IA
Se acabaron los labubu, la nueva moda son juguetes hechos por IA
Los juguetes con inteligencia artificial llegan para sustituir a las figuras de moda, ofreciendo compañía e interacción, pero también nuevas dudas sobre la privacidad infantil.
Los Labubu empiezan a dejar paso a una nueva generación de juguetes que no solo acompañan, sino que también hablan, responden y hasta improvisan cuentos. La novedad está en que estos funcionan con inteligencia artificial avanzada, por lo que son capaces de mantener conversaciones fluidas y adaptarse al entorno infantil. No obstante, lo que para muchos padres es la alternativa ideal a las pantallas, para otros genera una pregunta inquietante: ¿qué ocurre con los datos de los niños que interactúan con ellos?
Detrás de esta nueva categoría de muñecos se esconde un debate sobre la gestión de la información que generan. Cada interacción, pregunta y respuesta pueden convertirse en datos valiosos, lo que despierta inquietudes sobre la privacidad infantil. Si bien la mayoría de marcas juran que no emplean dichos datos con fines lucrativos, o ni siquiera los almacenan, siempre está la duda de un hackeo o ciberataque que ponga en peligro la privacidad infantil.
La IA se cuela en la infancia
Si los Labubu se convirtieron en un fenómeno por su exclusividad, la nueva ola de juguetes con IA busca conquistar a los niños mediante la interacción. En lugar de limitarse a decorar estanterías o protagonizar colecciones, estos peluches hablan, responden dudas, inventan juegos y cuentan historias. Su atractivo principal es que lo hacen sin necesidad de pantallas, un argumento que muchos padres encuentran convincente en una época marcada por el exceso de dispositivos electrónicos.
El problema es que la experiencia con otros juguetes conectados ya ha demostrado que la seguridad no siempre es prioritaria. Brechas como la de CloudPets en 2017 —que expuso grabaciones de miles de menores— muestran que los riesgos son muy reales. Estos antecedentes obligan a mirar con cautela a la actual generación de peluches parlantes, aunque se presenten como productos más seguros, pulidos y modernos.
Algunos expertos apuntan a que la solución podría pasar por tecnologías de IA embebida, capaces de procesar las conversaciones directamente en el dispositivo sin necesidad de conectarse a la nube. De ese modo, los juguetes podrían mantener la parte interactiva sin exponer datos sensibles. Eso sí, posiblemente esto conllevase el encarecimiento de los productos, ya que necesitarían mayor potencia para poder funcionar así.
La llegada de estos juguetes marca el inicio de una etapa en la que la inteligencia artificial se cuela hasta en la vida cotidiana de los niños. Lo que se juega aquí no es solo el éxito de una moda tecnológica, sino el modelo de infancia digital, con todos los peligros que ello conlleva.