
Sucesos
La policía irrumpe en un túnel clandestino para interrumpir una red de vehículos robados
Un antiguo túnel para el control del agua en Los Ángeles servía de búnker anti-GPS para una red de robo de coches. En su interior, dos hermanos desmontaban los vehículos para vender las piezas en el mercado negro

Podría ser el guion de una película de Hollywood, pero la historia es real y ha ocurrido en pleno Los Ángeles, en Estados Unidos. La policía de la ciudad ha desmantelado una sofisticada red de robo de coches que operaba desde un lugar tan insospechado como eficaz: un túnel subterráneo oculto bajo el cauce seco del río San Gabriel. Los delincuentes habían transformado esta antigua infraestructura en un búnker perfecto para desmontar vehículos y hacerlos desaparecer sin dejar el más mínimo rastro.
De hecho, el éxito de la operación criminal residía en la propia naturaleza de su escondite. El túnel, una galería construida hace décadas para el control del agua, ofrecía un refugio casi inexpugnable gracias a sus gruesos muros de hormigón reforzado. Esta sólida estructura creaba una barrera impenetrable para las señales de GPS, impidiendo que tanto los propietarios como las fuerzas del orden pudieran rastrear la ubicación de los coches una vez que estos cruzaban el umbral de la guarida subterránea.
Asimismo, la investigación ha revelado que detrás de este ingenioso entramado se encontraban dos hermanos, quienes habían montado un taller clandestino perfectamente organizado en las profundidades del pasadizo. Su modelo de negocio era tan sencillo como lucrativo: una vez despiezados los automóviles sustraídos, vendían los componentes por separado en el mercado negro, lo que dificultaba enormemente la trazabilidad del material robado y maximizaba sus beneficios.
La vigilancia desde el aire fue clave para el hallazgo
Por otro lado, el desenlace de esta trama se precipitó gracias a la persistencia de los agentes. Tras seguir la pista a uno de los sospechosos, los investigadores, con el apoyo indispensable de un helicóptero, lograron seguir sus movimientos hasta la entrada del túnel. La vigilancia aérea fue determinante para localizar la entrada del escondite, que de otro modo habría permanecido completamente invisible a nivel del suelo, camuflada en el paisaje árido del lecho del río.
Una vez dentro, los agentes se toparon con un escenario sorprendente: un vasto almacén subterráneo que albergaba una gran cantidad de coches y piezas, con numerosos vehículos en fase de despiece. El hallazgo no solo permitió recuperar material robado valorado en una fortuna, sino que también puso fin a una de las operaciones delictivas más singulares y bien organizadas que se recuerdan en la ciudad californiana.
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