
Opinión
Obispos al cole
Desde hace ya algunos años la Santa Sede organiza en el mes de septiembre un curso para los prelados "novatos"

No es una broma. En el Vaticano acaba de celebrarse un curso de una semana dirigido a los obispos «novatos», es decir, a los que han sido nombrados en los últimos doce meses. Son casi doscientos y entre ellos se encuentran siete españoles.
Ser obispo no es una tarea fácil, y si algunos de los nombrados llegan con cierta experiencia de gobierno porque han sido, por ejemplo, vicarios generales, otros se estrenan y necesitan un apoyo para no cometer errores por falta de experiencia.
Desde hace ya algunos años la Santa Sede organiza en el mes de septiembre un curso en cuya preparación colaboran los Dicasterios para los Obispos, para las Iglesias Orientales y para la Evangelización las instituciones de la Curia que tramitan los nombramientos episcopales antes de ser presentados al Papa.
Las materias que se enseñan son, entre otras, las competencias de los Obispos según el Código de Derecho Canónico, las directrices sobre la liturgia, el ecumenismo, la evangelización y las disposiciones más recientes sobre la Doctrina de la Fe. No menos importante es el contacto que se establece entre ellos y el intercambio de experiencias pastorales.
León XIV les dedicó toda la mañana del pasado jueves y, además de dialogar con muchos de ellos, les dirigió un discurso sobre la identidad del obispo que ha sido elegido no para sí mismo sino para servir: «El obispo es un servidor –les dijo–, ha sido llamado para servir la fe del pueblo que le ha sido confiado». Y para ejercer su misión se requieren «la libertad interior, la pobreza de espíritu y la disposición al servicio que nace del amor». Un magisterio precioso de quien, como Prevost, fue durante veinte años obispo de una pequeña diócesis en Perú.
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