Religión

Piero Pioppo, el nuncio que aterriza con «diálogo y estima recíproca»

El embajador vaticano comenzó hoy su servicio tras ocho meses

de «sede vacante»

Piero Pioppo
Piero PioppoNunciatura Apostólica

El arzobispo italiano Piero Pioppo ya ejerce de nuncio de Su Santidad. El diplomático de 65 años presidió hoy su primera eucaristía en la que es su «parroquia», la madrileña basílica pontificia de San Miguel. Cuando apenas llevaba unos días en nuestro país optó por presentarse oficialmente con una eucaristía en un día especialmente significativo para la cultura patria: la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de España.

«Rueguen y recen por mí al empezar este servicio porque yo ya tengo a todos los españoles en mi corazón», expresó el embajador papal en una misa con un templo abarrotado de fieles y arropado por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

El nuncio confesó llegar «humildemente» al «tomar por primera vez la palabra» en un acto público. Y lo hizo con soltura en su castellano, hasta tal punto que no necesitó de papel alguno para su alocución, además de participar entonando los principales cantos de la celebración. «Me presento como estudiante porque sé que llego a una Iglesia que luce la fe de los martes de los primeros siglos, de los grandes pastores, de hombres y mujeres que reformaron nuestra fe y nuestro entendimiento del Señor», elogió.

«Llevo la bendición del Santo Padre, el Papa León XIV, que me recibió hace unos días y me rogó llevar su cariño a esta gran nación», expuso en otro momento de su homilía, a la vez que envió desde el altar un saludo «afectuoso» a los Reyes, a las autoridades y los obispos.

Al repasar su trayectoria expuso que «vengo de Indonesia, donde Francisco Javier evangelizó y llegó a los más desamparados, llevando consigo el Evangelio, dignidad, seguridad y esperanza». No en vano, Pioppo cuenta con una amplia experiencia de más de tres décadas en el Servicio Diplomático de la Santa Sede, que le llevó primero a Corea del Sur y Chile. Como nuncio, ha estado al frente de las misiones en Camerún y Guinea Ecuatorial. A esto se suma su conocimiento del engranaje vaticano, en tanto que fue secretario de Ángelo Sodano, secretario de Estado, esto es, «primer ministro» de Juan Pablo II.

Con esta experiencia global, el nuncio reivindicó que «hoy hace falta paz, diálogo y estima recíproca en todo el mundo». «Nosotros somos herederos de este patrimonio de fe y de amor, somos hijos de la fe de la Iglesia y estamos llamados a seguir al Señor sirviendo a la humanidad, sobre todo en nuestros hermanos más débiles y desamparados», expresó con relación al papel de los católicos en medio de la sociedad. «No dejemos, por favor, que las angustias del mundo y las visiones parciales nos tapen los ojos ante este milagro que está a nuestro alcance», añadió.

Este estreno de Pioppo tiene lugar después de ocho meses de «sede vacante» en la Nunciatura. En marzo, el Papa Francisco envió a su predecesor, el filipino Bernardito Auza, como nuncio ante la Unión Europea, tras cinco años largos de una cuestionada gestión. El Pontífice argentino ya tenía claro que Pioppo debía tomar los mandos. Sin embargo, su fallecimiento hizo que se dilatara su designación, que rubricó León XIV y que no se hizo efectiva hasta que el Gobierno dio su plácet este septiembre. Un retraso por parte de Moncloa que hay quien quiso calificar de «vendetta», cuando tan solo fue una demora técnica.

El nuncio es una figura clave, no solo por ser el responsable último de las relaciones con el Estado, sino porque es el encargado de preparar las ternas para que el Papa designe a los futuros obispos de nuestro país. Hoy hay cuatro diócesis vacantes, además de otros seis obispos que ya han cumplido los preceptivos 75 años para jubilarse y necesitarían relevo.