Religión

El Papa misionero ve «urgente» evangelizar «un mundo herido»

León XIV recibe a los responsables de Obras Misionales Pontificias, la plataforma del Domund

AMP.-El Papa León XIV da los primeros pasos para canonizar a dos misioneros muertos en 1987 por indígenas no contactados
AMP.-El Papa León XIV da los primeros pasos para canonizar a dos misioneros muertos en 1987 por indígenas no contactadosEuropa Press

El Papa misionero, cara a cara con los responsables de las misiones de la Iglesia. Cuando se cumplían dos semanas de la elección de Robert Prevost como Sucesor de Pedro, el Pontífice de origen norteamericano que se nacionalizó peruano celebró este particular aniversario con los secretarios Generales, directores nacionales y personal de la Obras Misionales Pontificias, la principal plataforma eclesial encargada de evangelizar en los países en vías de desarrollo y sostener los proyectos a través de campañas como el Domund o la Infancia Misionera.

León XIV recibió en la Sala Clementina a los participantes de más de ciento veinte países que estos días celebran en Roma en la asamblea general de la entidad. «Son efectivamente el ‘principal medio’ para avivar la responsabilidad misionera entre todos los bautizados y sostener a las comunidades eclesiales en las zonas donde la Iglesia es joven», los animó el Papa, sabedor de que están detrás de programas pastorales y catequéticos, de la construcción de nuevos templos, de la asistencia sanitaria y necesidades educativas.

Con este punto de partida, el Papa agustino señaló que la llamada misión ‘ad gentes’ «es aún más urgente en nuestros días», teniendo en cuenta el contexto de «nuestro mundo, herido por la guerra, la violencia y la injusticia». Para el Obispo de Roma, la humanidad «necesita escuchar el mensaje evangélico del amor de Dios y experimentar el poder reconciliador de la gracia de Cristo».

Con esta conciencia clara de configurar «una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo», tal y como remarcó el pasado domingo en la misa del inicio de su pontificado, alentó a los presentes a «llevar a todos los pueblos, más aún, a todas las criaturas, la promesa evangélica de una paz verdadera y duradera».

De la misma manera, el Papa Prevost hizo hincapié en cómo esta tarea no es solo cosa de sacerdotes y de monjas, sino de «todos los bautizados». Además, animó a los responsables de Obras Misionales Pontificias a que promuevan una mayor formación, animación y colectas en los países con más fondos económicos con el fin de «apoyar a nuestros hermanos y hermanas que están en aquellas áreas de nuestro mundo donde la Iglesia es joven y está creciendo».

Más allá de las colectas, León XIV reivindicó dos valores evangélicos con la vista puesta en la misión, la comunión y la universalidad, con la conciencia de todos «somos uno, la familia de Dios, más allá de la rica variedad de nuestras lenguas, culturas y experiencias».

Como reflejo de esta importancia que el Santo Padre que da, desde su experiencia personal y convicción personal, a la misión se materializó también ayer al firmarsus primeros de causas de santos, al prefecto del Dicasterio de la Causa de los Santos, Marcello Semeraro. Robert Prevost dio un paso al frente para elevar a los altares a dos misioneros capuchinos: el obispo español Alejandro Labaka Ugarte y la monja colombiana Inés Arango Velásquez. Los dos fueron asesinados violentamente en la selva amazónica de Ecuador el21 de julio de 1987, y ahora el Papa reconoce su «oferta de vida», una vía que abrió y que tiene como base precisamente haber ofrecido libremente la vida por los demás hasta la muerte. Con este reconocimiento, ahora solo faltaría un milagro atribuido a su intercesión para ser beatificado.

El español y la colombiana murieron juntos cuando intentaban salvar a una tribu indígena Huaroani–en aislamiento voluntario–del genocidio inminente que sería perpetrado por compañías petroleras interesadas en explotar los recursos naturales de sus territorios. Los dos misioneros fueron trasladados en helicóptero hacia una región apartada de la selva, donde vivía el grupo Tagaeri, de la familia Huaroani. Aunque el obispo, trató de persuadirles sobre el peligro que corrían sus vidas, ellos creyeron que habían sido traicionados. Labaka y Arango fueron atravesados por sus lanzas en repetidas ocasiones, hasta morir desangrados.