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Cometieron un asesinato en la Edad Media, pero no se ha podido resolver hasta ahora gracias a una técnica futurista

La ciencia ha logrado identificar por primera vez a un noble medieval mediante su ADN, desvelando el trágico final del duque Béla de Macsó, quien murió en 1272 víctima de un ataque de extrema violencia con veintiséis heridas de arma blanca

El cráneo del duque de Macsó
El cráneo del duque de MacsóUniversidad Eötvös Loránd

La violencia con la que se perpetró el crimen sigue estremeciendo casi ocho siglos después. No fue un duelo honorable entre caballeros ni una muerte heroica en el campo de batalla, sino una ejecución en toda regla donde la víctima, desprovista de cualquier tipo de armadura, no tuvo ninguna oportunidad de sobrevivir. El minucioso examen forense de los restos describe un ataque despiadado y coordinado por tres agresores distintos que rodearon a su presa, infligiéndole hasta veintiséis heridas punzocortantes desde diferentes ángulos hasta asegurar el fatal desenlace.

De hecho, la reconstrucción de los últimos instantes de este joven noble revela un nivel de ensañamiento que sugiere una motivación puramente pasional o una venganza política extrema. El hombre intentó protegerse con absoluta desesperación, tal y como evidencian las claras lesiones defensivas en los brazos y manos, pero la furia de los atacantes, que le golpearon brutalmente en el cráneo y el rostro, terminó por silenciarlo para siempre cuando apenas contaba con una edad comprendida entre los 24 y los 27 años.

Sin embargo, estos huesos hallados originalmente en 1915 durante unas excavaciones en un monasterio dominico de Budapest han permanecido en el más absoluto anonimato durante más de una centuria. Ha sido ahora cuando la ciencia moderna ha logrado poner nombre y apellidos a la víctima: se trata de Béla, duque de Macsó. Este descubrimiento supone un hito arqueológico, pues estamos ante el primer caso documentado de éxito en la identificación de un aristócrata medieval mediante el uso de tecnologías genómicas de vanguardia. Mientras que este caso requirió décadas de ciencia avanzada, el azar a veces revela el pasado de forma inesperada, como ocurrió recientemente cuando un niño descubrió un hallazgo prehistórico jugando en su propio jardín.

La resolución de un misterio histórico

En este sentido, los análisis de laboratorio han sido determinantes para confirmar sin género de dudas el alto linaje del fallecido. Los resultados ratifican que el duque era miembro de las ilustres casas reales Árpád y Rurik, presentando una carga genética que combina ascendencia escandinava y bizantina. Tal y como señalan desde el medio El Confidencial, esta certeza científica ha funcionado como la pieza maestra necesaria para completar el rompecabezas genealógico y devolver la identidad a un personaje histórico olvidado por el paso del tiempo.

Asimismo, los investigadores han sido capaces de reconstruir la biografía de Béla gracias al estudio de los isótopos dentales, trazando su mapa vital desde su infancia en el Banato de Macsó hasta su traslado a la actual capital húngara. Un dato técnico muy curioso es que su alimentación complicó la investigación durante años: el consumo habitual de una dieta rica en pescado de agua dulce y trigo alteró la datación por radiocarbono, provocando un error temporal que solo la tecnología actual ha conseguido corregir para situar el crimen en el año 1272.