Religión

Omella y Vérgez, fichajes de estreno en el C9 remozado de Francisco

El Papa presidió ayer el Consejo de Cardenales que apuntalará su reforma

El Papa Francisco, ayer, con el cardenal Juan José Omella, al comienzo de la audiencia
El Papa Francisco, ayer, con el cardenal Juan José Omella, al comienzo de la audienciaVATICAN MEDIA HANDOUTAgencia EFE

Se puede entrar en un club eclesial más selecto que el Colegio Cardenalicio. Al menos, con este Papa. Se trata del Consejo de Cardenales, que lejos de llevar consigo cualquier tipo de privilegio, más bien supone una sobredosis de responsabilidad. Desde ayer, los cardenales españolesJuan José Omella y Fernando Vérgez,forman parte de este «think tank» que Francisco creó para que le asesoraran y materializar la reforma de la Iglesia que inició hace ya una década.

El 7 de marzo el Papa anunció la renovación de este equipoque, de alguna manera, representa su círculo de mayor confianza, incluso que los prefectos de la Curia, que equivaldrían a los ministros de un Gobierno.

El Consejo de Cardenales, conocido popularmente como C9, sería algo así como una almendra central que se asemejaría al gabinete de Presidencia, es decir, a La Moncloa. Tanto el perfil de Omella como el de Vérgez vienen a reforzar esta tesis. Por un lado, el arzobispo de Barcelona es, de lejos, el pastor de nuestro país que cuenta con un hilo directo con el pontífice argentino.

Amén de su conexión personal, desde que Jorge Mario Bergoglio fuera elegido Papa, apostó por Omella, hoy con 77 años, para resolver algunas cuestiones más que peliagudas de las bambalinas eclesiales de nuestro país. Su capacidad resolutiva y de mediación la revalidó tras destinarle a Cataluña en el momento más tenso del procés. Francisco le revistió de púrpura, le incorporó al Dicasterio para los Obispos –el departamento que hace el casting de los prelados de todo el planeta– y apuntaba el estilo que quería para España. Todo esto se tradujo en su elección como presidente de la Conferencia Episcopal, cargo que caducará justo dentro de un año.

En el caso de Vérgez, su vínculo con este legionario de Cristo viene de lejos. Este salmantino de 78 años fue el secretario personal del cardenal argentino Eduardo Pironio que, además de ser el inventor de las Jornadas Mundiales de la Juventud que catapultó Juan Pablo II, siempre fue mentor y referente espiritual de Bergoglio. Cuando Francisco desembarcó en Roma, Vérgez fue uno de los hombres que le ayudó a radiografiar por dónde hacía aguas el Vaticano, sobre todo teniendo en cuenta que se había movido por muy diferentes áreas desde que llegó a la ciudad, en 1972. De hecho, solo cinco meses después del cónclave le nombró secretario general del Gobierno de la Ciudad del Vaticano para acabar designándole presidente en 2021, esto es, el «alcalde» del Estado más pequeño del mundo.

Ahora, Omella y Vérgez se unen al Consejo de Cardenales en una fase del pontificado en el que el organismo debe actualizar sus encargos papales después de que el equipo anterior se diera por amortizado tras sacar adelante la constitución apostólica «Praedicate Evangelium» que ha reformado la estructura de la Curia.

De esta manera, nuestro país se convierte en el que tiene mayor peso en este remozado consejo, en el que se encuentra también el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, considerado como el primer ministro vaticano. A partir de ahí, Francisco ha elegido a purpurados procedentes de diferentes latitudes del planeta, que reflejan la universalidad de la Iglesia, desde el arzobispo de Kinshasa al de Bombay, pasando por Boston, Québec, Luxemburgo y San Salvador de Bahía.