Alimentación
¿Por qué aparece un borde de color grisáceo alrededor de la yema de los huevos?
Puede resultar poco estético, pero seguirá siendo un alimento saludable y delicioso.
Revueltos, fritos, cocidos... existen múltiples formas de cocinar el huevo. Y todas ellas son deliciosas. Tristemente, hasta hace unos años el mundo vivía en una suerte de colesterofobia… que se originó a raíz de una confusión lógica, pero errónea. Básicamente se creyó que el consumo del colesterol de los alimentos se traducía en un aumento directo del colesterol en la sangre. Y al ser tan común la asociación del huevo y el colesterol, también fue muy común escuchar expertos desaconsejando el consumo más o menos moderado de huevos.
Pero esto nunca fue justo para con uno de los alimentos más energéticos y más proteicos que tenemos. En realidad, hay otros muchas otras variables que tienen más influencia en el colesterol sanguíneo que los huevos; como los antecedentes familiares, la edad, la actividad física o el consumo de alcohol y de tabaco. De hecho, los expertos aseguran que una persona sana, que mantenga una dieta variada, saludable y equilibrada y que practique ejercicio con regularidad podrá comer tantos huevos como se desee. Y esta es una estupenda noticia para todos los amantes de los huevos.
¿Por qué el borde de la yema adquiere toques grisáceos?
Una de las formas más versátiles de preparar este alimento es cociéndolos hasta que se endurecen, o sea, el clásico huevo duro. Este plato sirve tanto para completar una ensalada como para ser el protagonista en unos huevos rellenos. Sin embargo, hay que aprender a hacerlo correctamente. Y en este sentido, casi el único elemento que importa es el tiempo de cocción.
Por lo general, podemos decir que para obtener el huevo duro perfecto hay que dejar que se cocine durante 10-12 minutos. También es recomendable añadir un chorrito de vinagre al agua de cocción para que la cáscara se desprenda mejor a la hora de pelarlos. Obviamente, es algo que requiere práctica y el resultado tambien depende de otros elementos, como el tamaño del huevo o la temperatura del agua.
Para comprobar si nos hemos quedado cortos, nos fijaremos en que el huevo tenga una consistencia firme, pero elástica. Sin que ninguna parte, ni de la clara ni de la yema esté en estado líquido. Y sabremos que nos hemos pasado con el tiempo de cocción cuando partamos el huevo por la mitad y veamos un perímetro de color gris o de color verde rodeando la yema.
Que suceda cualquiera de estas dos cosas no es necesariamente malo. Si el huevo ha quedado un poco blando, lo que habremos cocinado será un huevo mollet, en lugar de un huevo duro. Puede resultar inconveniente para completar una receta en particular, pero seguirá siendo un plato saludable y delicioso.
Y tampoco debemos preocuparnos en caso de que aparezcan estos colores grisáceos alrededor de la yema. Este fenómeno se produce porque, cuando un huevo se cuece durante demasiado tiempo, las proteínas del huevo se degradan y expulsan sulfuro ferroso, que es un compuesto químico que tiene una tonalidad verdosa. Aunque puede afectar levemente tanto al aspecto como al olor del plato, lo cierto es que no tiene ningún tipo de repercusión sobre la salud ni sobre el sabor del huevo duro.
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