Huelga médica

Pulso médico a Mónica García en la primera huelga general en cinco años

La ministra de Sanidad hierve. Sus intentos por desactivar el paro de facultativos de hoy en toda España han sido en vano. CESM espera un seguimiento importante

Una de las numerosas protestas de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) por las deficientes condiciones de trabajo
Una de las numerosas protestas de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) por las deficientes condiciones de trabajoAlberto R. RoldánLa Razón

Desde que Mónica García hizo públicas, a finales de enero, las claves de la reforma del Estatuto Marco del personal sanitario del Sistema Nacional de Salud (SNS) no ha hecho más que crearse enemigos. La profesión médica en bloque mostró su oposición a las medidas propuestas por la ministra, un rechazo acrecentado por la decepción que les produjo ver que García, que desde que llegó al cargo se jactó de que iba a ser la "salvadora" de los médicos, les había traicionado.

Al ser consciente de la unión de la profesión en su contra (colegios profesionales, sindicatos médicos y de funcionarios, estudiantes de Medicina, decanos, etc.), una unión que no se recordaba desde hacía décadas, la ministra puso en marcha su primera estrategia: "Divide y vencerás".

Así, echó mano de su relación con el sindicato médico madrileño Amyts, su eterno aliado en las mareas blancas contra el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y al que pertenecen hasta tres asesoras de su ministerio, para que, junto al sindicato médico Metges de Catalunya (MC) se escindieran del grupo que lideraba la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM) y el Sindicato Médico Andaluz (SMA) en contra del Estatuto. Lo consiguió, y Amyts y MC crearon su propia plataforma, Apemyfp (Agrupación por un Estatuto Médico y Facultativo), cuyas reclamaciones coinciden en esencia con las de CESM y la Organización Médica Colegial (OMC). La separación ha sido solo una táctica para agitar el avispero, crear rencillas dentro de la profesión y desactivar la alianza en dos plazas clave para las concentraciones y huelgas: Madrid y Barcelona.

Lo que no ha logrado la titular de Sanidad ha sido hacer perder más el tiempo a la mayor parte de la profesión médica, representada por CESM, que, después de tres reuniones estériles en mayo a las que Sanidad les convocó con la promesa de reformas en el borrador del texto, han decidido seguir adelante con la huelga de hoy. Un paro al que están llamados todos los médicos de la Sanidad pública, sin excepciones.

Mónica García ha estado muy inquieta con el tema esta semana.Una huelga general de médicos, la primera en 5 años, en tu legislatura no es baladí. Por ello, la ministra ha intentado minimizar el impacto de la convocatoria con declaraciones como que "asegurar que toda la profesión médica" rechaza su gestión y le ha convocado una huelga contra el Estatuto marco "es mucho decir, porque el llamamiento al paro sólo lo han hecho dos sindicatos médicos de tantos que hay". Además, echó balones fuera diciendo que "son las comunidades autónomas las que tienen plenas competencias en las condiciones laborales de los profesionales sanitarios".

El punto álgido llegó el miércoles, cuando publicó un hilo en el perfil de X de Sanidad para defender a ultranza el borrador del texto en un intento por lo que denominó "desmontar bulos y rumores".

Ante esta actuación, el Comité de Huelga formado por CESM y SMA, mostró ayer su "descontento por el hecho de que, a menos de 48 horas de la primera jornada de la huelga, Sanidad haya lanzado una campaña de desinformación en redes sociales con el único fin de desmovilizar a los facultativos y haya publicado un resumen del borrador de Estatuto marco con el que aspira a ocultar, con omisiones y medias verdades, el maltrato a los facultativos que esta norma perpetúa".

Según denunciaron, "el ministerio se ha negado a acoger ni una sola de nuestras peticiones de calado, limitándose a acceder a cuestiones accesorias". "Nuestras reuniones han sido infructuosas debido a que nunca ha existido verdadera voluntad negociadora". De hecho, señalaron que, tras terminar sin ningún avance sustancial, en la última reunión fueron retados, veladamente, a continuar con la huelga, confiando su estrategia a que ésta fracasara.

Miedo y mala fe

Ambas organizaciones consideraron, además, que "la campaña de desinformación que ha lanzado Sanidad para desactivar la huelga es producto del miedo y de la mala fe a partes iguales". "Ante la movilización sin precedentes del colectivo, aspira a ofrecer una imagen positiva que contrasta con la dureza que ha exhibido en la mesa de negociación, en la que nunca han estado dispuestos a abordar las peticiones que reclaman los profesionales".

Frente a lo esgrimido por Sanidad, el Comité de Huelga insiste en que este estatuto sigue sin reconocer la mayor responsabilidad del médico y su liderazgo clínico en la clasificación de los grupos profesionales, y sin proporcionarle un marco normativo propio que recoja la singularidad de su profesión. También alega que se le niega al médico un ámbito de negociación propio, por lo que su opinión queda diluida en mesas generales, donde son ignorados por los grandes sindicatos generalistas.

El texto que defiende Sanidad, además, "consagra y perpetúa jornadas obligatorias de 60-70 y más horas, al mantener la jornada semanal máxima en 45 horas (antes 48) y en cómputo cuatrimestral (antes semestral)". A su vez, los sindicatos denuncian que los médicos son los únicos trabajadores en España que deben hacer de manera obligatoria horas extra como mínimo hasta los 55 años, horas que no son consideradas como tal, ya que y se retribuyen por debajo de la hora ordinaria, superando por cientos el límite máximo de horas extra que fija el Estatuto de los Trabajadores.

El texto también mantiene las guardias no presenciales sin regulación alguna, lo que permitirá a la Administración seguir abusando de esta modalidad de actividad extra para garantizar el servicio con plantillas por debajo de las necesidades, una vez más a costa de los médicos.

Ambas organizaciones insisten en que el ministerio se ha negado a fijar mínimos retributivos para las horas de exceso de jornada; a garantizar y equiparar al resto de trabajadores los descansos obligatorios; a garantizar el derecho de los profesionales a la conciliación familiar; a definir con objetividad la sobrecarga laboral y establecer medidas efectivas para impedirla; a establecer mandatos efectivos que obliguen a los Servicios de Salud autonómicos a negociar las condiciones laborales y retributivas de los excesos de jornada; y a proporcionarles una mínima estabilidad en la jornada y el horario que les dé derecho a establecer límites y obtener compensaciones cuando estos sean alterados. Todo ello cuestionando la honestidad de los profesionales cuando deciden compaginar su actividad pública con la privada respetando la normativa de incompatibilidades.

Exclusividad para jefes de servicio

Una de las medidas más polémicas de la primera versión del borrador del texto es que establecía la exclusividad en el SNS para los cargos intermedios y para el personal directivo. Y esto no ha cambiado en el último texto. Sanidad mantiene esta norma pese a la oposición de la mayor parte de la profesión médica, que alega que los profesionales deberían tener libertad para decidir dónde y cómo ejercer su profesión, y que la exclusividad les impide complementar su actividad en la sanidad pública con trabajos en el ámbito privado. Los jefes de servicio, como cualquier otro trabajador, deberían poder elegir su actividad profesional sin restricciones.

Lo que si ha hecho Sanidad es eliminar la obligatoriedad de exclusividad en el SNS para los MIR en sus primeros 5 años de actividad profesional, que también contemplaba la versión inicial. Una medida que solo acrecentaría la fuga de médicos a la privada y al extranjero.