Nuevo pontífice

Cónclave
Cuando se lleva a cabo un cónclave en la Ciudad del Vaticano para elegir al nuevo Papa, uno de los momentos más esperados y simbólicos es la aparición de la fumata blanca, una señal que indica al mundo entero que ya hay un nuevo Pontífice al frente de la Iglesia católica.
La fumata, que en italiano significa "humo", es una tradición centenaria cargada de simbolismo. Tiene lugar en la Capilla Sixtina, donde los cardenales electores se reúnen en estricto aislamiento para deliberar y votar por el sucesor del Papa anterior.
Cada vez que se realiza una ronda de votación, los votos se queman junto con compuestos químicos que generan un humo visible desde la chimenea colocada especialmente para este fin.
Hay dos tipos de fumata: la negra (fumata nera) y la blanca (fumata bianca). La fumata negra indica que no se ha alcanzado un consenso suficiente entre los cardenales, es decir, que ningún candidato ha recibido los dos tercios de los votos necesarios para ser elegido. Por el contrario, la fumata blanca representa el éxito del cónclave, un nuevo Papa ha sido elegido.
Esta señal no es solamente una notificación visual, es un momento de enorme carga emocional y espiritual para millones de católicos en todo el mundo. Al ver la fumata blanca salir de la chimenea del Vaticano, los fieles saben que la Iglesia tiene un nuevo líder, y en cuestión de minutos, el nombre del nuevo Papa será anunciado oficialmente desde el balcón de la Basílica de San Pedro, con la frase histórica: Habemus Papam("Tenemos Papa").
En el pasado, la confusión sobre el color del humo fue común, ya que el humo producido por la quema de las papeletas no siempre era claramente blanco o negro. Por esta razón, desde 2005 se utilizan productos químicos específicos, que aseguran que el color del humo sea claramente visible y comprensible para todos los presentes y para los medios de comunicación que lo transmiten en vivo a nivel mundial.
El uso del humo como señal pública tiene su origen en tradiciones muy antiguas, pero fue en 1878, durante el cónclave que eligió al Papa León XIII, cuando se institucionalizó esta práctica tal como la conocemos hoy. Desde entonces, se ha convertido en uno de los momentos más icónicos del catolicismo contemporáneo.
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