencia policial, trasladarlo a las playas, a «guarderías», contratar a «puntos» y luego moverlo por la Península.
El último balance anual de incautaciones en España, que corresponde a 2023, recoge una subida de las incautaciones de hachís de 35,7 toneladas, un 12% más que el año anterior, según el Ministerio del Interior. Aun así, a los narcos les sigue saliendo mucho más rentable transportar cocaína, puesto que ya cuentan con una infraestructura creada y bien engrasada y las ganancias con esta droga sieguen siendo muy superiores a las del hachís, a pesar de que su precio en el mercado está en mínimos históricos: el kilo ha pasado de los 33.000 euros a situarse en torno a los 18.000.