Mascotas

Peleas de perros a muerte por 10.000 euros

Asesinan a camadas enteras hasta conseguir al «gladiador» que precisan. Por estas «máquinas de matar» se pagan entre 10.000 y 15.000 euros.

Peleas de perros a muerte por 10.000 euros
Peleas de perros a muerte por 10.000 euroslarazon

Asesinan a camadas enteras hasta conseguir al «gladiador» que precisan. Por estas «máquinas de matar» se pagan entre 10.000 y 15.000 euros.

El olor a muerte no sólo está en el ring. Las peleas de perros empiezan con camadas enteras asesinadas. Eligen sementales que hayan ganado peleas –champion, doble, triple champion...–, y cuando los cachorros tienen «dos o tres semanas de vida se les enfrenta con otro perro de presa (de cuerpo robusto, cuello grueso, cabeza fuerte) para ver si tienen habilidades. Si hacen cualquier ademán de huir, los matan», explica Javier Molinera, jefe de Sección de Consumo, Medioambiente y Dopaje en el Deporte de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría General de Policía Judicial de la Policía Nacional.

Para esta «crianza», habitualmente usan perros de razas consideradas como potencialmente peligrosas, es decir, razas de fuerza que si se fomenta su agresividad se convierten en peligrosos. Si el cachorro aguanta, el maltrato continuará hasta convertirlo en un «gladiador». «Les inyectan anabolizantes para aumentar su masa muscular, usan collares lastrados durante los entrenamientos en cintas de correr en las que los perros están atados con arneses para aumentar su capacidad física, una mayor fuerza de mordida y conseguir que tengan el cuello más fuerte», precisa Molinera.

No les dejan sociabilizar. Están atados y enjaulados durante toda su vida «útil» con un único objetivo: conseguir una máquina de matar. Por un ejemplar así se pagan «entre 10.000 y 15.000 euros». Por eso, «la mayoría de estos perros que se rescatan son irrecuperables». Bien lo sabe el inspector jefe. Gracias a la gran labor de esta sección, así como de la Jefatura Superior de Policía de Canarias y de las comisarías de Tenerife, Alicante y Murcia, el pasado 18 de febrero se detuvo a más de 30 personas de nacionalidad española (entre organizadores e invitados) que estaban celebrando una Convención nacional de peleas de perros en Canarias. La operación «Chase», tal y como se denominó, ha sido la mayor llevada a cabo en España contra estos combates, y ha marcado un antes y un después de lo que hasta ahora se pensaba sobre este maltrato animal. Si siempre se ha pensado que las peleas de perros era cosa de dos personas que se reunían esporádicamente para llevar a cabo peleas de perros, la realidad es que los individuos que realizan este maltrato animal no tienen ese perfil. «No se trata de gente de una etnia concreta o de ‘‘quinquis’’, que es lo que se pensaba hasta la fecha, las peleas de perros se realizan por miembros de una organización clandestina que se mueve a nivel regional, nacional e internacional. De hecho, la semana previa íbamos a acudir a una que iba a tener lugar en Murcia, pero que finalmente se pospuso. Además, los organizadores no tienen trabajo, pero sí un nivel económico superior. También trafican con drogas», explica Molinera.

Lo que no quita que las otras peleas no se produzcan. En Mijas, por ejemplo, una lectora denunció a este periódico que en esta localidad malagueña, «justo detrás de la ITV( inspección técnica de vehículos), hay un bloque de pisos en el que viven gitanos, y parte de los cuales roban los perros a la gente que pasea por la calle con ellos, los esconden y los usan para que otros perros practiquen con ellos para peleas». Este periódico se puso en contacto tanto con la Policía Local como con la Guardia Civil para contrastar la denuncia y pudo constatar que «una jueza de Málaga ha decretado secreto de sumario por las peleas de perros en Mijas», reconocen desde la Guardia Civil sin poder facilitar más detalles del caso. Pero es que ésta no es la primera vez. Un agente local explica que años atrás, en este mismo bloque de viviendas sociales se recogieron varios perros en esta zona que tenían microchip y cuya pérdida se había denunciado.

Volviendo al «modus operandi», cuando se acerca el combate, también les suministran diuréticos para lograr que el perro baje de peso y pelee a muerte en el peso que el dueño quiere. No hacerlo puede suponer la muerte del animal, y lo que es más importante para estos sujetos: perder. Las fianzas dependen de que el circuito sea regional, nacional o internacional. En Canarias «los dueños de los perros que iban a pelear pusieron entre 2.500 y 5.000 euros de fianza. Este precio se pacta. El dinero se ingresa en una cuenta bancaria a nombre de uno de los árbitros y, tras la pelea, éste realiza la transferencia al ganador, que se lleva su fianza y la del contrario. En otras competiciones ilegales los precios varían: Hay peleas de perros en Tailandia, China, Emiratos Árabes. En este último país se han pagado entre 25.000 y 30.000 euros de fianza», explica Molinera. De hecho, uno de los detenidos, Rafael, de Arroyomolinos (Madrid), compitió a nivel internacional.

En cuanto a los invitados a la pelea, pagan obligatoriamente una cantidad. Han de abonar el coste de un día de fiesta, con barbacoa, alcohol, drogas, alquiler de la finca. Es decir, si todo ello asciende a 1.000 euros y van diez, cada invitado abonaría 100 euros para acudir. A esto hay que añadir las apuestas que hagan entre ellos. Unas cuantías que varían, en la «convención» de Canarias, por ejemplo, se intervinieron entre 6.000 y 8.000 euros, es decir, entre 300 y 400 euros llevaba cada invitado para apostar, ya que acudieron entre 20 y 30 invitados.

«Lo habitual es que se hagan dos o tres peleas. En Canarias fueron 8 perros». Cada pelea dura entre 20 minutos y una hora, porque matar con dientes no es fácil precisamente. El combate se salda sí o sí con uno de los dos «gladiadores» muertos, si no los dos, a causa de las múltiples heridas. Molinera recuerda que en Canarias la Policía paró el combate a los 10-15 minutos de empezar la segunda pelea. Según el testimonio de uno de los invitados, en la pelea anterior, el perro que iba perdiendo intentó huír, saltando del ring agónico. Acto seguido, su dueño fue a por él y le cortó el cuello. Ya de nada le servía este pobre perro con el que el único lazo que tenía era exclusivamente monetario. Y es que a pesar de estar en el siglo XXI, los perros siguen siendo asesinados, obligados a matarse entre ellos y sufrir toda serie de salvajadas para el disfrute y el beneficio económico de unos verdaderos animales.