
Curiosidades
Qué significa “Si vis pacem, para bellum” y qué nos enseña sobre la paz en tiempos modernos
La frase latina se traduce como "si quieres la paz, prepárate para la guerra". Suena tajante, pero detrás hay una discusión más compleja sobre disuasión, diplomacia y resiliencia civil

En su formulación clásica, el aforismo se atribuye al escritor romano Vegetio, que lo usó para recordar a los gobernantes que la negligencia militar invita a la agresión. La idea atraviesa los siglos porque encierra una tensión real: cuanto más vulnerable parezca una comunidad, más tentador es para otros presionarla. Sin embargo, en el mundo actual -interdependiente, nuclear, digital- esa máxima ya no puede leerse en clave puramente bélica: "prepararse" no solo es tener armas, también es fortalecer instituciones, economías y sociedades.
Origen y sentido de la máxima

En el Imperio romano significaba disciplina, logística, entrenamiento y previsión. La frase no defendía la guerra permanente, sino la disuasión. Mostrar capacidad de defensa para que el conflicto no estalle. Trasladada al presente, el principio sugiere que la paz sostenible exige capacidad de respuesta ante amenazas (convencionales, híbridas o cibernéticas) y, a la vez, puentes diplomáticos que reduzcan incentivos al choque.
Cómo se lee hoy: de la disuasión a la resiliencia
En el siglo XXI tiene varias capas:
- Defensa y ciberseguridad. Un país o empresa que protege infraestructuras críticas, datos y cadenas de suministro reduce la probabilidad de coerción y sabotaje.
- Estado de derecho y economía. Instituciones fiables, diversificación energética y reglas claras elevan el coste de desestabilizar a una sociedad.
- Cohesión social. La alfabetización mediática, la preparación ante emergencias y la confianza en lo público dificultan la manipulación y los estallidos internos.
- Diplomacia y prevención. Canales abiertos, mediación y acuerdos verificables bajan la temperatura y convierten la fuerza en último recurso, no en el primero.
Críticas y malentendidos
La frase tiene detractores por una razón evidente: mal aplicada, puede alimentar carreras armamentísticas y convertir la seguridad en un fin en sí mismo. Otro riesgo es confundir firmeza con rigidez, la capacidad de defensa sin vías políticas suele derivar en bloqueos peligrosos. La lección equilibrada es doble: sin capacidad creíble, la paz es frágil. Sin diplomacia y control de armamentos, la paz es tensa. Prepararse no equivale a militarizarlo todo, incluye transparencia, límites y supervisión democrática.
Qué nos deja como guía práctica
- Fortaleza con propósito. Defenderse para evitar la guerra, no para buscarla.
- Prevención integral. Seguridad dura (defensa) + seguridad blanda (instituciones, economía, cohesión).
- Diálogo constante. Disuasión creíble acompañada de rutas diplomáticas y mecanismos de verificación.
- Ciudadanía preparada. Educación crítica, protocolos de emergencia y cultura de paz que reduzcan el miedo y la manipulación.
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